Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Playas y palmeras en un entorno idílico subtropical: la península de Crimea, hoy territorio ucraniano, era un paraíso vacacional de la antigua Unión Soviética junto al Mar Negro. Sin embargo, entre sus hermosos lugares no se cuenta la capital Simferópol, un lugar descuidado en el centro de la península: casas que se desmoronan de la época zarista y bloques de apartamentos soviéticos en decadencia dominan la imagen de una ciudad que parece abandonada por el gobierno central en Kiev. Pero la toma de poder de las fuerzas prorrusas en Simferópol la ha convertido ahora en el punto de mira de la comunidad internacional: por sus calles marchan tropas cuya procedencia nadie conoce. La situación es tensa, aunque permanece tranquila.
En las calles de Simferópol es difícil estos días escuchar algo positivo sobre el nuevo gobierno prooccidental de Ucrania. El tiempo invernal también influye en los ánimos. Raissa Goncharova, una mujer de avanzada edad, cree que Crimea no tiene futuro como parte de Ucrania. "Con los crímenes de Kiev no se puede hacer un Estado", considera. "Estoy feliz de que Rusia nos proteja", cuenta mientras observa cómo nacionalistas rusos apostados delante de una base militar en el centro de la ciudad intentan que los soldados se sometan a la nueva cúpula regional prorrusa.
Los medios rusos informaban que soldados ucranianos se han pasado en masa a las filas prorrusas, pero en los cuarteles de Simferópol los oficiales no están dispuestos a cambiar de bando. "Mi comandante está en Kiev", dice uno de ellos a través de la verja, antes de retirarse a su edificio. Testigos informaron de que los oficiales recogieron la bandera de las fuerzas de combate ucranianas e izaron las de la República Autónoma de Crimea. Sin embargo, poco después ondeaban de nuevo los colores azul y amarillo de Ucrania.
Nacionalistas rusos de la región se unieron en los últimos días a unidades militares, pero no está claro quiénes son los uniformados, cuyo buen entrenamiento y equipamiento es evidente: en sus uniformes no se ven distintivos de ninguna nación. Pequeños grupos armados con uniformes de camuflaje nuevos y con casco patrullan con armas de fuego automáticas ante edificios de importancia estratégica de la ciudad y bajo las miradas de los equipos de cámaras y reporteros de todo el mundo.
Las milicias también recorren las calles en camiones militares de fabricación rusa que no llevan matrícula. Y mientras los hombres con armas reaccionan a las preguntas con un silencio de acero, miles de activistas prorrusos hacen ruido en sus marchas por la ciudad y sus concentraciones ante el edificio del Parlamento. Los manifestantes desenrollan una bandera rusa tan grande como una pista de tenis y la llevan por las calles cantando "Rusia" y "Berkut", el nombre de la unidad de la policía ucraniana a la que se responsabilizó de los ataques violentos contra los manifestantes de la plaza Maidan de Kiev y que fue disuelta la semana pasada tras la llegada el poder del nuevo gobierno.
La demostración de poder pretende hacer ver al mundo, y sobre todo a la cúpula de Kiev, quién manda ahora en Crimea: el sábado por la mañana el nuevo jefe de gobierno regional Serguei Aksionov, fiel a Moscú, ordenó que las fuerzas de la seguridad de la península dejaran de obedecer las órdenes de Kiev para seguir sólo las suyas. Y terminó su declaración con una petición de ayuda al presidente ruso, Vladimir Putin. La respuesta llegó de inmediato con la votación unánime del Consejo de la Federación rusa (la cámara alta del Parlamento), que aprobó una intervención militar en la península del Mar Negro. Y pese a las declaraciones del Kremlin de que Putin sólo intervendría si así lo requiere la evolución de la situación, la mayoría de analistas considera que la operación ya está en marcha.
Aksionov ha dicho que los soldados anónimos que patrullan las calles de Crimea son "fuerzas de autodefensa" de habitantes rusoparlantes de la región. Pero el hecho de que la flota rusa del Mar Negro, con unos 15.000 efectivos, esté establecida en Crimea, le resta algo de misterio al origen de algunos cientos de soldados bien equipados con grandes vehículos militares.
También te puede interesar
Lo último
Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
No hay comentarios