Tres segundos que abren puertas
Tribuna MKS
El poder de la primera impresión y algunas claves para conseguir dar la imagen que quieres
Debemos ser nosotros mismos o nosotras mismas, pero mostrando la mejor versión
UN, dos, tres... Tenemos tan solo de 3 a 7 segundos para causar una primera buena impresión. Esto influye directamente en las expectativas que generamos en quienes nos ven por primera vez.
Sería genial pensar que cuando aparecemos en un lugar por primera vez las personas que nos ven nos juzgarán por nuestros conocimientos, valores o méritos, sin embargo, desgraciadamente a veces no es así. En tan solo pocos segundos nos etiquetan. La vista, el más importante de nuestros sentidos, manda rápidamente señales al cerebro y éste emite juicios de valor (positivos o negativos). En segundos, gustamos o no gustamos, aunque nos pueda parecer injusto todas las personas lo hacemos.
Por eso, es importante prestar atención a cómo nos presentamos y cómo nos comportamos en nuestras interacciones cada día. Una vez formada la primera impresión, las personas tienden a buscar confirmación de sus juicios iniciales, lo que puede llevar a un sesgo de confirmación. Esto significa que las personas interpretarán nuestras acciones y comportamientos posteriores de manera que coincidan con su impresión inicial.
Albert Mehrabian, psicólogo y antropólogo americano, estudió el impacto de la primera impresión en nuestras interacciones diarias. Determinó su importancia teniendo en cuenta las diferentes áreas de la comunicación. Representó en porcentajes su poder de influencia, siendo el 55% la comunicación no verbal (vestimenta, apariencia, lenguaje corporal), el 38% el lenguaje paraverbal (distinto de la palabra) y el 7% la comunicación verbal (la palabra).
Así que, causar una primera impresión positiva puede abrir puertas a nuevas oportunidades, generar confianza y establecer una base sólida en futuras relaciones. Por el contrario, una primera impresión negativa puede ser difícil de cambiar y puede afectar a la reputación a largo plazo.
¿Se puede cambiar una primera impresión negativa?
Aunque es difícil cambiar esa impresión inicial, no es imposible. Hay estudios que demuestran que debemos coincidir al menos 8 veces más con una persona para que cambie una impresión negativa. En el ámbito personal se puede hacer, se puede volver a coincidir más veces con la misma persona, en reuniones de amigos/as, fiestas... pero cuando se trata del ámbito profesional, eso no suele ocurrir. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo o presentación de un proyecto, se perdería la oportunidad. Por tanto, se debe evitar crear primeras impresiones equivocadas.
Oscar Wilde dijo: “No hay segundas oportunidades para causar una primera buena impresión”, cuánta razón tenía.
¿Qué podemos hacer para causar una primera impresión positiva?
Teniendo en cuenta que lo primero que ve el ojo humano es la luz, el color, el volumen, las líneas y las formas, para después ver el movimiento y, por último, escuchar la palabra, unos consejos a seguir para causar una impresión positiva serían estos:
En primer lugar, cuidar la vestimenta y la apariencia. El uso de códigos de vestimenta adecuados al contexto personal o profesional y la elección del color con acierto, pueden ser un captador de atención para ser percibido o percibida sin interferencias y con coherencia. El sentido de la vista prefiere la armonía sobre el caos.
El poder de la primera impresión y algunas claves para conseguir dar la imagen que quieres
En segundo lugar, el lenguaje corporal armónico y la actitud positiva. Una posición de seguridad, pecho adelantado, piernas separadas a la anchura de las caderas, vista al frente y sonrisa sincera, marcarán la diferencia significativamente. Debemos ser nosotros mismos o nosotras mismas, pero mostrando la mejor versión.
En tercer lugar, el lenguaje verbal, palabras claras, concisas y coherentes con las expresiones, ya que, en caso de discrepancias entre ambos lenguajes, verbal y no verbal, prevalece el lenguaje corporal, y se estaría enviando mensajes contradictorios.
A todo esto, habría que añadir altas dosis de interés, una predisposición contagiosa para crear un ambiente propicio para el éxito. Cada día tenemos la oportunidad de ser mejores personas y profesionales si cuidamos los detalles, como destaca Robert Collier en su obra El secreto del éxito.
Y, por último, es importante tener siempre muy presentes a quién nos dirigimos y por quiénes vamos a ser percibidos. Además, la cultura, los valores, la edad, el nivel educativo... son aspectos que también influyen en la primera impresión.
Así que, ¿qué tal si ponemos en práctica el arte de impresionar?
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