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En no pocas ocasiones un fenómeno inexplicable sucede a personas que son de nuestro entorno más cercano y que merecen de toda nuestra confianza. Es el caso que les quiero comentar hoy y que le sucedió a una buena amiga, compañera onubense de radio, de forma directa. Ella, tras un programa en el que hablamos de la increíble experiencia de abducción que padeció un vecino de Punta Umbría al que llamamos “Domingo”, me escribió un mensaje privado y me quiso contar su propia experiencia ante mi sorpresa.
Me dijo en unas primeras líneas muy generales: “Mi ex marido y yo veníamos de Cádiz por la autopista y, en un abrir y cerrar de ojos, estábamos en una carretera nacional, sin saber dónde ni cómo habíamos llegado allí”.
Ya el hecho es desconcertante pero aún más cuando me dijo: “Frenamos y tuvimos que parar sin saber qué había pasado ni dónde estábamos. Las niñas iban dormidas, eran pequeñas y era tarde. Fue increíble y aún lo pienso y no sé qué pasó...”, relataba.
Evidentemente, por tener a un testigo de primera mano -que siempre se agradece en este tipo de relatos y vivencias-, le pedí que me lo contara con más calma pues me interesaba mucho este tipo de hechos recordándome al típico caso de los Vidal –del que luego les comentaré algunos pormenores-. Ella, amablemente y dada la amistad que nos une me comenzó a narrar su experiencia: “Veníamos de unos días de descanso en Cádiz capital, era las doce de la noche aproximadamente, decidimos salir de noche por la carretera más tranquila. Nos gusta conducir de noche. Nada especial: íbamos escuchando música y hablando, lo normal. A mí me da pánico la carretera y siempre voy alerta, y de pronto, hablando los dos y a una velocidad lógica en una autopista, vemos de frente un camión, un tráiler, y nos damos cuenta de que es otra carretera, una nacional, pero eso fue en cuestión de segundos. En ningún momento nos desviamos de la autopista, que por cierto ya conocíamos porque nos gusta mucho ir a Cádiz. Frenó en seco y nos miramos, yo me asusté muchísimo, y es que de verdad no dábamos crédito a lo que estaba pasando. ¡Si estábamos en la autopista!”.
Acto seguido, y dado lo que acaba de ocurrirle: “nos paramos en el arcén, aunque tuvimos que seguir para ver dónde estábamos. Nos habíamos desviado de nuestra ruta y tuvimos que retroceder más de una hora para incorporarnos a la autopista. Era una carretera antigua por la que nunca habíamos pasado. Fue alucinante. No tiene explicación, aunque he leído por ahí que le ha pasado a más personas”, afirmaba mi amiga.
“En ningún momento salimos de la autopista, aparecimos allí no sé de qué manera y apareció de pronto el camión... Siempre lo recordamos y seguimos sin saber qué pasó”.
No entraré en la veracidad o falsedad de lo que les voy a narrar, pero puede servir muy bien de ejemplo de lo que es este caso de las teleportaciones inexplicables. Es el famoso “Caso Vidal”, que vino a suceder cuando, en el mes de mayo de 1968, el abogado Gerardo Vidal y su esposa viajaban con su automóvil entre las localidades argentinas de Chascomús y Maipú, en la provincia de Buenos Aires. En un momento dado su vehículo penetró en un banco de niebla, y la pareja perdió el conocimiento. Al despertar, dos días después, no recordaban nada de ese tiempo perdido y notaron que la pintura del techo del coche estaba quemada. Pero lo extraño no fue eso, sino que su automóvil y ellos estaban cerca de Ciudad de México, a 7.500 kilómetros de distancia de su casa. Con la ayuda de la embajada fueron repatriados, y el automóvil, trasladado a Estados Unidos para su estudio”. Las investigaciones fueron realizadas por Alejandro Agostinelli, en las que tras ver diferentes registros descubrió como “los Vidal no aparecían en ningún sitio y la experiencia era inverificable”. En 1996, Agostinelli descubrió que todo fue un invento del cineasta argentino Aníbal Uset para promocionar su película “Che, ovni”, estrenada el 7 de agosto de 1968 -dos meses después de la difusión del caso en la prensa-.
El caso real, el de nuestra compañera onubense, es parte ya de la leyenda del misterio. Allá donde sabemos, este tipo de casos es más usual de lo que podemos pensar. ¿Explicación? Ninguna.
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