Un año desde la muerte de José Díaz, el joven de Huelva que recibió la eutanasia: "Aún nos deben una disculpa"

"Pensaba que la muerte de mi hermano sería un antes y un después en la eutanasia, pero creo que me equivoqué"

La lucha de la familia de la Orden se alargó 18 meses hasta que recibió la prestación de ayuda a morir: "Hicieron falta seis intentos de suicidio y recurrir a la presión mediática"

José Díaz, quinto onubense que muere por eutanasia desde la puesta en vigor de su ley en 2021

La familia de José Díaz Pérez en su casa, con un retrato del joven.
La familia de José Díaz Pérez en su casa, con un retrato del joven. / Alberto Domínguez

Huelva/"Anímicamente, diría que te sientes peor que al principio, -cuando se despidió de su "alma gemela"- pero vivo satisfecha porque hice lo que consideraba necesario y luché hasta el final. Ahora queda echarlo de menos, pero al menos ya no sufre". La familia onubense Díaz Pérez acaparaba hace justo un año portadas y telediarios nacionales. Se despedían entre lágrimas de dolor y de cansancio entonces de su hermano, José Díaz Pérez (33 años), que tras una lucha de 18 meses totales recibía el sí definitivo a la muerte asistida.

"Pusimos música, su disco favorito. Me agarró de la mano y vi como su expresión facial cambiaba, cómo se iba relajando. Fue un momento duro pero muy bonito. Mi hermano había dejado al fin de sufrir", cuenta Sandra Díaz a Huelva Información.

Se materializaba entonces una decisión tomada tiempo antes por el vecino de la Orden, algo que es innegable "que te choque en un primer momento". "Intentas que cambie de parecer, pero cuando lo ves sufrir día tras día, ves que la enfermedad no tiene solución y que padece un dolor terrible intentas dejar de pensar en ti para pensar en la otra persona". En el caso de José, padecía una necrosis cerebral tras una intoxicación por ingesta de metanol, algo que lo había dejado de golpe y porrazo sin vista, voz y a penas movilidad, además de dolores crónicos "en todo su cuerpo".

La eutanasia pasó a ser un propósito rotundo cuando todos los médicos repetían lo mismo: "Enfermedad incurable y con dolor extremo, degenerativa". Desde la familia, también se reafirmaron en su apoyo al onubense en uno de sus intentos de suicidio, que sumaban ya cinco, y en sus tantos ataques de ansiedad.

Familia de José Díaz Pérez y José, meses previos a recibir la eutanasia.
Familia de José Díaz Pérez y José, meses previos a recibir la eutanasia. / Alberto Domínguez

Los días posteriores a su muerte fueron más amargos. "Es una pérdida y las pérdidas duelen. Lo que nos mantiene es lo que luchamos por él, que se lo demostramos, que dimos lo que teníamos y peleamos hasta el final por su decisión".

Un vacío grande quedaba en sus vidas tras el uno de abril de 2024. Un hueco que siempre permanecerá -también en su hijo, de ahora 17 años- y que se va sanando cumpliendo algunas de las "promesas pendientes" con la memoria de su hermano. La de Bartolina, madre del joven, contar su historia a través de un libro. La de Sandra, asistir, dar consejo y apoyar a aquellos que viven algo similar.

"Hay gente de Huelva que se pone en contacto conmigo a través de las redes sociales y preguntan. Quieren comprensión y alguien que les guíe, porque aún hay un gran tabú en torno a la eutanasia y para muchos es una lucha callada. Intento ayudarlos en los pasos que dar y también el apoyo de alguien que ha pasado por lo mismo". En Andalucía, cuenta, "hay muchas familias que apoyan a sus seres queridos, pero la sanidad o la justicia es la que se opone".

Familia de José Díaz Pérez, un año después de su muerte.
Familia de José Díaz Pérez, un año después de su muerte. / Alberto Domínguez

"Pensaba que lo de mi hermano iba a suponer un antes y un después en la eutanasia, pero para nada"

"Sabíamos que aunque estuvieran por medio los mejores especialistas no había nada que hacer. Mi hermano no iba a mejorar sino al contrario. Estaba destinado a morir en una cama lleno de dolor y sin poder mover ni un dedo". Cuenta la que fue su obsesión desde que la idea de la eutanasia era uno de los temas de conversación en el hogar, cuatro años después de que su hermano sufriera la intoxicación. Antes de aquello, siempre hubo esperanzas en la mejoría del estado de salud. Pero empezaron a plantear la posibilidad en las consultas y revisiones, y a petición de José.

"Al principio, el médico de cabecera se negó, nos mandaron a Manzanilla -por falta de médicos objetores de conciencia-, algo que fue un completo desastre y una desesperación para mi hermano. Todo ello desembocó en un proceso que duró 18 meses cuando la justicia dice que debería de durar entre 30 y 50 días".

Familia de José Díaz Pérez en su casa, meses antes de su muerte.
Familia de José Díaz Pérez en su casa, meses antes de su muerte. / Alberto Domínguez

Acreditaron entonces, durante el proceso judicial, más de 200 documentos que avalaban que José Díaz "cumplía con los requisitos para conseguir la muerte asistida, entre ellos que padecía una enfermedad y padecimiento crónica e irreversible, mayor de 18 años, en plenas facultades mentales y de nacionalidad española. Y la Justicia lo denegó".

"A día de hoy, todavía esperamos una respuesta"

Volviendo entonces al punto de partida, tocó recurrir a la presión mediática para conseguir visibilidad en su caso, algo que lograron y con creces. "Denuncié la injusticia ante la sociedad, llamé a muchas puertas y poco a poco llegó a que se escuchara en toda España. ¿Si no hubiera habido presión mediática? Puede que aún estuvieramos hablando del tema".

"Ya a mi hermano nadie le puede pedir disculpas, pero aún esperamos una respuesta sobre lo que ocurrió. Todo el mundo se equivocó y hubo muchos fallos en el proceso, y visto está que finalmente lo conseguimos y los documentos así lo reconocen. Lo que sí que está claro es que el sufrimiento de mi hermano y el nuestro se alargó más de lo que debía".

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