Historias de Castañuelo bajo la encina

Juan Canterla escribe un segundo libro sobre su pueblo que complementa a 'Humo de aldea'

Historias de Castañuelo bajo la encina
T. Lojo

17 de octubre 2014 - 05:00

"Cada uno de nosotros tenemos una historia que contar, y los pueblos y aldeas son el conjunto de todas las historias que se fueron acumulando a lo largo del tiempo, unas veces escritas y otras escuchadas de viva voz". Juan Canterla publica Bajo la encina, su segundo libro sobre Castañuelo, su pueblo, con el objetivo de que esas historias no se pierdan en el olvido. Relatos escuchados de los mayores o vividos en primera persona, que complementan los recogidos en Humo de aldea, su primera obra, y dan una visión de como era la vida en aldea en el periodo comprendido entre las décadas de los cincuenta y los setenta.

Canterla explica que tras escribir Humo de aldea, "pensé que ya no tenía nada más que decir sobre Castañuelo, pero no fue así". Señala que hablando con otros vecinos recordó episodios que no había relatado en el libro, a los que se unieron historias y anécdotas contadas por paisanos. Recopilado todo el material, en 2012 comenzó a trabajar en su segunda obra con la finalidad de que "quede escrita la historia de mi pueblo".

Bajo la encina, con prólogo del escritor Manuel Garrido Palacios e ilustrado con fotografías de Juan Miguel Canterla -hijo del autor- , recoge momentos históricos en la aldea como la llegada del agua corriente a las casas en la década de los setenta, y el hallazgo en 1950, en el Cerro la Mina, del yacimiento arqueológico, con enterramientos en cistas de la época de la Edad de Bronce, que fue objeto de numerosas excavaciones clandestinas por parte de busca tesoros.

Cuando en los años setenta, el joven arqueólogo Mariano del Amo, el que fue el primer director del Museo Provincial de Huelva, llevó a cabo las primeras excavaciones arqueológicas en las tumbas y el poblado, Juan Canterla formó parte de la cuadrilla que llevó a cabo los trabajos.

En cuanto a la llegada del agua corriente, fue todo un acontecimiento, porque hasta entonces sólo había una fuente, que aún se conserva en el barranco. En el otro margen estaban las pilas para lavar, "que tenían el agua más fresquita y las madres la preferían". Canterla recuerda que fueron dos albañiles de Castañuelo, José Sánchez y José Vega, los que construyeron los primeros cuartos de baño.

Costumbres, juegos infantiles y profesiones de la época, algunas ya desaparecidas como la de "arreador", son descritas en el libro, en el que el autor se concede la licencia literaria de incorporar dos cuentos: Los conejos y las ranas, "que me sonaba remoto y he hecho mi propia versión", y La fuente del Molino, basado en hechos reales pero con personajes inventados, así como algún que otro poema.

Como portada del libro, del que se ha sacado una tirada de 300 ejemplares, ha elegido una imagen del Risco del Perro, una de las señas de identidad de la aldea, en la que se puede ver en primer plano al autor bajo una encina. "En la aldea son los árboles que más abundan, sus bellotas alimentan el ganado, tienen la mejor leña y el carbón de encina es el que más dura y calienta. La encina es un árbol que ha dado mucha vida a la aldea".

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