El tsunami que seguro llegará a Huelva
Desastres naturales
La Junta anuncia un plan de emergencias con el que secunda la iniciativa del Ayuntamiento
Los expertos insisten en involucrar a la población de forma directa para minimizar el impacto
La amenaza real de tsunami
La costa de Huelva va a sufrir los efectos de un tsunami. Está demostrado. Es algo científico. Ocurrirá pero no se sabe cuándo. Quizá mañana, dentro de tres años o dentro de cien. No se puede predecir con exactitud. Pero lo habrá. En todo el golfo de Cádiz y el Algarve portugués. Y esa certeza es la que lleva a los expertos a pedir una acción preventiva en todas esas zonas. Hay que estar preparados, insisten, y aunque no se pueda evitar el hecho, al menos sí impedir que se convierta en una catástrofe de grandes magnitudes. Si la población sabe qué hacer y cuándo hacerlo, menor será el impacto. “La clave en desastres naturales de este tipo”, subrayan, “es la autoprotección”. Por eso apremian para que esos preparativos sean los adecuados y se apliquen cuanto antes. No hay tiempo que perder.
Algo parece haber cambiado en los últimos tiempos. Nada que cambie lo expuesto, con sus incógnitas y sus certidumbres. Pero sí hay un cambio de actitud en la clase gobernante, que está dando los primeros pasos para atender esa necesidad acuciante que no pueden ignorar más. La Junta de Andalucía ha anunciado esta semana que está elaborando el que ha llamado Plan de contingencia ante el riesgo de maremotos en Andalucía. Básicamente, lo que pide la comunidad científica: una evaluación de los efectos de un posible tsunami y un plan de acción para reaccionar ante la emergencia. Casi lo mismo que el Ayuntamiento de Huelva, desde diciembre de 2019, está llevando a cabo de forma pionera en España, circunscrito al área local.
Desde la Junta, poco más ha trascendido. La Consejería de Presidencia, Administración Pública e Interior ha adelantado que ya se ha realizado un análisis de riesgo de la costa occidental, la de Huelva y Cádiz, señalada siempre por los expertos con el más elevado nivel por la gran actividad sísmica en el Atlántico, al suroeste peninsular. El de la costa oriental, alarmada por los últimos temblores en el mar de Alborán, está en ejecución.
El documento final que salga, apuntaba el martes la Junta en una nota, definirá el operativo que deba ponerse en marcha, el análisis de riesgo, un sistema de alertas y la información previa a la población. Sobre todo, se destaca, las medidas que lleven a disponer de una estructura organizativa que dirija y coordine la emergencia, además del establecimiento de los mecanismos de actuación y los recursos de intervención. De un modo más accesorio, el traslado de información a la población para determinar sus propios sistemas de autoprotección.
Los especialistas valoran el paso dado. “Hace pocos años ni siquiera se hablaba de esto”, apunta el presidente de Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF), el onubense Antonio Nogales. Su experiencia en intervenciones internacionales en grandes desastres como éste le lleva a empujar con insistencia a la Administración para que impulse medidas preventivas pero con la población en el centro.
“Hay que enseñar a la gente, que asuma respuestas automatizadas y sepa qué hacer cuando se da un aviso, sin esperar indicaciones de los servicios de emergencias”. Si tienen algún sentido los avisos previos a la llegada de una gran ola, insiste, es para que la población se movilice, “que aplique su autoprotección, que es la clave en este tipo de desastres”.
También esta semana se ha conocido que la Junta prepara tres simulacros a gran escala para mediados de octubre. El día 20 se hará en Cádiz y Huelva, precisamente para el ensayo de una emergencia por tsunami, centrado en la intervención de respuesta con todo el operativo de cuerpos de seguridad y emergencias.
“No vale hacer ensayos sobre qué hacer después, sino antes, para salvar vidas. Si la gente no los conoce, no sirven”, apuntaba en una entrevista hace un año el catedrático Juan Antonio Morales, de la Universidad de Huelva, y presidente de la Sociedad Geológica de España. Antonio Nogales le secunda: “Los simulacros son imprescindibles, pero más que para ver cómo reaccionan los equipos de emergencia tras el desastre deben ser para que se minimicen los daños antes. La gente debe saber qué hacer, llegado el caso”.
Lo mismo decía el cineasta Fernando Arroyo ante el estreno de su aclamado documental La gran ola en 2017: “Lo más importante es saber qué hacer. No es cuestión de prevención sino de educación. Los simulacros son de oficina, para vender titulares. ¿Participa la población?”.
Aunque aún no se han hecho públicos los informes realizados para el Plan de la Junta de Andalucía, tanto Morales como Nogales recelan de su eficacia, especialmente en Huelva capital, después de conocer parte del procedimiento a través de colegas involucrados en el mismo.
El presidente de BUSF sospecha que el estudio geológico que se ha hecho en el golfo de Cádiz es “muy superficial, muy general”, y que el diseño del plan es también “muy general, lo típico”, sin ahondar en “qué debe hacer una persona según viva en una calle u otra de cada ciudad”.
Juan Antonio Morales defiende que “la metodología aplicada en el modelizado es irreprochable”, en manos “de los mayores especialistas del mundo”, de la Universidad de Málaga. Pero sí aprecia lagunas importantes en Huelva capital, que entiende fuera del análisis hecho. “Por su singularidad, en un estuario, es necesario un modelo mucho más detallado, con la cartografía más precisa. Requiere de un modelizado y una metodología aparte porque no sabemos cómo se comportaría en el estuario, con canales más estrechos y menos profundos. Hay que contemplar distintos escenarios según las variables, como las mareas, las corrientes o las propias condiciones de la ola”.
Morales cree que bastaría con predecir el escenario más desfavorable posible, “con una ola de 15 metros, en marea viva y circulando cerca de la pleamar”. “Hay que estar preparados para lo peor porque luego las vías de escape serán las mismas para la población”.
Aunque Antonio Nogales recalca la necesidad de precisión porque las condiciones no serían las mismas en toda la ciudad, y las indicaciones, tampoco. “Habrá que determinar cómo debe actuar cada persona, según la zona en la que viva o trabaje”. Un detalle, dice, que sí ofrecerá el plan que están elaborando en Huelva a petición del Ayuntamiento de la capital y que pide que sea secundado en otros municipios de la provincia. “No se trata de alarmar a nadie, sólo que la gente tome conciencia del riesgo y sepa qué hacer si le toca”.
Medidas de concienciación ciudadana este mismo curso
El Plan de información y sensibilización ante el riesgo de tsunami en Huelva, puesto en marcha en diciembre de 2019 por iniciativa del Ayuntamiento de la capital, retoma este mes las reuniones de trabajo que deben llevar en pocos meses a la redacción de un documento y a su aplicación. De hecho, según informan fuentes municipales, hay previsión de que a lo largo de este curso se puedan empezar a desarrollar las medidas de concienciación. El Ayuntamiento cuenta para este plan con la participación de Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF) y las administraciones estatal y autonómicas, la Universidad de Huelva y los diferentes fuerzas y cuerpos de seguridad y emergencias. Pese a que la irrupción de la pandemia ha ralentizado el desarrollo previsto, han estado trabajando estos meses las dos mesas de trabajo creadas. Por un lado, representantes de la Junta y las universidades de Huelva y Málaga, para la identificación de las zonas vulnerables en la ciudad a un tsunami, así como las seguras y posibles vías de evacuación; y por otra, la comisión que reúne miembros del BUSF y administraciones para el diseño del plan de información y sensibilización de la población para proporcionar a los onubenses todos los mecanismos de autoprotección posibles. Según informa el Ayuntamiento, las acciones de información irán encaminadas a que cada onubense tenga claro cómo debe actuar en caso de desastre, mostrando los pasos a dar según se encuentre en sus domicilios, centros de trabajo, centros escolares o de ocio para protegerse. También se contempla la realización de simulacros con la población y encuestas periódicas para evaluar el grado de conocimiento que se va adquiriendo con la aplicación del plan municipal. Los expertos participantes en este proceso creen que en pocos meses podría empezar a aplicarse en la capital.
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