'Lejana y rosa', nueva novela de Rosario Izquierdo
Libros
La obra viaja a Riotinto en la búsqueda de las claves de un triángulo amoroso en dos épocas
Sostiene el crítico canadiense Northrop Frye que el sentido último de toda novela es la “búsqueda”, y esa búsqueda suele estar vinculada frecuentemente con el viaje. Si pensamos en las grandes novelas de la Historia de la Literatura, todas están relacionadas de alguna manera con esos presupuestos, en todas se busca algo o a alguien a partir de un viaje, de El Quijote al Ulises, aunque el trayecto viajero del señor Bloom resulte algo escaso.
Pues bien, en el viaje y la búsqueda habría que insertar Lejana y rosa (Editorial Comba, 2021), la novela de Rosario Izquierdo (Huelva, 1964), autora también de Diario de campo y El hijo zurdo, ambas con gran éxito de crítica.
En el último año del siglo pasado, una mujer aún joven viaja desde Madrid a la Cuenca Minera de Huelva buscando aclarar o asumir unos recuerdos de adolescencia que han mediatizado toda su vida y, veinte años después, quiere por fin exorcizar.
Desde el punto de vista formal se puede decir que Lejana y rosa es una novela impecable, se nota el dominio de las técnicas narrativas de alguien que es, como Rosario Izquierdo, coordinadora de talleres de escritura. Su prosa es fluida y eficaz, exacta, con pocos adornos a la vista pero con un entramado técnico muy rico y variado, sobre todo en los diálogos.
Se trata de un narrador –narradora en este caso– en primera persona que nos cuenta su vida centrándose en dos momentos concretos: el verano de sus diecisiete años y unos días de sus cerca de cuarenta cuando, alojada en un hotel del pueblo minero, trata de ajustar cuentas con su pasado. El conflicto gira en torno a un triángulo amoroso formado por ella misma, su novio y un escritor maduro que se ha instalado a vivir en un caserón de las afueras del pueblo en los primeros días de la Transición.
En paralelo a la peripecia personal, la narradora –aspirante a escritora desde su adolescencia– nos va refiriendo la historia de una danesa, Kristina, que vivió en el pueblo en los años veinte (en el mismo caserón que vivirá luego el escritor) y con la que en cierta manera se identifica. Este salto temporal lo aprovecha la autora para reflejar el mundo colonial de aquellos días en que los ingleses dominaban la Cuenca Minera de Huelva, las injusticias sociales, la calamitosa situación de los nativos, las huelgas…todo ese mundo que tan bien dejó reflejado David Avery en su magnífico ensayo Nunca en el cumpleaños de la reina. Historia de las minas de Rio Tinto.
Conocemos también a lo largo del relato a una serie de personajes secundarios que redondean el panorama del pueblo, tanto los de la actualidad de la narración como los de la adolescencia de la narradora (la abuela, el padre, la madre, los amigos…) y los de los años veinte (sobre todo la danesa, su marido y el director de las minas y amante, otro triángulo amoroso hasta cierto punto espejo del que a ella le toca vivir).
Una novela que, además de contarnos los conflictos personales de una serie de personajes, recupera un mundo perdido que fue determinante en la historia y en la formación de la provincia de Huelva.
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