Los tesoros ocultos de la Ría
Crónica urbana
HAY una grieta en cada cosa, así es como nos llega la luz (Leonar Cohen, Anthem). Lo desconocido se revela siempre como algo inconmensurable, y en el caso de la ciencia -para quienes atribuyan a la Historia un rango epistemológico- lo más fascinante son los ángulos muertos, el territorio inexplorado del pasado. Así se encardina la reflexión a la que nos condujeron recientemente las Charlas Arqueológicas del centro Puerta del Atlántico -programadas por la empresa Ánfora y el Ayuntamiento- , en concreto la que cerró el ciclo abundando en El yacimiento arqueológico de la Ría de Huelva. Una sesión en la que el arqueólogo Diego González Batanero, director de Ánfora, hace un llamamiento a la Universidad para que los investigadores "empiecen a mirar a la Ría, como es lógico en una ciudad costera donde el mar ha sido la puerta de acceso a muchas culturas", lo que requiere un estudio integral del patrimonio subacuático.
Vapuleada siempre en el debate medioambiental y urbanístico, de la Ría onubense hay poco conocimiento empírico.
La ocupación humana y la existencia de diferentes civilizaciones en el solar de Huelva es conocido por su bagaje desde tiempos prehistóricos. Consta que ha habido intercambio de productos con otras poblaciones remotas. Se conocen los contactos comerciales con fenicios y griegos en época de Tartessos y en el contexto del depósito de ídolos cilíndricos del Seminario (de época calcolítica, apareció la punta de un colmillo de elefante africano, lo que da cuenta de la antigüedad de los tratos comerciales. En época medieval ya se hacían transacciones constantes con África y las culturas del Mediterráneo, como en la época británica prosperó el tráfico de minerales. Todo en el mismo cauce, el mar; El Puerto, y siempre el Puerto, es lo que ha dado sentido a esta cadena de reencarnaciones en una Historia de la que sólo se conoce la parte terrestre, a través de las investigaciones del registro arqueológico de la ciudad. "Sin embargo, -insiste González Batanero- a día de hoy no ha habido ninguna investigación sistemática y de envergadura que haya averiguado lo que hay en el fondo de la Ría".
Desde los años sesenta en el Cabezo de la Joya y desde los setenta en el de San Pedro, los grupos de investigación universitarios han llevado a cabo excavaciones esenciales para la radiografía histórica de la ciudad. La creación de la Universidad de Huelva dio lugar a una generación de arqueólogos que propiciaron avances clave, pero siempre en tierra firme, desconociéndose el registro arqueológico de la Ría salvo por datos inconexos, deslavazados, como las monedas de oro del siglo XVII que se hallaron en el Muelle de Levante en 1905 ; dos cañones de bronce que se hallaron en la misma zona; el depósito de armas de bronce que se encontró junto al Muelle de Tharsis en 1923; o el famoso casco griego de la Ría que custodia la Real Academia de la Historia. Disponemos, pues, de un conjunto de objetos singulares, pero no se ha hecho un barrido que fundamente un estudio riguroso.
Desde finales de los noventa, consciente de la riqueza histórica de esta zona, la Autoridad Portuaria ha establecido como sistema que en todos los dragados se acometa un control arqueológico. Un paso preventivo que, a juicio de Ánfora, debería haber dado pie ya a una fase ejecutiva que, entre otras cuestiones, desarrolle el sentido teórico de la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) que la Junta de Andalucía otorgó a la Ría onubense en 2008. Para emprender este desafío, en primera instancia se haría un registro de toda la bibliografía existente, se plantearían hipótesis, y se identificarían las áreas de interés para abordar una investigación geofísica y subacuática. Todo con la dificultad de que la costa de Huelva acumula mucho sedimento arenoso (en Punta Umbría, por ejemplo, se encontraron restos de barcos romanos a cuatro metros por debajo del fondo del mar; y el depósito de armas de bronce en la capital, a dos metros), pero los hallazgos esporádicos incitan al desafío y se mantiene la convicción de que la Ría de Huelva está repleta de tesoros por descubrir.
Se piensa, por ejemplo, que puede haber restos interesantes alrededor de la Isla Saltés, un territorio que en su día albergó un castillo, llegando a ser una ciudad islámica de primer orden, más importante que Huelva. Saltés es una de las claves que perfilan la riqueza de este entorno fluvial y su puesta en valor como yacimiento, uno de los retos que plantea el Gobierno andaluz en el Plan de Ordenación Territorial de la Aglomeración Urbana de Huelva (Potauh).
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