Las trincheras de la desinformación
WAR ROOM
La terminología empleada por el Gobierno ruso conforma una monumental red que Putin viene fortaleciendo desde hace años para el control interno de Rusia e interferir en otros países
Huelva/EL presidente ucraniano Volodímir Zelenski se ve obligado a aparecer recurrentemente en vídeo para demostrar que no ha huido del país. El supuesto abandono del dirigente a su pueblo no es más que una de las muchas mentiras de la guerra que Putin está librando para intentar ganar el relato, consciente de que la persuasión es más efectiva que la represión. En este contexto de la llamada guerra híbrida, la desinformación es la nueva trinchera.
En el lenguaje de la propaganda rusa no existen las palabras “guerra” o “invasión”. La ocupación de Ucrania se enmascara aludiendo a una “operación militar especial”. Cada crisis tiene su propio lenguaje, pero en este caso la terminología empleada por el Gobierno ruso y por sus altavoces conforma una monumental red de desinformación que Putin viene fortaleciendo desde hace años para mantener el control interno de Rusia e interferir en otros países.
La Comisión Europea ya ha advertido que Moscú ha convertido la mentira en una potente arma, por lo que desde el inicio del conflicto ha tomado medidas drásticas para actuar de cortafuegos, como cerrar en Europa los medios de comunicación de propaganda del Kremlim. No es ésta una medida que cuente con el beneplácito de los expertos. Europa, sin embargo, tiene claro que los bulos forman parte de la guerra híbrida anunciada por Putin y pide la implicación de toda la ciudadanía de la Unión para desactivar las campañas de desinformación que están llegando al continente.
La justificación rusa de la invasión en Ucrania es el resultado de un largo proceso llevado a cabo desde hace años por el otro gran ejército ruso, el de los medios de comunicación y las redes digitales. En los últimos meses, esa maquinaria de propaganda ha creado una “campaña sostenida y coordinada de desinformación” controlada por el Kremlin y dirigida a la población rusa, a los países vecinos, a la Unión Europea y a Estados Unidos con el objetivo de “influir en la opinión pública” tal como ha constatado EUvsDisinfo, un proyecto europeo externo a las instituciones comunitarias especializado en combatir las mentiras de Rusia sobre Europa.
Mediante noticias falsas, tergiversadas o conscientemente incompletas aparecidas en los medios de comunicación y las redes sociales, se ha creado una narrativa alternativa de los hechos, según la cual el gobierno de Kief y la OTAN han sido los responsables de la concentración de tropas en la frontera de Ucrania y de la posterior invasión del país.
Según EUvsDisinfo, el aviso de que Ucrania preparaba una agresión ha sido y es una narrativa recurrente de la propaganda rusa. De hecho, el Kremlin ha tratado de presentar a Ucrania, por un lado, y a la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN, por otro, como amenazas para la seguridad de Rusia.
Semántica pro-Kremlin
Según la brigada antibulos de la UE “durante años, el Kremlin, sus medios y sus trolls han utilizado trucos baratos de la retórica de la desinformación”. EUvsDisinfo ha realizado una guía para descifrar la desinformación rusa con respecto a la guerra de Ucrania, identificado en la semántica pro-Kremlin expresiones como autodefensa de Rusia, operación militar limitada, no ocupación, negociaciones, desnazificación, desmilitarización de Ucrania o genocidio contra hablantes rusos.
Uno de los elementos clave de la desinformación rusa es el sistema de medios de comunicación, sobre el que el Kremlin ejerce un control férreo de la información. En el punto de mira de esta operación informativa se encuentran dos medios de comunicación, RT y Sputnik, sobre los que un informe del gobierno de Estados Unidos señala que “financiados y dirigidos por el estado ruso, son elementos críticos del ecosistema de desinformación y propaganda de Rusia”.
Según este documento, ambos medios “utilizan la apariencia de medios de comunicación internacionales convencionales para proporcionar desinformación y apoyo propagandístico para los objetivos de política exterior del Kremlin” y “son utilizados por parte de Rusia para intentar cambiar las opiniones públicas sobre Ucrania en Europa, Estados Unidos y lugares tan lejanos como América Latina”.
Europa está tratando de frenar la onda expansiva de la red de desinformación rusa y ha prohibido la transmisión de estos medios de comunicación estatales rusos en la UE. Este apagón ha originado un intenso debate, ya que esta decisión puede socavar uno de los principios sagrados: la libertad de prensa. Para justificar el veto a RT y Sputnik la Comisión Europea se ampara en que estas plataformas son “parte de la maquinaria de la guerra de Rusia”. Sin embargo, numerosas voces se han mostrado críticas con la medida, al considerar que pueden no ajustarse a la legalidad, y se cuestionan si realmente será efectiva.
Reporteros sin Fronteras (RSF) es una de estas voces y alerta de que el agujero negro informativo impide a la sociedad rusa el acceso a la información veraz. De hecho, la ley recién aprobada que castiga con hasta 15 años de cárcel por difundir “información falsa” sobre las fuerzas rusas y, en consecuencia, la decisión de medios de comunicación europeos de dejar de informar desde Rusia significa la pérdida de una de las principales herramientas para parar la guerra, que es concienciar a la sociedad rusa de lo que realmente está haciendo su gobierno en Ucrania.
La red de desinformación rusa alcanza también a las redes sociales, donde existe una enorme cantidad de cuentas falsas de supuestos ciudadanos que difunden propaganda pro-rusa. Esto ha llevado a las principales plataformas a eliminar, desmonetizar y bloquear canales de desinformación sobre Ucrania. Google ha bloqueado las emisiones en Youtube de RT y Sputnik, medida que también han secundado Meta (Facebook e Instagram) y Twitter.
En la guerra digital del siglo XXI, TikTok, Telegram, Twitter y otras redes sociales están inundadas de desinformación. La avalancha informativa dificulta la verificación, de manera que la mejor garantía antibulos sigue siendo, además de aplicar cierta dosis de escepticismo, acudir a medios de comunicación y a fuentes oficiales.
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