La vida vuelve al campus de la Universidad de Huelva
La Onubense reabre sus puertas a sus alrededor de 12.000 alumnos tras dos cursos llenos cambios e incertidumbre a consecuencia de la pandemia
Huelva/El 27 de septiembre comenzaron las clases para los aproximadamente 12.000 alumnos de la Universidad de Huelva. El curso del reencuentro, de algo bastante más aproximado a la normalidad, atrás quedan unas instalaciones anormalmente vacías. Años soñando con cumplir los 18, dejar el instituto, comenzar a saborear más libertad y en esto que llega la pandemia y los estudiantes pasaron más tiempo que nunca encerrados en su casa.
“Se nos vino el mundo encima, todo el mundo está mal anímicamente”, dice María, que junto a sus compañeros Tiberio, Javier, Félix y José Antonio estudia en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI) de la UHU, en el Campus del Carmen. Durante meses, superado el confinamiento, los futuros ingenieros fueron los únicos estudiantes que habitaron las instalaciones universitarias para realizar las prácticas durante el segundo cuatrimestre del curso pasado. Unos momentos, recuerdan, en los que “estábamos solos, todos los aparcamientos estaban vacíos”.
No obstante, la ETSI es uno de los centros que más firmemente apostó siempre por la presencialidad en clases y exámenes. Sin embargo tampoco escaparon de la inevitable formación virtual, en la que los universitario sondeados por Huelva Información aprecian notables diferencias entre unos docentes y otros. “Si un profesor hace sacrificios se nota mucho, se necesitaban horas extras a mansalva, con las normales no cubres”, asegura José Antonio. Tiberio coincide en que la adaptación de los profesores al nuevo medio fue desigual, “algunos se compraron una tableta gráfica pero los que estaban acostumbrados a la pizarra plantaban su PDF”.
Ellos, los estudiantes, admiten también que al estar todo el día en casa “ganábamos mucho tiempo, pero fatiga estar todo el día delante de una pantalla de ordenador, era lo que peor llevaba porque me daban dolores de cabeza”, señala María.
De vuelta al presente, “ahora me cuesta más salir”, dice Javier, a lo que su compañera María contesta que “también me veo menos sociable, antes era extrovertida”, dice la única chica del grupo, acostumbrada a esta circunstancia tan habitual en las carreras técnicas –“lo llevo bien”, asegura–. Su compañero José Antonio disfruta ahora de su camino de regreso a casa en coche, “agradezco esa fase de transición y de desconexión de una cosa con otra, aunque antes tuviera más tiempo”.
Superado el encierro y de vuelta a la vida universitaria plena, coinciden en señalar que se han topado con la idea que aseguran que les transmiten los profesores de que “el nivel de exigencia ha bajado en la cuarentena y yo discrepo, es todo lo contrario”, afirma Javier. Según señala, “un profesor nos llegó a decir que no contrataría a ningún ingeniero de la pandemia”. “Hay desconfianza en los alumnos”, concluye.
Agradecen los gestos de la Universidad de Huelva en este curso recién estrenado porque “se nota que hay más actividades, se intenta dar vida, por ejemplo con el punto de vacunación y actividades deportivas”.
La cordobesa María Luisa y la gaditana Carmen están recién aterrizadas en Huelva para estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. No las tenían todas consigo, ambas pensaban que su primera andadura en la universidad sería a través de clases semipresenciales, desde luego no con la normalidad casi recuperada, teniendo en cuenta las características específicas de sus estudios. A pesar de la incertidumbre, dan sus primeros pasos universitarios disfrutando del campus desde el primer día. A él, indica Carmen, llegaron “a ciegas”. Las jornadas de bienvenidas de la prepandemia han sido virtuales “y el mismo día del comienzo de las clases mucha gente se perdió, tenían que haberlas hecho antes de que empezáramos. También es verdad que el campus no es muy grande”.
“Me habían hablado muy bien de Huelva” y está muy contenta en la ciudad. María Luisa colocó a Granada como primera opción en su preinscripción, pero sobre la alternativa onubense asegura que “me ha sorprendido”, para bien.
De bastante más lejos, de Alemania, acaba de llegar Monika, estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Bochum. Esta erasmus ha llegado por cinco meses y es su tercer año como universitaria. Con un castellano más que aceptable pese a que es la primera vez que viene a España, explica que “pedí Huelva porque está en Andalucía”. Ya conoce el Monumento a Colón y el Muelle de la Rio Tinto y cuenta con entusiasmo que “la faceta histórica de Huelva es muy interesante, además del clima”, dice sonriendo mientras mira a su alrededor en la cafetería, punto neurálgico de cualquier universidad que se precie.
“Aquí la gente es muy diferente, ayudan a la gente mayor, les ceden los asientos y en Alemania no es así”. Aunque Monika vive su especie de luna de miel con la ciudad que ahora le acoge y a la que se adapta con rapidez, también indica que cuando llegó al Campus del Carmen “no tenían ni un plano para mostrarme”. Además, aunque no es su caso, considera que “si no hablas buen español y sólo te defiendes en inglés se hace difícil, tienes muchos problemas en la vida cotidiana”.
En su país, la pandemia también ha determinado su trayectoria universitaria por lo que en los cursos anteriores “todo era on line o a través de Zoom” y “a mí me gusta hablar con la gente, eso me faltaba mucho”, todo parece indicar que en Huelva se desquita.
Si en la ETSI disfrutaron de más presencialidad que en otros centros de la UHU, en la Facultad de Humanidades era “todo on line”, dice Luis David. Este ayamontino estudia su cuarto curso y decidió permanecer en el piso que tiene alquilado en la capital porque “no puedo estudiar en casa, prefería hacer la vida más normal que podía”. Jesús, de Villablanca, tomó otra opción, “me fui a mi casa, con mi gente, además mi casera fue algo más comprensiva y a partir de febrero ya no tuve que pagar más mensualidades”. José Antonio, también de Ayamonte, optó igualmente por marcharse “para compartir esos momentos con mi familia”, aunque en su caso sí tuvo que abonar todos los meses de duración del contrato de alquiler.
El balance universitario de Luis David en tiempos de pandemia es negativo, considera que han sufrido “muchas carencias, sobre todo lectivas, de las asignaturas no se aprendía ni el 50% respecto a antes del confinamiento”. En este sentido, explica que “muchas veces no teníamos clase, la conexión fallaba o el profesor no se presentaba”.
Lo cierto es que hace dos cursos, allá por marzo de 2019, las circunstancias obligaron a una reinvención a todos los niveles y como quien dice, en horas. “En la enseñanza presencial preguntas dudas pero en la virtual te las llevas a casa porque cómo vas a interrumpir”, prosigue Luis David, que destaca la labor de su profesora de Historia de América I. “Dimos la primera parte del curso pasado normal hasta noviembre y ella se adaptó, es mayor pero se manejaba, nos preguntaba por nuestra dudas, de pocas personas podías coger apuntes pero ella fue la única con la que verdaderamente aprendí”.
A estas alturas del año pasado la incidencia de los contagios comenzaba un ascenso imparable con el consiguiente estado de alarma, cierres perimetrales y cambios en los niveles de alerta que obligaban a tomar decisiones cada poco tiempo en atención a una volátil situación sanitaria. A esta situación se tuvo que adaptar también la Universidad de Huelva, que acabó por dar autonomía a los centros para adoptar las medidas que mejor se adaptaran a cada uno de ellos. “Los exámenes del primer cuatrimestre los atrasaron una semana y no sabíamos cómo iban a ser –finalmente fueron virtuales–. No buscaban saber lo que habíamos aprendido, teníamos poco tiempo para razonar y estábamos muy vigilados”, dice Conso. Para su compañera María “había poca empatía, estaban centrados en que no copiáramos”.
Rubén vivió esta etapa como estudiante erasums en Alemania y asegura que aunque la enseñanza también era on line, “estaban más dedicados al conocimiento, había grupos reducidos para poder interactuar y más flexibilidad horaria”. Ahora, ya relajados cerveza mediante en la cafetería, recuerdan que tenían mucho tiempo, “pero sólo podíamos estudiar, nada de ocio, es que te hundes moralmente. Para desconectar, lo único que había era dormir y ver películas” dice María. Todos asienten mientras Santi, que acaba de unirse al grupo añade “y comer”.
Las mascarillas recuerdan que la pandemia permanece y los servicios administrativos deben seguir reducidos, “de tres ventanillas que teníamos ahora atienden sólo en una”, dice Luis David, mientras todos protestan al explicar que tuvieron que formalizar sus matrículas con las clases ya empezadas.
Críticas, protestas, cervezas, cafetería y sobre todo, estudiantes. La Universidad de Huelva recupera algo muy parecido a la normalidad.
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