usecic: los centinelas de la seguridad ciudadana
Tras las siglas de Usecic se erige la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia de Huelva. Nacida en 2003, es la brigada más camaleónica, la más dinámica en sus traslados, la que complementa al resto. Está conformada habitualmente por una treintena de agentes operativos que son, en palabras del jefe de la Usecic onubense, Gregorio Salgado, "el corazón" de la Sección de Intervención Rápida (SIR) de la Benemérita, que puede llegar a estar constituida por 41 agentes en caso de necesitar apoyo.
Los centinelas de nuestra seguridad están dirigidos por cuatro mandos: un oficial, un suboficial y dos cabos; y gozan de una extraordinaria libertad de movimientos. Su principal misión es apoyar a otras unidades territoriales para mantener el orden público, especialmente en materia de vigilancia en eventos deportivos, espectáculos, fiestas o visitas de personalidades. Son los antidisturbios de la Guardia Civil. Pero su labor va mucho más allá.
Si se detecta, por ejemplo, que la delincuencia se dispara en una zona determinada de la provincia y durante un lapso de tiempo concreto, el grupo se dirige allí y lleva a cabo intensivas labores de vigilancia para tratar de disuadir a los criminales: realiza controles de identificación constantemente, acude a las incidencias que se requieran y se organiza en patrullas, con la ventaja de que todas se apoyan entre sí. Es lo que ocurrió, por ejemplo, en La Rábida en 2011, cuando una banda de asaltantes de chalés sembró el pánico entre los vecinos. Su presencia, indica el oficial Gregorio Salgado, bastó para evitar la reaparición de los cacos, al menos hasta que fueron detenidos por la Guardia Civil a principios de este año.
La jornada comienza para estos guardianes de la ciudadanía con una reunión en la que los mandos les exponen el plan para el día. Varias veces al mes realizan maniobras de entrenamiento, especialmente centradas en la intervención como antidisturbios en manifestaciones. Los acompañamos hasta una explanada de Corrales donde nos muestran el proceder en el control de masas, una suerte de coreografía perfectamente orquestada cuyo fin último es evitar altercados.
La Usecic moviliza de una tacada a 15 o 20 agentes que viajan en cinco o seis vehículos. Cuando intervienen, por ejemplo, en una gran manifestación -ya apoyaron a la Policía Nacional durante la pasada huelga general-, llegan en bloque con las sirena y rotores puestos y "todos los funcionarios bajan de los coches a la vez y se colocan la defensa y el casco al cinto", explica Salgado. El impacto visual de la acción constituye ya en sí mismo un elemento disuasorio. De hecho, apunta el jefe de la Usecic, "en Huelva pocas veces nos ha hecho falta llegar a más, ésta es una provincia muy tranquila".
La siguiente fase de la intervención antidisturbios pasa por generar una barrera de contención, "con el corte de calles para que la gente no pase"; si la situación no mejora, "a una señal del mando se visten del todo" y se colocan los cascos, se protegen con los escudos y preparan las pistolas de pelotas de goma o los gases.
Nada queda a merced de la improvisación. Antes de llegar a la zona en la que van a actuar, los agentes de la Usecic han previsto "que no haya elementos peligrosos, como piedras, o la dirección del viento, de modo que al arrojar botes de humo u otros elementos no se vuelvan en contra nuestra".
El objetivo es "neutralizar al líder de un altercado". Para ello, uno de los oficiales trata de negociar la situación con él mientras los demás funcionarios tratan de calmar los ánimos y "normalmente se consigue con éxito".
Finalizado el entrenamiento de la Usecic de Huelva en Corrales, somos testigos de la organización y el desarrollo de un control antiterrorista o de identificación de personas, que la unidad realiza esencialmente en la A-49 con una periodicidad media de ocho al mes. Suelen durar entre 30 minutos y una hora, "no tiene sentido que duren más porque los delincuentes se enteran rápido de que estamos en un punto determinado y ya no sirve de nada".
El factor sorpresa es fundamental en estos controles y la Usecic tiene una gran movilidad y capacidad de ejecución para hacer de él uno de sus estandartes. En apenas dos minutos, los dos vehículos más rezagados comienzan a frenar a los vehículos que transitan por la autovía, mientras los intermedios colocan la señalización que regula la velocidad y los más adelantados montan todo el dispositivo de control en el puente sobre el Odiel, cerca de la salida de Gibraleón.
Comienza entonces la selección de automóviles. A unos se les deja seguir, a otros, sobre los que puede cernirse alguna sospecha, son desviados a la zona de identificación y registro. Entra entonces en acción uno de los perros del Servicio Cinológico del Instituto Armado, especialista en encontrar droga. En el primero de los coches registrado encuentra una bellota de hachís y se procede a sancionar a sus ocupantes, a los que se impone una multa de 300 euros. Viajaban de Algeciras a Portugal y portaban 1.000 euros en efectivo. El can llegó a marcar varios puntos más del vehículo, pero posiblemente los viajeros ya se hubieran desecho de ella con anterioridad.
En el anecdotario de los agentes de la Usecic figura, por ejemplo, el caso de una persona que arrojó una tableta de 30 gramos de hachís por la ventana antes de llegar al control. Pero la jugada le salió mal. La casualidad quiso que el viajero llegara al punto de identificación con la pastilla de droga sobre el techo del coche, lugar en el aterrizó sin que su propietario se percatara.
El control de Gibraleón finaliza sin detenidos y con otro chico multado por tener el carné de conducir caducado. En apenas dos minutos, de nuevo, se desmonta el operativo y la Usecic se traslada a otro punto estratégico, las inmediaciones del puente sobre el río Guadiana, en la última salida de la A-49 hacia Ayamonte.
Desde las alturas, el helicóptero del Servicio Aéreo de la Benemérita vigila el desarrollo del nuevo control antiterrorista. Aquí varios vehículos son registrados a fondo y se multa a varios ciudadanos por tenencia de drogas para consumo propio y a una chica que conducía un coche que hacía más de un año que debía haber pasado la ITV.
Así acaba la jornada para los agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia de Huelva, efectivos que también atienden las requisitorias de los juzgados y de otras policías durante la identificación de personas, requisan los objetos que sospechan que puedan ser robados para que sean analizados por otras unidades o llegan a intervenir en asaltos a viviendas, a las que entran con un ariete para sorprender a sus inquilinos sin levantar sospechas previas. Son los centinelas de la seguridad ciudadana, los más versátiles del Cuerpo.
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