Tres años buscando a Simón: "La tierra no se puede tragar a una persona en diez minutos"

Cada vez hay menos hueco para el optimismo dentro de la familia: "Lo veo en las caras de la gente, en todas las calles y rincones"

Angustia en El Cerro después de tres intensos días buscando a Simón Rodríguez

Encarna Rodríguez, hermana de Simón, con el cartel de la desaparición. / Jesús Fernández

Huelva/"Cuando voy por la calle, todo el mundo me recuerda a mi Simón". Se cumplen tres años sin saber nada de Simón Rodríguez Domínguez, un vecino de El Cerro de Andévalo de 78 años que desaparecía sin dejar rastro el uno de febrero de 2022, a plena luz del día. "Alguien lo tuvo que ver en un pueblo tan pequeño", se repite a sí misma mañana tarde y noche Encarnación Rodríguez, hermana del desaparecido.

A su hija, también de nombre Encarna -Simón lo eligió por su hermana- le sigue temblando la voz al hablar de su padre. Lo hace aún más cuando se remonta a los primeros meses de búsqueda, en los que cada día parecía ser el que recibirían alguna noticia. "Empezamos a hacer batidas para encontrarlo. Poco a poco y con el tiempo, se han ido dejando de hacer", confiesa a Huelva Información.

Fotografía de Simón en un salón de la casa. / M.G.

Nada apuntaba a salirse de lo normal aquel frío uno de febrero. Aquella mañana se levantó -narra su hija- "y mi madre le dijo que era muy temprano para salir a la calle. Se acostó un poco más. Se volvió a levantar y se duchó. Se puso la ropa, dijo que quería ir al campo, se tomó un café y tras algo más de conversarción, salió por la puerta".

El pueblo y la Guardia Civil "se ha volcado con su búsqueda, pero es un rompecabezas difícil de resolver". Mientras tanto, su hermana, hijas y familia al completo continúan en la desesperación.

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Nada más se supo de él hasta el día de hoy. Lo vieron por el centro de salud, en la misma explanada del edificio. Poco después, un vecino lo localizó cerca de la estatua del Patrón de El Cerro de Andévalo -zona del Cabezo de la Horca-, una carretera por la que "suele pasar mucha gente", que conecta con otros pueblos de la zona.

"Cuando el vecino vuelve a deshacer camino, con una máquina del Ayuntamiento, ya no ve a mi padre en aquel sitio. Lo vio a la altura de la puerta del colegio y, en poco más de cinco minutos -tiempo de dejar la máquina, meterla en un salón del Ayuntamiento y volver-, parecía como si se lo hubiera tragado la tierra". Dos únicas referencias a las que no se han sumado muchas más estos últimos años: el centro de salud y aquel punto de la carretera. "Se asomó por allí de nuevo, pero ya no lo veía".

Simón, en la boda de su hija Encarna. / M.G.

Su hija asegura que todo fue muy rápido. Simón salía sobre las 9:15-9:20 de su casa y sobre las 9:30 hablan madre e hija por teléfono. "Un rato después de ver que se había ido y que no volvía, empecé a darle vueltas. La llamé de nuevo y nada. A las 10 y algo, ya llamé a la caja para ver si había pasado por allí pero no. Al ver que no llegaba, empecé a mover hilos".

Le siguieron muchas llamadas más a lo largo de la mañana a medida que la intranquilidad aumentaba exponencialmente. Policía Local estuvo al tanto poco después. "En una hora yo ya estaba llamando a gente por si lo habían visto y a las 11:15 ya estaba la Guardia en el cercado y buscando por varios sitios", puntualiza. La Guardia Civil era la que indicaba las zonas que debían peinar: se repartían por grupos e iban de un lado a otro.

Poco tiempo después estaba "todo el pueblo" buscándolo, antes incluso del medio día. Fue sobre las 14:00 cuando los vecinos y vecinas empezaron a repartirse por los callejones, esquinas y por las inmediaciones del municipio. "Del martes al sábado estuvimos haciendo batidas", recuerda. El domingo "llegaron unos perros, especializados en cadáveres y el sábado los que buscaban personas vivas". A la semana siguiente se hizo otra batida. Y a los 15 días otra. "Y ya, poco a poco se han ido dejando de hacer".

Lo que queda tres años más tarde

A la pregunta de las sensaciones que arrastra de aquellos días, prefiere "ni recordarlos". "Son 24 horas. No se te va de la cabeza, estás trabajando y tienes que seguir, porque la vida continúa. Pero no se va".

Tratan de no dejar de hablar de él, "siempre recordándolo" y luchan por llevar el día a día. "Era el barbero, el barbero del Cerro", dice su hermana. "Una persona tranquila: su trabajo, su casa y su campo". Le diagnosticaron parkinson antes de desaparecer, "lo que traía consigo dificultad al moverse y algo de demencia".

Encarna, con una imagen de su hermano. / Jesús Fernández

"Me pongo en contacto con la Judicial por si hay avances. Pero hasta el momento no hay nada. Punto muerto". Valora una actuación rápida y conoce de los trabajos de los dispositivos, que continúan con la búsqueda. "No hay nada. Ni una simple gorra. Ni un zapato". Una hora propia de "gente que viene de andar y de coches y nadie ha visto nada". "No queríamos creerlo, pero pensamos que alguien lo ha cogido porque en diez minutos no puede desaparecer una persona".

Todo puede ser y "más rápido no se pudo actuar". Se repite también ella: "desde que se haya subido a un coche hasta que lo hayan montado". Las hipótesis que rondan por sus cabezas son innumerables y todas "se barajaron desde un principio".

Cada vez hay menos hueco para el optimismo, pero queda un "0,0001%" que a veces vuelve a aflorar entre los que no lo olvidan. "Esperar. La investigación está abierta, la Guardia sigue y sigue la Judicial, pero ya no es tan rápido como antes porque hay muchos más casos". También siguen buscando los habitantes del pueblo, aún conmocionado años después. Cuenta la hija que los cazadores cuando cazan aún "revisan por donde pasan" y en la campaña de gurumelos "la gente se fija por si encuentra algo". Las que más esperan noticias son sus hijas, hijo y familia al completo, que mantienen viva la esperanza de conocer, más pronto que tarde, alguna novedad sobre el paradero de Simón.

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