La trágica historia de Zulema, la leyenda de Aracena

Huelva Paranormal

Un histórico relato cuenta que los lamentos de una joven musulmana por un amor prohibido se escuchaban en todo el pueblo y que sus lágrimas, derramadas desde el muro que la aprisionaba, dieron origen a un manantial

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Fuente de Zulema.
Fuente de Zulema. / M. G.
José Manuel García Bautista

06 de abril 2025 - 06:02

En las callejuelas de Aracena, en pleno corazón de la Sierra de Huelva, sobrevive una leyenda que el tiempo no ha logrado borrar. Se trata de la historia de Zulema, una joven musulmana cuya belleza y pasión marcaron para siempre la cultura popular de esta localidad serrana de poco más de 6.000 habitantes.

Su historia de amor con un caballero cristiano ha persistido a lo largo del tiempo y sigue viva, narrada al abrigo de chimeneas o al pie del castillo que presenció su destino.

Zulema y su amado protagonizan un relato cargado de pasión y tragedia, enmarcado en los tiempos en que los musulmanes, bajo el mando de Abderramán I, habitaban la fortaleza de Aracena entre los años 933 y 937. Años más tarde, en el siglo XIII, los cristianos construirían sobre aquellas ruinas el actual castillo que corona el cerro del pueblo, símbolo de una historia de encuentros y desencuentros entre culturas.

Según la leyenda, Zulema era hija del jefe militar musulmán que gobernaba la fortaleza. Allí, en la alcazaba, mantenía encuentros secretos con un joven cristiano, sorteando el abismo cultural y religioso que los separaba. Su amor floreció en la clandestinidad, oculto en los recovecos de una torre almohade que aún se alza desafiante sobre las rocas del castillo.

Pero como ocurre en toda tragedia, el destino terminó por alcanzarlos. Un soldado descubrió a la pareja y, al informar al padre de Zulema, fue brutalmente castigado: el jefe le arrancó los ojos y le cortó la lengua para silenciar lo que había visto. Esa misma noche, el hombre acudió al lugar de los encuentros secretos con la intención de atrapar a los enamorados. Solo alcanzó a ver al caballero cristiano marcharse rumbo a la guerra, dejando a Zulema entre lágrimas.

La represalia fue despiadada. Enfurecido por lo que consideraba una mancha en su honor, el padre emparedó viva a su hija en lo alto de la fortaleza. La leyenda cuenta que los lamentos de Zulema se escuchaban en todo el pueblo, y que sus lágrimas, derramadas desde el muro que la aprisionaba, dieron origen a un manantial.

De esas aguas brotó lo que hoy se conoce como la Fuente de Zulema, ubicada en la carretera de acceso a Aracena, desde donde se divisa el castillo que guarda su memoria.

Este relato, recogido por el escritor onubense Manuel Garrido Palacios en su obra Voces de la Sierra es solo una de las múltiples versiones que circulan en la tradición oral del lugar. Más allá de los matices, todos los relatos coinciden en la intensidad del amor prohibido y en el castigo que selló su final.

En una sociedad como la actual, marcada por la convivencia de distintas culturas y credos, la leyenda de Zulema adquiere una renovada vigencia. Es, en esencia, la metáfora de cualquier amor imposible que desafía los muros impuestos por la religión, el poder o la tradición. Un eco del pasado que aún resuena en las piedras del castillo y en el murmullo del agua de aquella fuente que nació, dicen, de un corazón roto.

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