El sueño de Manolito Báez 'Litri'
En 1925 fue el único año que pudo torear completo, con 43 corridas y triunfos como la Oreja de Oro de la Asociación de la Prensa Huelva despertaba con la alegría del torero
QEDÓ dormido en una mañana de febrero, envuelto en un sueño eterno al calor de su gente. Manolito Báez Litri, el torero de Huelva, la ilusión de una ciudad, la alegría de un barrio, había dejado en el aire del 18 de febrero de 1926 tantos deseos por alcanzar. El sueño de Manolito era el sueño de Huelva. Se vivieron intensamente sólo unos años y todavía había mucho por alcanzar, aun se esperaba de él todo a pesar estar entregándose siempre. Había comenzado como novillero el 20 de mayo de 1923, en Valencia, y al año siguiente era novillero puntero, debutando en Madrid. Su alternativa fue el 28 de septiembre de 1924 en Sevilla, con Chicuelo; sólo 17 meses de figura del toreo fueron suficientes para convertirlo en un mito.
Tanto amó su profesión que un día la entregó en el ruedo, nada se pudo hacer en la enfermería por salvarle la vida.
Manolito dejó huérfana a Huelva el 18 de febrero de 1926, a los 20 años de edad. Aquello se anunció a toda plana en la prensa local y taurina. El periódico La Provincia, uno aquellos de sábana grande, se dejó integra su portada para el torero con una foto suya vestido de luces, con todo el garbo del onubense.
La ciudad se disponía a vivir uno de los episodios luctuosos más sentidos de su historia. Su entierro, lo dicen las crónicas de la época y lo reflejan las fotografías, fue multitudinario, casi nada comparable, sólo parecido al del piloto Leforestier, en 1911 o el del alcalde Antonio Mora Claros en 1922. Pocas manifestaciones populares han tenido a tantos onubenses en la calle en otros momentos de su historia, e incluso reciente.
Mucho se había soñado con Manolito y se le agradecía todo lo recibido en el escaso tiempo que había podido estar dedicado al toreo. Con él Huelva tocaba de nuevo la gloria. Se sentía su grandeza en acontecimiento tan importante como la Oreja de Oro ganada en la corrida de la Prensa de Madrid de 1945, el más alto galardón. Incluso se llegó a decir que lo que movía Manolito sólo era comparable a la gesta descubridora; había nacido también un 3 de agosto, de 1905. Cierto que somos muy dados a las exageraciones pero lo que no es mentira es que Manolito creó unas ilusiones con las que nunca se podía soñar hasta entonces.
Era todo arte, un torero valeroso que no le tenía miedo a la muerte. Era el José Tomás de entonces, un gran torero al que le faltó tiempo para desarrollar su carrera. Las crónica vislumbraban que llegaría muy lejos, que estaba abriendo un camino que llegaría a tener singularidad por su arte y temeridad torera. Era de los que sí toreaba y no dejaba pasar el toro, aunque tanto se pegó a él que en una de esas muchas cornadas recibidas, una acabó con él en la enfermería. Complicaciones de las que nadie esperaba ni deseaba le quitaron la vida y no sirvió de mucho que fuera trasladado desde Málaga hasta la clínica de los doctores Mackay y Macdonald, arriba en el cabezo de su misma calle del barrio de San Sebastián.
La ilusión de Manolito era triunfar, llevar a Huelva por bandera y aquel sueño quedó para la eternidad reflejado en el cuadro de José Dabrio. Un dibujo que esta semana ha sido entregado de manera oficial por la familia del pintor al Museo de Huelva, en el acto de la Pieza del Mes que patrocina Huelva Información. Al mismo acudieron sus sucesores, los matadores de toros Miguel Báez Spuny y Miguel Báez Espínola, su hermano y su sobrino.
Huelva ha sabido honrar a Manolito Báez Litri cada año tras su muerte. Un mausoleo en el cementerio de la Soledad, levantado por suscripción popular, testimonia el cariño de Huelva en esa mujer desconsolada que cubre su rostro entre llantos y lágrimas. El mismo que hace un tiempo remozó el Ayuntamiento de Huelva, en una iniciativa de este periódico ante su deterioro. La tertulia en su barrio de San Sebastián fue testigo permanente de un recuerdo merecido hasta que hace unas décadas desapareció, lo mismo que tantas cosas en este entorno. Hoy el recuerdo cada 20 de enero es en la plaza de la Dinastía de los Litri, donde la Banda Municipal vuelve a tocar los pasodobles taurinos al aparecer el santo Patrón en su procesión dominical, como ocurría en su tertulia.
Este año el recuerdo a Manolito, que si bien es verdad va quedando algo difuminado por el cambio de muchas generaciones, lo pone el dibujo de José Dabrio. Refleja ese sueño en el que quedó Manolito Báez Litri y con él un sueño eterno de toda Huelva.
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