Los vecinos de Pescadería denuncian que el barrio se ha convertido en un “refugio para indigentes”
Los residentes sufren desde hace meses intimidaciones, altercados e incluso robos, por lo que piden “mayor seguridad” en la zona
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En los últimos meses, el céntrico barrio de Pescadería se ha convertido en un “refugio para los indigentes”. Así define la presidenta de la asociación vecinal de esta moderna barriada, María Luisa Domínguez, la situación que sus vecinos viven a diario debido al aumento de la presencia de personas que se dedican a “beber, ensuciar y orinar” en las calles. De hecho, el último incidente que denuncian es el robo del bolso a una mujer de edad avanzada que se encontraba sentada en un banco de la zona.
La preocupación de los vecinos es diaria. En una ubicación que "en principio no era mala”, se vienen sucediendo últimamente actos vandálicos, botellones, intimidaciones -especialmente a mujeres- o agresiones a la propiedad privada. “Han llegado a robar en la Casa del Mar, prender fuego en arriates, romper lunas de coche o intentar quitarle el móvil a jóvenes”, denuncian desde la asociación.
María Luisa explica que, aunque la localización de este grupo de personas “es rotativa”, cada vez hay un mayor número de ellas por la zona de la avenida Italia y los soportales del edificio contiguo a la gasolinera de esta calle. “También han estado en el Ensanche -donde incluso estuvieron durmiendo en un coche durante meses- o en el Muelle del Tinto”, añade.
Además, aunque “muchos de ellos no son sintecho”, María Luisa aclara que otros sí se han asentado en los soportales de la calle Villa de Madrid o en la puerta de la Federación Onubense de Empresarios (FOE), donde “ensucian, forman escándalo, hacen sus necesidades y dejan restos de comida", lo que además "puede atraer a las ratas”. Por ello, “habrá que darles otra solución habitacional”, sugiere, ya que “nos preocupa la seguridad de los vecinos, especialmente de los que viven más alejados en el Ensanche, quienes tienen miedo porque deben atravesar un descampado para llegar a sus casas”.
Pero esta sensación de inseguridad se extiende a muchos otros residentes, gran parte de ellos mujeres que han sufrido algún episodio incómodo o de intimidación por parte de estas personas. Este es el caso de Andrea, Paula, Alba o María, vecinas de la zona que han contado a este diario sus experiencias al volver solas a casa a distintas horas. A una de ellas la siguieron insultándola durante un tramo, a otra le escupieron y le ofendieron verbalmente, otra tuvo que desviar su camino y acudir a un establecimiento abierto para que la dejaran de increpar, y otra de ellas acabó en comisaría denunciando una agresión con tocamiento que sufrió cuando regresaba a casa después de hacer deporte. Allí le indicaron que lo conveniente en este tipo de casos es “acudir justo después de que ocurra”, para así facilitar la labor de reconocimiento por parte de los agentes.
Diferentes situaciones que comparten un denominador común, el aumento de la inseguridad y el miedo en el barrio. Con el fin de erradicarlo, desde la Asociación de Vecinos Pescadería ya han mantenido varias reuniones con los responsables de seguridad de la Policía Local y la Nacional. En todas ellas, las reivindicaciones han girado en torno a la “necesidad de aumentar la vigilancia”, según detalla María Luisa. No obstante, “sabemos que no pueden poner un servicio fijo en cada barrio que lo demande, pero con una ronda no es suficiente”.
De igual modo, aunque aseguran que “nos gustaría que hubiera más vigilancia, se amonestase a quienes producen basura o se desalojase la zona”, reconocen que la solución no pasa por “desplazar a otro barrio lo que no queremos para el nuestro”. Ante este contexto, resolver el problema se antoja complicado. Una de las últimas peticiones que se han hecho es la de quitar los bancos de los edificios próximos a la gasolinera, una opción “triste pero que quizá evite que se alojen aquí”.
Por otra parte, desde la asociación tienen claro por qué eligen este barrio. “Se asientan aquí porque es una zona tranquila para ellos”, asegura la presidenta. “Se sienten más seguros porque consideran que es una zona con otra situación socioeconómica,” así como por “el tipo de vecinos que hay”, prosigue María Luisa, que pone en duda el proyecto de crecimiento de la ciudad por esta zona dado el contexto.
En cualquier caso, desde las autoridades locales confirman que Pescadería es actualmente “la zona caliente” de la ciudad, desde donde se reciben “llamadas a mansalva”. Asimismo, reconocen que el remedio pasa por un mayor trabajo de prevención, así como por establecer patrullas de paisano, pues “si la gente ve al policía con el uniforme no actúa igual”. En un barrio en el que no todas las noches hay vigilancia policial, admiten que el problema no es la falta de recursos, sino más bien su asignación.
Mientras tanto, los vecinos de esta zona esencialmente habitada por familias jóvenes seguirán haciendo lo posible por recuperar la seguridad que no hace tanto caracterizaba a su barrio, lo que esperan que suceda antes de tener que lamentar un problema mayor.
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