Fabio Morábito se adentra en el bosque de las posibilidades

El escritor recopila más de cien 'Cuentos populares mexicanos' en un volumen para la editorial Siruela con ilustraciones a color

1. Fabio Morábito (Alejandría, 1955), poeta, narrador (ha escrito novelas y relatos) y ensayista, responsable de la selección y reescritura de las piezas incluidas en el volumen 'Cuentos populares mexicanos', recién publicado en España por la editorial Siruela en su colección Las Tres Edades. 2. Una de las numerosas ilustraciones realizadas 'ex profeso' para el libro, en este caso incluida en el cuento 'La pobreza'
Alfredo Asensi Córdoba

06 de agosto 2015 - 05:00

Los cuentos representan "una excursión en el bosque de nuestras posibilidades como especie: son una verificación de nuestros recursos". Lo afirma Fabio Morábito, que presenta en la colección Las Tres Edades de la editorial Siruela su recopilación de Cuentos populares mexicanos, 125 piezas que provienen de las diversas regiones del país americano y que se ven enriquecidas con ilustraciones de artistas autóctonos. Los dos coyotes, El corazón de la muerta, El hombre que se convirtió en zopilote, El manjar de los brujos, El hombre pobre que se hizo rico y El negro cimarrón son algunos de los relatos que integran este sugerente volumen de casi 600 páginas, no ya sólo seleccionados sino también reescritos por Morábito.

Hay aquí una expedición al imaginario popular mexicano que revela la "capacidad migratoria" de estas historias, que son "como plantas" y que "en cada lugar reciben una impronta, huellas, variantes"; relatos nómadas "sin origen" conocido y por tanto carentes de "versiones auténticas y puras" que conforman un libro apátrida y mestizo y que hablan de lo que siempre hablaron los cuentos: la creación del mundo, la aparición del sol y la luna, reyes, princesas y animales, el humor, la pérdida, la aventura...

No hubo en México unos hermanos Grimm, es decir, alguien que asumiera el reto de "reunir en un corpus sustancioso los cuentos populares" de todo un país, "otorgándoles una unidad lingüística y estilística". Y hasta ahora no había surgido en México el proyecto de recopilar, "con criterios puramente literarios, un acervo de cuentos de tradición oral para ser leídos por el público no especializado, tanto adulto como infantil". Resolver esta carencia fue el desafío que asumió Morábito, autor de novelas como Emilio, los chistes y la muerte (Anagrama) o la más reciente El idioma materno (Sexto Piso). El autor buscó la complicidad de anteriores recopiladores de narraciones orales en el país de los aztecas, sobre todo Franz Boas, Konrad Theodor Preuss y Stanley Robe.

En el bosque de las posibilidades hay brujas, enanitos, cazadores y novias, matadores de venados, hay niños perdidos y danzas de princesas, cenicientas y contadores de estrellas, lagartos mentirosos, huérfanos, zopilotes y hasta un hombre que se convierte en jaguar. Historias que "se siguen contando" y que forman parte de "una realidad rural muy fuerte", si bien la imposición de la vida urbana despliega sobre ellas una amenaza de extinción. "La ocasión para contarlas es cada vez más escasa", admite Morábito, que considera que hay un tipo de narrativa oral que sí está "renaciendo en las ciudades", si bien sujeta a disciplinas y cauces muy distintos de los tradicionales. Por otra parte, hay que asumir como una evidencia que "estas historias nunca se cuentan del mismo modo".

Los cuentos "representan unos verdaderos instructivos de vida, esa vida cuyos mecanismos inmutables describen los mitos". El lector encontrará en esta antología historias de procedencia remota que presentan "asombrosas coincidencias" con relatos surgidos en geografías muy lejanas. Y de las que en muchos casos existen numerosas versiones. Como pieza representativa, Morábito cita La hija del rey del Sol Adorado, con sus reyes, princesas, animales parlantes, transformaciones milagrosas y viajes llenos de peligros.

En su proceso de reescritura, el autor, consciente de las diferencias que hay entre el ámbito oral y las "reglas literarias escritas" (lo oral "es repetitivo, prolijo..."), ha realizado "cambios estructurales inevitables", en algunos casos con maneras casi de "traductor" pero siempre "respetando unos límites". Este "trabajo profundo" ha conllevado la invención de "conexiones" para "mantener la coherencia de las historias", así como su "coherencia".

Cuentos mutantes, viejos y nuevos, locales y universales, un mapa de estímulos para adentrarse, de la mano de Fabio Morábito, en el bosque de las posibilidades.

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