LA COCINA | CRÍTICA
Cuando el ego creativo se inflama
Toros
Zalamea/El indulto del cuarto toro de El Parralejo de nombre 'Malandar' marcado con el número 65 en el costillar termina haciendo historia más profusa aun si cabe sobre el festejo, buen festejo, vivido ayer tarde en la plaza zalameña. No fue el toro que mejor peleó en el caballo porque ahí queda sin duda ese tercio de varas poderoso por parte del varilarguero y del tercero de la corrida pero sí fue en cambio el ejemplar más completo en cuanto a todo lo que debe ofrecer un toro bravo sobre el ruedo y me refiero a esa fijeza con la que se quedó siempre presto en todas las suertes y la duración que tuvo en la muleta de un toreo como Serna del cual alegra enormemente no el indulto en sí sino la confianza y la moral que le puede dar esa faena grande, maciza y completa con la que el sevillano se despachó frente a este gran toro.
Todo tuvo sentido dentro de esas series que por ambas manos bordaron un toreo muy puro y entregado. Más intensidad quizás en ese toreo al natural por donde Serna encontró la mejor comunicación con el tendido y desde luego el sentido de una tarde que también le había regalado otro buen toro en ese que hizo tercero en el devenir de la tarde. Colocó siempre el animal la cara con clase y todo lo que desarrollo lo hizo con importancia y nobleza. Quizás ahí faltase más intensidad por parta de Serna para vender la faena, aunque no por ello deja de tener valor en ese festejo en el que Zalamea por fin vivió una tarde llena de cosas importantes en cuanto al toro y también por parte de los toreros.
Y en ese balance de brillantez hay que encerrar desde luego la tarde de Luque porque fue la disposición del sevillano la que terminó por ahormar una primera faena llena de cosas bonitas y de toreo engarzado en dos series importantes aunque se quedase sin toro muy pronto.
Tuvo en cambio Luque el regalo de esas siete series con ambas manos, gustándose en el embroque y en la ejecución de ese muletazo alargando el trazo de una embestida brava que se llevó en el arrastre los honores de la vuelta al ruedo. Sin duda muy merecida porque ese toro tuvo picante y nobleza con todo lo que Luque le exigió y se exigió el toro en ese vibrante pelea en varas. Premio para el toro y en realidad para una corrida que lució presencia y desarrolló bravura y nobleza.
Frente a dos utreros de Aldeaquemada, nobles y colaboradores en la lidia de rejones Juan Quinta dejó constancia en la tarde de una gran voluntad por cuajar faena. Fue la suya una actuación más centrada frente a su segundo al que le dejó con mejor colocación las banderillas en el morrillo. La evidencia es que a Quinta le falta oficio pero lo suple con una garra y unas ganas que de no haber estropeado el rejón de muerte su labor hubiese llegado a sus manos algún trofeo. Zalamea se fue anoche a la feria con la sensación de una buena tarde de toros.
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