La sutil diferencia entre ingenuidad e inocencia
A ciertas edades la sutil diferencia entre la ingenuidad e la inocencia deberíamos tenerla clara. Sobre todo porque saber diferenciarlas y actuar en consecuencia es una competencia que nos hace muy responsables de nosotros mismos, esto es, nos hace responshábiles.
El ingenuo según los diccionarios es la persona candorosa, sin dobleces. El inocente es el libre de culpa, sin malicia. Parecen ser prácticamente lo mismo, de hecho se manejan como sinónimos, pero hay un matiz diferencial importante que nos puede servir tener en cuenta.
La sutil diferencia, el matiz que yo te propongo mirar en los dos conceptos, es la capacidad para cuestionar las cosas o cuestionarnos a nosotros mismos, y la decisión consciente de hacer algo.
El ingenuo no se cuestiona nada, se lo cree todo, se lo traga todo, actúa sin conciencia real de las situaciones y no se suele enterar de la dimensión de las consecuencias de lo que dice o lo que hace.
El inocente sí se cuestiona las cosas, toma una decisión y opta por dar un paso a riesgo de equivocarse, entendiendo y asumiendo las consecuencias, y por lo tanto creciendo personalmente.
Por eso yo personalmente prefiero ser inocente. Se consigue entrenando la capacidad para cuestionar o cuestionarte con honestidad.
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