Manuel Cordero: cantes con esencia
FLAMENCO por Juan Fernando González Domínguez
Manuel Cordero Campos nace en Las Cabezas de San Juan (Sevilla), el 14 de febrero de 1959. Desde muy pequeño siente una especial inclinación por todo lo relacionado con el arte flamenco, bien fuera cante, toque o baile. Es, seguramente, el ambiente flamenco que le rodea lo que le hace sentirse especialmente sensibilizado por esta manifestación cultural andaluza.
A los doce años participa en un grupo infantil de flamenco con el que empieza su primer contacto con el público. Esta experiencia sirve a Manuel para confirmar su pasión por el flamenco, por lo que abandona el grupo y, a pesar de su corta edad, ya empieza a asistir a los principales festivales flamencos que se desarrollan por los alrededores de su pueblo: La Yerbabuena de Las Cabezas, El Potaje de Utrera, La Caracolá de Lebrija, La Mistela de Los Palacios, etc.
En esos años de la adolescencia empieza a dar sus primeros pasos como cantaor en fiestas y reuniones de amigos y familiares. Son unos comienzos que tendrían continuidad cuando en 1978 empieza un estudio serio de cantes, especialmente de la obra de Antonio Mairena, sin olvidar las de otros maestros del cante: Fosforito, Camarón Chocolate, etc. Ello le lleva a entrar en el mundo de los concursos y a conseguir una serie de premios que atesoran su valía cantaora. Muchos de estos premios le permiten, asimismo, participar en los mejores festivales del momento: Festival Antonio Mairena en Mairena del Alcor, Gazpacho de Morón, Festival de Bellavista, de Juan Talega en Dos Hermanas y un largo etcétera. Sus participaciones en nuestra provincia le han hecho valedor de importantes premios en las peñas flamencas de Trigueros, Punta Umbría La Solea y hasta en el concurso de cante que organizara la propia peña flamenca de Huelva allá por los años 90.
En 1995 graba su primer disco, Amanecer, con una interesante acogida de público y de crítica. Desde ese momento participa en Festivales y certámenes flamencos y su presencia es requerida en numerosas peñas flamencas de toda la geografía española.
El interesante currículo artístico de Manuel Cordero quedó patente en el escenario de la peña flamenca, donde el cabecense puso de largo un amplio abanico de cantes bien ejecutados sin aspavientos, entrando directamente a pelear con el cante, demostrando buenas facultades y conservando los matices esenciales de los diferentes estilos que interpretó durante la noche. Es grato cuando nos encontramos con artistas que mantienen viva la esencia del cante, lógicamente con los matices evolutivos que el tiempo y la experiencia han ido añadiendo paulatinamente.
Con un buen toque de acompañamiento en la guitarra de Antonio Dovao y al estilo abandolao característico de los fandangos de Lucena, abriría Cordero su actuación, para dar paso a los cantes de Cádiz, bien acompasados donde las alegrías centraron buena parte del repertorio que de este palo ofrecía el cantor de las Cabezas.
También hubo hueco para los cantes de ida y vuelta con una milongas que nos recordaron al gran cantaor cordobés Juan García Alcaide (Juanito Maravillas). Fandangos Naturales y unas malagueñas del Canario, especialidad del cantaor, cerraron la primera parte.
Tientos y tangos de la escuela Jerezana (Chacón, Torre y Frijones) para abrir la segunda parte de su actuación recordando a estos maestros del cante.
Alcalá y Cádiz fueron las zonas cantaoras de la solea en los que el cantaor deleitó a los presentes en la interpretación de los estilos de Joaquín el De la Paula y El Mellizo.
La seguidilla fue el palo que culminó la actuación donde los ecos de Tomas El Nitri y el remate con una de las cabales de El Fillo (en la versión de Mairena que conocemos) fueron el punto final de una actuación que brilló, como hemos manifestado por la esencia de las formas cantaoras que pudimos escuchar esa noche en la voz de Manuel Cordero.
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