El maestro Juan Martínez que estaba allí
Juan Martínez existió
La quema de las gamonitas es una fiesta pagana de connotaciones religiosas, ya que a pesar de que la tradición se pierde en el tiempo, viene, según se cree, de la quema de enseres, ropas o muebles, junto a plantas aromáticas: tomillo, romero, eucalipto... para acabar con la epidemia de cólera que azotó las tierras del Condado de Niebla. Los bollulleros sacaron entonces en procesión de rogativas a su Patrona, la Virgen de las Mercedes, para que no se extendiera el citado mal. Se cuenta que, como consecuencia de la procesión, se paralizó la enfermedad en esta localidad a pesar de la tremenda expansión por los pueblos vecinos. Desde 1855, el día de la Inmaculada Concepción, Bollullos cumple el rito de jurar los votos y protestación de fe en el llamado dogma de la Inmaculada, junto con Almonte, los primeros municipios en la provincia de Huelva.
Así, aquellas hogueras que llenaban las calles de la ciudad se unieron a la festividad religiosa del día de la Pureza, ya que se purificaba el aire ante la enfermedad, que según los médicos de la época, creían se transmitían por el aire.
Hoy en día no se queman plantas aromáticas sino la planta denominada gamón común (Asphodelus ramosus), siendo las gamonitas las antorchas o manojos que se hacen con las ramas de estas plantas. Éstas se recogen en los vallados de los caminos o bosques de la zona, se amontonan y se secan para confeccionar con ellos los haces que se queman en la víspera del 8 de diciembre.
Las calles y plazuelas arden literalmente, llegándose a contar por cientos las fogatas o candelas de gamonitas que los bollulleros encienden en honor de su Patrona y como ritual de aquel milagro de 1855. Las calles son puras hogueras y desde los balcones y azoteas se puede contemplar un paisaje curioso, al mostrarse desde cualquier atalaya bollullera una enorme e iluminada humareda por el reflejo de las luces de la ciudad, y candelas por todas las calles y rincones.
En esta noche mágica se mezclan las voces de la chiquillería con el crepitar de las candelas y las viejas tonadas de los campanilleros bollulleros que tienen una tradición de más 300 años. Aparte, son muchos los hogares que abren sus puertas para mostrar a los visitantes algunos de los más de cincuenta belenes que se montan en la localidad.
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