¡Zalduendo, quien te ha visto y quien te ve!

Feria de Colombinas 2024 / Cuarto festejo

Una solitaria oreja para Perera es el pírrico balance de una tarde donde falló el ganado

Morante de La Puebla / Josue Correa

03 de agosto 2024 - 06:00

Con Zalduendo hemos topao. Una corrida vacía, mal presentada, chica en tres toros insalvables incluso para ésta plaza. Una corrida sin poder. Una corrida sin consuelo para el aficionado.

¡Dios, con lo que eran Zalduendo en manos de ese mágico alquimista que fue el recordado Fernando Domecq!

Con Zalduendo volvió el toro chico. El toro de mínima presencia para hacerle monerías. Una corrida con el mínimo techo de emoción porque esa no puede darla un toro inferior a un torero. Y si desde luego sonaron oles y bienes al Morante del primero, todo quedó después tan feble que dejó sin posibilidades de poder a quienes pueden con todo: Perera y Luque.

Hagamos la reflexión de que ese toro no sirve; no deja nada a la feria. La de Zalduendo ha vuelto a revivir un modelo de toro que no le hace bien a esta plaza. Máxime cuando el día anterior un torero que anda queriendo ser top le cortó siete orejas a una señora corrida de toros.

Remendó la corrida un ejemplar de Albarreal, de aceptable presencia y juego en los primeros compases de su lidia pero después acabó venido a menos.

Tanto que el volumen de olés en la tarde suenan a tenues; a gente educada; a publico cariñoso pero desde luego, ayer, sin apasionarse.  

Y vino Morante

Se esperaba a Morante. Se esperaba de verdad al de La Puebla y en esa ilusión de un primer torete embistiendo con más pujanza que sus hermanos anduvo el envite de querer agradar. Tres lances de olé ronco saltaron al aire de la tarde cuando el torero dejó acunar el sentimiento en los vuelos de su capote. La media no cobró relevancia porque el embroque no salió limpio pero se resarció el torero dejando una media de primor en el siguiente quite. Que Morante es de lo de acabar las cosas.

Faena de mucha suavidad y temple de Morante al dulce zalduendo que abrió plaza. Meció ese duende que sostiene su capote en cuatro verónicas muy despacio; la media no había salido limpia pero el sevillano lo iba a dejar clavado en la tarde cuando en ese segundo quite quedó prendida en la cadera la esclavina del capote. 

Faena muy de ayudar a crear belleza. Entre eso, muletazos de un trazo donde el toro metió la cara abajo sorbiendo los flecos del engaño que gusta a los sentidos y rompe en olé ronco entre el tendido. Mejor por la diestra el toro humillado y repitiendo con la de la muleta. Temple para aumentar poder y no quitarlo. Cuidando lo que tenía delante porque el torero volvió a sentir compromiso con esta plaza.

El cuarto pareció el hermano mayor del grupo. Más presencia de toro pero mismo argumento en cuanto a fuerza y raza. Falto de ritmo en la sentida ejecución del toreo el compañero no le sirvió a Morante más que intentarlo otra vez con un toro al que había mimado el capote de ese brillante subalterno que es Curro Javier. No le desmerece al maestro que lo lleva ese temple en las muñecas que se gasta este torerazo de plata. Estuvo ahí lista y presta la plaza y tras la brega le pidió desmonterarse y allí quedó pegada a la tronera del burladero la íntima satisfacción que da sentirse triunfador. 

Bien presentado el de Albarreal, a Perera le dejo expresar la verónica con el compás abierto y acompasando una embestida noble y repetidora. Era Perera en su más pura expresión de Perera. Entregado, empeñado en todo hasta el final. En estar por encima de un toro que empezó noble y acabó dócil en una embestida que no fue cómplice de la emoción. Estudiado, chico formal y educado; la lección de toreo académico de Perera deja la estela de una faena donde puso más empeño el torero en arrancar esa oreja que dejaba media Puerta Grande abierta. La estocada hizo honor a ese trofeo que el palco le compró al tendido.

El quinto no le iba a dar la mínima opción. Perera busco la emoción por el camino personal con el capote y se hincó de hinojos para dejarle una larga cambiada al quinto de la tarde. Solo fue una porque el bicho no andaba para fiestas y simplemente se retiró a sus aposentos. Es decir, a donde no le molestaran.

Empeñoso el extremeño, cambió al toro por detrás en el inicio de faena. Por dos veces fue y vino. Duró poco a pesar de todo. A pesar de que Perera quisiera; a pesar de que le buscara todas las vueltas con ese toreo comprometido que le busca las cosquillas a cualquier toro. A este no iba a ser porque ni raza, ni fuerza hubo dentro como para responder a la llamada del toreo. Estocada y descabello y una ovación desde el tercio para despedir el paso por la feria a un torero honrado y cabal.

Frente a nada

Luque es otro de los que hace crujir a los toros con su toreo. No extraña que se montara encima de este primero de su lote otro animal que tuvo buen son pero una embestida babosa, sin vida, sin ansia de ser toro. 

Lanceó el de Gerena mandando con el capote y el comienzo por estatuarios tuvo mando y belleza. Administró el sevillano la dulzura de este tercero para enjaretar una faena limpia de trazo pero totalmente ayuna de emoción. Queriendo el torero; no pudiendo el toro.

El relato del sexto se lo puedo cortar y pegar a la crónica porque refleja la misma impotencia de no poder mandar sobre la verdad de un toro. No hubo enemigo. Ni enemigo, ni compas, ni ritmo en el toro para responder al envite que planteaba Luque. Digno en su valor de artista pero el conjunto hubiese andao más soso que un pinchito sin aliñar si no es porque otro torerazo de plata que se llama Iván García no deja prendidos con mucha brillantez y gallardía cuatro garapullos sobre el morrillo del que cerró plaza. 

Saludo al canto y montera en mano para agradecer al respetable la ovación.

No le sale más pasión a esta crónica. Abundar en lo mismo da vergüenza, así que para que más entretener sus vidas contando penas cuando ésta tarde llegan ya las tropas de Talavante, Roca y Juan Ortega.  

A ver con que se pelean hoy.

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