Vía crucis en la cárcel con Estudiantes

Huelva de ayer a hoy

Los internos participan en la celebración de Semana Santa que organiza el Secretariado de Pastoral Penitenciaria del Obispado de Huelva

La réplica del Cristo de la Sangre para el vía crucis en el interior del Centro Penitenciario.
La réplica del Cristo de la Sangre para el vía crucis en el interior del Centro Penitenciario. / HUELVA INFORMACIÓN
Eduardo Sugrañes

18 de abril 2025 - 05:00

El Viernes de Dolores resultó este año especialmente distinto para la Hermandad de Estudiantes, acudía invitada a participar en el vía crucis en el Centro Penitenciario de Huelva, como un adelantado Viernes Santo rememorando la Pasión del Señor.

En el interior, en el corredor de seguridad, era un momento de sentido recuerdo porque hacía tampoco que el Cristo de la Sangre era descendido aquí en su traslado privado para el Acto Jubilar de Cuaresma en el Centro Penitenciario; lo que inevitablemente para todos era un cúmulo de sensaciones que se convertían en nostalgia, aunque en esperanza.

En el centro sociocultural, espacio que cada tarde de viernes se convierte en templo sagrado para los internos donde celebran la Eucaristía, ahora en todas sus paredes discurría las estaciones del vía crucis, con imagen de Jesús del Gran Poder marcando cada uno de los pasos del Señor en su Pasión.

La presencia del Cristo de la Sangre se hizo real para todos en una reproducción pequeña, de cabecera, que realizara Alberto Germán Franco y policromó su padre José María Franco, ambos hermanos y fundador de Estudiantes. La bendijo el padre Emilio Rodríguez Claudio, capellán del centro.

Cuatro miembros de la junta de gobierno de la Hermandad de Estudiantes, presididos por su hermano mayor, Pablo Marchena, la iluminaban con cirios tinieblas al igual que los del cortejo del Martes Santo. Los internos eran los que portaban el crucifijo, con una devoción en la que se notaba que para ellos era un latir distinto en una tarde que trasladaba a lo vivido hacia solo unas semanas con la presencia del Cristo de la Sangre en este mismo lugar. "Estuve en la cárcel y viniste a verme" Mateo, 25.

Esa devoción se veía reflejada en sus miradas, en cómo portaban al Señor con delicadeza. Sentimientos que se exteriorizaban cuando lo acariciaban, lo besaban o lo acercaban a otro interno ciego para que pudiera apreciar la verdad del Cristo entre ellos, tocando el rostro del Señor.

De estación a estación se iban turnando los internos, a los el hermano les dijo que los consideraba hermanos de Estudiantes en esa nómina de la devoción que une ante la humanidad del Jesús hecho Hombre entre nosotros.

Se iba interiorizando el vía crucis de estación a estación acompañado por piezas litúrgicas en el violín de uno de los internos.

El rezo resultó una meditación que iba calando en todos, unas estaciones con reflexiones profundas y cercanas que mueven el corazón escritas por Emilio Rodríguez Claudio, al que acompañaba el otro capellán del centro José Ángel Romero.

No me mueve, mi Dios, para quererte el Cielo que me tiene prometido….

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido...

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,

que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno, te temiera...

Momentos íntimos de profundidad y sencillez; cuando los internos dejaban de portar el crucifijo volvían a su lugar con caras de gozos, de haber participado en un acto que les reconforta y le ofrece luz en estas horas que se dan la mano una a otras, días a días, año a año entre estas paredes. El Cristo de la Sangre ofrecía un jarro de agua fresca como salida de su costado para aliviar el desconsuelo.

El Cristo de la Sangre se hacía de nuevo presente, los internos que participaban en el acto desde los asientos de este salón-capilla, recorrían con sus miradas cada una de las estaciones en una meditación en el camino de la Pasión del Señor hacia el Calvario, hacia su Resurrección.

Ese es el momento de esperanza en la meditación final, en el deseo de que los internos cuando regresen a la vida normal hayan no solo cumplido con la sociedad sino que se puedan integrar a ella como cualquier otro ciudadano, rehechas sus vidas.

Se vivió un vía crucis de una forma muy especial, muy interior, invitaba al recogimiento, a la meditación, al compartir, al sentirse cercano con el que sufre, a llevar a Cristo a todos los rincones de la ciudad, de esos lugares que en la oscuridad también están especialmente receptores a recibir la llama encendida del Cristo de la Sangre.

La Hermandad de Estudiantes espera que estos vínculos se prodiguen y sea una forma de extender su acción pastoral y cofrade no solo en el entorno a su parroquia, sino hasta el mismo centro penitenciario.

El hermano mayor les llevó una ampliación fotográfica del momento en el que el Cristo de la Sangre era levantado entre hermanos e internos en este centro. Los internos lo recibieron con aplausos, emocionados y agradecidos, ese soy yo, esa es mi mano, decía otro. Un acto que fue posible gracias a la generosidad de los hermanos de Estudiantes en un acto organizado por el Secretariado de Pastoral Penitenciaria del Obispado y de Huelva Información.

Se abre aquí un camino para llevar la Esperanza de Cristo en este Año Jubilar a todos, abriendo las puertas del corazón a los internos, donde no se escuchan bandas de cornetas ni saetas ni el rachear de los costaleros… pero se siente igualmente la Semana Santa en la espera de la Resurrección.

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