La villa de Huelva en el siglo XVI (I)
Historia menuda
El hambre y privaciones del campesinado de finales del XV favoreció que los agricultores sin heredades emigraran a América l La Casa de Contratación se implantó injustamente en Sevilla
LOS estruendos guerreros de la Reconquista cesan en esta zona sureña de Andalucía. Los hijos de Huelva, que no han domado su espíritu aventurero, se disponen a probar suerte en las nuevas tierras americanas realizando hazañas, participando valerosamente en conquistas, pero la villa de Onuba aparece como poético lugar de retiro para los nobles de Niebla.
El siglo XVI comienza mal para Huelva: Sus hijos y los de los pueblos limítrofes han realizado la portentosa hazaña del descubrimiento de América e, injustamente, la Casa de Contratación la instalan en Sevilla en 1503. Si se hubiera situado esta Casa en Huelva le hubiera supuesto a la entonces villa una gran metamorfosis, ya que era una especie de lonja donde se reunían todas las mercaderías que salían para las Indias y aquellas que traían las naves de los expedicionarios, interviniendo en su compraventa y transporte. También se extendieron sus atribuciones a las costas de África y de las islas Canarias. Más tarde extendería su jurisdicción a otros muchos asuntos relacionados con América.
Acerca de la fundación de la iglesia de la Concepción, Amador de los Ríos nos dice en su obra Huelva, fechada en 1891:
"… De la calle del Puerto o de Alonso Sánchez de Huelva, donde estuvo el convento de la Virgen de la Victoria, y donde se hallan las Casas Consistoriales, -Ayuntamiento, aclaramos nosotros- trasladadas allí desde San Pedro en 1840, como se encuentra establecida la Audiencia de lo criminal -poca es la distancia que hay para llegar a la de la Concepción, calle aristocrática, y especie de boulevard, a la cual concurren como a la de las Sierpes en Sevilla, o como a la Carrera de San Jerónimo en Madrid los elegantes. En el ingreso de la misma y doblando en ángulo recto a la calle de Méndez Núñez, antes del Hospital, se levanta la fábrica de la parroquia de la Concepción, que ha dado nombre a aquella vía, y que edificada originariamente en el siglo XVI, poco o nada ostensible conserva de la primitiva obra. Resultado del crecimiento de la población, la cual iba dilatándose hacia la parte baja o llana, "consta que Cristóbal Dorantes, natural y vecino de Huelva, hizo concesión de sus casas el 26 de mayo de 1505 para que se fundase en ellas una segunda parroquia dedicada a Nuestra Señora de la Concepción, y que en 30 de diciembre del mismo año se ajustó el retablo del altar mayor en setecientos ducados…".
No deja de ser significativo para nuestro regocijo que éste sea el primer templo español que estuvo bajo la advocación de la Purísima Concepción.
Años más tarde, comienza su actividad en nuestra villa la comunidad agustina al quedar instalado su convento, fundado bajo la advocación de Santa María de Gracia, en uno de los entonces extremos de Huelva, la llamada Plaza de Abajo que, con el transcurrir de los años adquiriría, en su honor, la denominación de Plaza de las Monjas. Lo mismo ocurriría con la limítrofe a este convento -actual 3 de Agosto- que pasaría a llamarse calle de las Monjas y, la calle que se situaba frente al convento -actual Vázquez López- fue llamada, durante siglos, calle Monasterio e, incluso, a mediados del siglo XVII en algunos documentos aparece como calle Monasterio de las Monjas.
En 1521, el Papa León X promulga una Bula alusiva a la Restitución de los derechos de ciertas ermitas de la villa de Huelva a Francisco Díaz de Luco, prior de la diócesis, que le habían sido usurpadas por otros clérigos.
La vida llena de hambre y privaciones en que estaba sumido el campesinado en los años finales del siglo XV y durante los siglos posteriores, lograba que los agricultores que no poseían heredades no continuaran fieles a su tierra y se sintieran inclinados a la emigración a América, eso si su extremada pobreza le permitía allegar el dinero necesario para el viaje. Así, fueron muchos los onubenses que se marcharon en busca de otros horizontes económicos más risueños dejando en Huelva sus familias.
Si bien no se volvió a saber nada de la mayoría de ellos, algunos lograron triunfar y acumular cuantiosas fortunas. Como fue el caso de Miguel Redondo, nacido en la onubense calle del Convento en la segunda década del siglo que nos ocupa.
Sus padres marchan a Ciudad de los Reyes, Perú, donde vive varios años. Miguel Redondo trabaja de forma encomiable y logra atesorar una inmensa fortuna a la vez que va aumentando la nostalgia de su tierra y la fe en la Virgen de la Cinta.
Este linajudo onubense mandaba dinero ininterrumpidamente para prosperidad de su tierra; por ello, Huelva le puso su nombre a la calle donde había nacido.
Cuando regresaba a la villa de Huelva dispuesto a pasar sus últimos años en ella, falleció en Almonacín (Sevilla) el 12 de marzo de 1597.
Un caso singular fue el de Lázaro Martín, que marchó a América y se convirtió en un hombre rico. Así, mandaba periódicamente dinero a su hermano Ginés a fin de que se le construyera a la Inmaculada Concepción una capilla en la iglesia mayor de San Pedro, cosa que se llevó a efecto en 1535. Quedó cerrada esta capilla con una bonita verja en la que destaca un medallón que por su fecha debe ser uno de los primeros testimonios simbólicos de la Purísima. También envió dinero para unos vestuarios, un cáliz y el retablo.
En la segunda mitad de este siglo, se acrecientan los periplos marítimos de los barcos de Huelva que, como dan pie sus nombres populares (el Dragón Volante, La León, La Perfecta…) gozaban de gran predicamento náutico en la zona sureña española.
Finalizando el llamado Siglo de Oro español (1582), fue fundado el convento de la Victoria por don Alfonso Pérez de Guzmán, el Bueno, Duque de Medina Sidonia, en la calle del Puerto Viejo. Años más tarde, 1591, se trasladó en la misma calle y, tras la desamortización de Mendizábal, en 1836-37, el convento pasó a manos gubernamentales y quedó convertido en viviendas particulares.
La construcción de este Convento de Mínimos, así como la de las iglesias de San Francisco y de la Merced, se debió a Martín Rodríguez de Castro, maestro mayor de obras de la villa de Huelva.
Don Rodrigo Amador de los Ríos, en su obra Huelva (1891), le dedicaba las siguientes líneas al Convento de San Francisco:
"… No lejos de este sitio, y ya al Sur de la ciudad, siguiendo por la calle del Palacio, memorada a la del Monasterio, donde con nueva alineación se ha construido algunas casas recientemente, y que con las dos calles referidas, de que es continuación, da albergue al principal comercio de la antigua villa, -se hace a la izquierda la de San Francisco, a cuya terminación, deformado y no con el mejor aspecto, en uno de los costados de la Plaza que de él recibe apellido, se muestra el Convento que fue de religiosos de San Francisco, convertida hoy en cárcel pública, y erigido a fines del siglo XVI, en el terreno que para tal fin cedido por el cabildo de Huelva…".
En estas fechas se comienza a establecer en la calle Concepción las primeras tiendas de tejidos como la del capitán Antonio Quintero (Folio 261, nº 0,70), Juan Tirado Navarro (Folio 307, nº 0,90), Diego López Jaimez (Folio 139, nº 107) e, incluso, algún comerciante se arriesga a fletar un barco como Antonio Mena, que fleta en 1577 el navío Todos los Santos, matriculado en Huelva; Juan Gallego…
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