La mina de Riotinto invierte en medio ambiente, innovación y energía verde

CONTENIDO OFRECIDO POR ATALAYA MINING

Atalaya Mining promueve una minería sostenible apostando por el uso eficiente de los recursos, la economía circular o la restauración de antiguos terrenos mineros

En la imagen, planta solar de Atalaya Mining. / M. G.

26 de septiembre 2024 - 05:55

Promover una minería eficiente y respetuosa con el medio ambiente es la regla de oro de Atalaya Mining. Se trata de un principio fundamental para la operadora de la mina de Riotinto, que mantiene alineados sus objetivos de negocio con los más altos estándares en sostenibilidad y cuidado del entorno. Atalaya no solo se enfoca en evitar impactos, sino que va más allá: a través de la investigación y el uso de tecnologías enfocadas al uso eficiente de los recursos, incentiva la economía circular, se suma a la lucha contra el cambio climático y trabaja proactivamente en la rehabilitación de espacios afectados por la minería del pasado. Así, la compañía tiene como objetivo estratégico dejar una huella positiva tras su paso por el territorio.

Como productora relevante de cobre en Europa, su aportación medioambiental es doble: por un lado, su actividad proporciona a la sociedad las materias primas imprescindibles para la digitalización, el crecimiento económico y la transición a las energías verdes. Por otro, su adhesión al Pacto Mundial de las Naciones Unidas en 2020 es un compromiso con el desarrollo responsable, que garantiza la sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza de sus operaciones mineras. Una vocación sustanciada en el Plan director de Sostenibilidad de la compañía, con seis grandes bloques: Medio Ambiente y Cambio Climático, Sociedad, y Tecnología e Innovación, Buen Gobierno, Personas y Operación Segura.

Vemos que la apuesta por esta minería responsable es transversal y se extiende a todos los ámbitos de trabajo. En el aspecto medioambiental esto empieza por el ahorro de energía y agua, básicas para el funcionamiento de la industria, pero también para el medio natural y las comunidades de la Cuenca Minera. 

Es destacable el esfuerzo de Atalaya para reducir la huella de carbono impulsando el uso de energías verdes

Entre todas las actuaciones de Atalaya en estos ámbitos, destaca el esfuerzo para reducir la huella de carbono, impulsando el uso de energías verdes con iniciativas como la planta solar de 50 MW que va a abastecer a la mina de Riotinto. Con una inversión de 30 millones de euros, va a generar el 20 % de la energía que consume la planta. Su puesta en funcionamiento, que será inminente, supondrá la reducción de 40.000 Tn de CO2 cada año, el equivalente a 173.000 barriles de petróleo. Las mejoras en este ámbito alcanzan también a los datos de intensidad de energía eléctrica, que han pasado de 23,64 KW/H a 23,29KW/H por tonelada procesada. 

En cuanto al agua, la mina de Riotinto aplica un enfoque de vertido cero que prevé que las aguas se reciclen, evitando la descarga al medio natural. En el año 2023, Atalaya logró reutilizar un 83 % de agua total que necesitó para el tratamiento del mineral, de forma que solo un 12,5 % del consumo de la mina provino de captaciones de agua superficial externas, según recoge el Informe de Sostenibilidad de este ejercicio, el tercero que presenta la compañía. 

El propio informe es un ejercicio de transparencia, que traslada los datos e indicadores verificados a un organismo independiente que comprueba el cumplimiento de las buenas prácticas previstas.

Últimas tecnologías

En cuanto a indicadores de economía circular, Atalaya aumentó ese ejercicio hasta un 35 % la reutilización de estériles de mina dentro del proyecto, alcanzando un 99 % de residuos de origen no minero que no han regresado al vertedero. El proyecto más destacable en este ámbito es la colaboración con la Universidad de Huelva para reducir significativamente la cantidad de metales pesados en aguas drenadas hasta las cuencas de los ríos Odiel y Tinto, originadas por antiguas escombreras presentes en la Cuenca Minera, dando solución a una problemática histórica para esta provincia. 

En el caso de estériles de planta, las garantías medioambientales están aseguradas gracias a un plus de control: Atalaya continúa trabajando en la implementación de MINERVA, un sistema de vigilancia integral y automatizado, con tecnología puntera 100 % onubense, que monitorizará los depósitos de estériles uniendo innovadoras técnicas por satélite, sísmica pasiva e inteligencia artificial en tiempo real. En cualquier caso, los depósitos fueron construidos siguiendo estándares de seguridad superiores a los establecidos por la legislación antes incluso de que esas exigencias entraran en vigor, y nunca han sufrido un incidente estructural. 

Los esfuerzos medioambientales de Atalaya pasan también por las actuaciones realizadas para preservar los ecosistemas, evitando la erosión y favoreciendo la biodiversidad. Existen programas de conservación de la flora y la fauna autóctonas, así como proyectos de compensación con la plantación en diversas zonas de más de 22.000 ejemplares de pinos. También las medidas para mantener la calidad de las aguas en zonas restauradas, con técnicas tan innovadoras como la geomembrana y el geotextil.

Todas estas iniciativas forman parte del Programa de Vigilancia Ambiental (PVA), base del sistema de gestión ambiental, que monitoriza parámetros como la calidad del aire o las emisiones en tiempo real y dentro y fuera de la operación. De este modo, se garantizan las estrictas medidas preventivas y correctoras previstas en la ley y en la Autorización Ambiental Unificada (AAU) del proyecto, manteniendo el estándar de actividad sostenible que para Atalaya es un valor añadido y seña de su identidad.

Por último, también hay que tener en cuenta la preservación del legado histórico y patrimonial presente en la mina, un ámbito declarado Bien de Interés Cultural. Atalaya, como parte de su actividad responsable, se encarga de la investigación, protección, conservación, revalorización y difusión de este gran patrimonio, con una importante inversión, superando los 9 millones de euros, y un equipo de cinco arqueólogos de plantilla y hasta 50 operarios trabajando en las excavaciones.

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