Maureen O'Hara, la perfecta heroína fordiana

Fallece a los 95 años la actriz irlandesa, una estrella querida que interpretó personajes valientes y vitales En su filmografía destacan sus trabajos a las órdenes de John Ford

Maureen O'Hara, la perfecta heroína fordiana
Maureen O'Hara, la perfecta heroína fordiana
Carlos Colón

25 de octubre 2015 - 05:00

A veces fallece una actriz que triunfó hace tantos años que hay quien se pregunta: "¿pero vivía todavía?". Pero otras veces quien fallece es una actriz tan limpiamente hermosa, que ha interpretado tantos maravillosos personajes fuertes, valientes, vitales y optimistas, que uno se pregunta, "¿es posible que haya muerto?". Como si la muerte y su nombre no cupieran en la misma frase. Pero no es así, desgraciadamente. Maureen O'Hara, la Angharad de ¡Qué verde era mi valle!, la Kathleen de Río Grande, la Mary Kate de El hombre tranquilo, la Mary de Cuna de héroes y la Min de Escrito bajo el sol, la heroína fordiana por excelencia, ha muerto, a los 95 años, en su casa de Boise, Idaho.

Pocas actrices han nacido al cine con tan buena estrella. En su primera película como protagonista, con 19 años, fue dirigida por Alfred Hitchcock y actuó junto a Charles Laughton, su descubridor. Se trataba de La posada de Jamaica. Era 1939 y Maureen FitzSimons había ido de su Dublín natal a Londres para convertirse en actriz. Además de descubrirla, darle su primer papel protagonista y bautizarla con el nombre artístico de Maureen O'Hara, Laughton le logró un contrato con la RKO en Hollywood. Entre 1939 y 1940 dos películas la convirtieron en una estrella emergente: Esmeralda la zíngara de Dieterle, junto a Laughton, y Nota de divorcio de Farrow, junto a Adolphe Menjou. La gloria le vino inmediatamente, en 1941, cuando John Ford, por mediación de su íntimo amigo John Wayne -el clan de los irlandeses de Hollywood-, la escogió para la obra maestra y el enorme éxito que fue ¡Qué verde era mi valle!, que tuvo diez nominaciones a los Oscar y obtuvo cinco. No volvería a trabajar con Ford hasta 1950.

En esos nueve años Maureen O'Hara alcanzó una extraordinaria popularidad en comedias, (Rumbo a las playas de Trípoli, De ilusión también se vive, Niñera moderna), cine negro (Perseguido), dramas bélicos (Esta tierra es mía), melodramas (El sargento inmortal, Conflicto sentimental, Débil es la carne, Un secreto de mujer), aventuras exóticas (Bagdad), western (Las aventuras de Buffalo Bill, Orgullo comanche) y películas de piratas (El Cisne Negro, Piratas del mar Caribe, Tripoli) en las que enamoró, además de al público, a Tyrone Power, Henry Fonda, John Garfield, Charles Laughton, Rex Harrison, Dana Andrews o Melvyn Douglas; y en las que, lo que es más importante para su éxito y su formación como actriz, fue dirigida por Henry Hatthaway, Henry King, John M. Stahl, Nicholas Ray, William Wellman, Frank Borzage, George Seaton, Jean Negulesco o el exiliado maestro Jean Renoir.

Cuando en 1950 volvió a ponerse a las órdenes de Ford en Río Grande, por fin junto a su gran amigo John Wayne, era una estrella internacional -la reina pelirroja del Technicolor- y una actriz cuajada. Tras el de Angharad, la hija del minero casada sin amor en ¡Qué verde era mi valle!, el mejor papel de Maureen O'Hara hasta ese momento fue el de Kathleen Yorke, la beligerante esposa sureña del teniente coronel yanqui Kirby Yorke. Dos años más tarde, en 1952, volvió a trabajar con Ford y Wayne en El hombre tranquilo. Otra obra maestra, tal vez la película más querida de Ford al margen de los westerns junto a ¡Qué verde era mi valle!, y otra grandísima interpretación de contagiosa vitalidad y optimismo de Maureen O'Hara. Quizás su cumbre como actriz. Tres años más tarde, en 1955, Ford volvió a dirigirla, esta vez junto a Tyrone Power, en Cuna de Héroes. En 1957 el trío Ford, Wayne y O'Hara se reencontró en la no tan conocida, pero igualmente hermosa, obra maestra fordiana Escrito bajo el sol, que contiene uno de los momentos más dramáticos de todas las películas de Ford interpretadas por O'Hara. No volverá a trabajar con él, aunque sí con John Wayne en El gran McLintock (1963) y El gran Jack (1971).

Además de sus trabajos con Ford, que hacen su gloria, en los años 50 y 60 Maureen O'Hara protagonizó títulos de gran popularidad como Los hermanos Barbarroja, La isla de los corsarios, La pelirroja de Wyoming, Lady Godiva, Nuestro hombre en la Habana, Tú a Boston y yo a California o Fiebre en la sangre. A mediados de los 60 fue espaciando sus intervenciones hasta aparecer sólo como invitada de lujo en largometrajes o películas de televisión. Se puso por última vez ante una cámara el año 2000, con 80 años, para interpretar la tvmovie El último baile. Desgraciadamente, lo fue.

Millones de espectadores, entre los que me cuento, la querían más que la admiraban. Le deseamos que su muerte haya sido tan dulce como la de Mary O'Donnell en Cuna de héroes -uno de los grandes momentos de emoción contenida fordiana- que fallecía, como si se durmiera, en la mecedora del porche de su casita de West Point.

stats