Los años flamencos de Luis Buñuel

Aniversario |Luis Buñuel

La Academia de Cine celebra en 125 aniversario del nacimiento de Buñuel con una exposición fotográfica. Recordamos las películas jondas del director

Un fotograma de la película 'La hija de Juan Simón' con Carmen Amaya y Angelillo.
Un fotograma de la película 'La hija de Juan Simón' con Carmen Amaya y Angelillo. / Filmófono
Juan Vergillos

02 de marzo 2025 - 07:09

La ficha

'Buñuel, tras las cámaras' Hasta el 12 de junio. Academia de Cine.

¿Se imaginan al cineasta de culto Luis Buñuel haciéndole los coros al estribillo de un pasodoble de Angelillo, el “cantaor de flamenco más popular de España” según afirma el propio director en Mi último suspiro?

Ocurrió en 1935 y, desde luego, la secuencia incluida en la película La hija de Juan Simón casaba mal con la imagen de artista de vanguardia que por entonces alimentaba el director nacido en Calanda. De hecho, la intervención de Luis Buñuel en La hija de Juan Simón, como en ¡Centinela Alerta!, las dos películas que rodó con Angelillo, es anónima. Más tarde, en Méjico, no se le caerían los anillos a don Luis por firmar películas alimenticias, melodramas populares más o menos insufribles (también algunos deliciosos como La ilusión viaja en tranvía, o estupendos como Subida al cielo), pero en 1935 Buñuel tenía una reputación que mantener. Es por eso que su trabajo para la productora Filmófono, de la que era socio, nunca fue acreditado en las películas que produjo.

Así, ¡Centinela Alerta! se exhibió sin firma de dirección ya que Jean Grémillon, codirector de la misma junto a Buñuel, también era un artista de elite y elitista, y no quiso figurar. Buñuel señala en sus memorias que él dirgió ¡Centinela alerta! cuando Grémillon “no tenía ganas de levantarse”. También afirma el director en relación a estos filmes que “me entrometía descaradamente en la dirección” aunque los firmaran José Luis Sáenz de Heredia o Luis Marquina.

Sáenz de Heredia señaló en los años 60 respecto a La hija de Juan Simón que él se limitó a firmar, a cambio de 15.000 pesetas, pero que la dirección efectiva la hizo Buñuel mientras que Pilar Muñoz, la protagonista femenina de la cinta, declaró lo mismo, es decir, que el director de hecho fue “Buñuel, un señor autoritario, muy guapo y con los ojos verdes que llevaba a todo el mundo, incluidos los actores, más derechos que una vela”, testimonios corroborados por otros colaboradores de Buñuel como el montador Eduardo García Maroto.

Está claro que Buñuel no iba a acudir a los estudios de Filmófono sólo como corista de Angelillo y, puesto que se jugaba su dinero en estas producciones, las controló de principio a fin, logrando reducir aún más los reducidos presupuestos de Ricardo María Urgoiti, el socio mayoritario de Filmófono, según declaró éste.

Buñuel propició el debut cinematográfico de Carmen Amaya, que es lo que más satisfacción le dio de su trabajo para Filmófono según declaró a Max Aub (Conversaciones con Luis Buñuel) y según se desprende también de sus memorias. La secuencia en la que hace de extra mientras Angelillo canta un pasodoble corresponde al número musical Soy un pobre presidiario, en el que Buñuel aparece como compañero de celda del cantaor que, además de hacer coros, juega a las cartas y se deja robar la cartera. Me costó encontrar la secuencia porque tenía noticias, por el libro que publicó el Instituto Cervantes con motivo del centenario del cineasta, de que Buñuel había trabajado de extra en esta película. En 2010 di, por primera vez, el dato del lugar exacto de la cinta en que aparece.

De hecho, ésta fue la primera vez en la que se reivindicaba, desde el ámbito jondo, la “obra flamenca” de Luis Buñuel. Un autor que no volvería a tocar lo jondo sino en su última película, Ese oscuro objeto del deseo (1977) en donde Conchita, su protagonista, es una bailaora de flamenco que reproduce el mismo diálogo que interpretaba Carmen Amaya en ‘La hija de Juan Simón’: “Soy libre, mi cuerpo no pertenece a naide (sic) más que a mí y con él hago lo que quiero”. La última obra de Buñuel se basa, a su vez, en La mujer y el pelele de Pierre Louÿs, que se inspiró en los cafés cantantes sevillanos para componer su obra.

Ya sabemos que el escritor encargó personalmente al fotógrafo sevillano Emilio Beauchy la realización de una serie de imágenes del Café del Burrero entre las que se encuentran, probablemente, las dos imágenes inéditas de 1895, dos años antes del cierre del local, que conocimos hace unos meses en una exposición de Patricio Hidalgo en Sevilla. Se suman así estas imágenes a las que conocíamos de 1888 del Café del Burrero con el dato añadido, interesantísimo, que en la segunda de las dos imágenes nuevas aparecen identificadas las artistas que aparecen en la foto. Además, en el reverso de la misma foto aparece un texto que reza “Pierre Louÿs en 1895, está en España, y veremos en La mujer y el pelele el recuerdo de este viaje”.

La información aparece en la web Beauchy Photo, donde se señala que las fotografías pertenecen a la Colección Georges Sirot de la Biblioteca Nacional de Francia. Así que Buñuel cierra el círculo en 1977 con Ese oscuro objeto del deseo. El círculo que abrió Louÿs en su viaje a Sevilla en 1895 y el que él mismo había abierto en 1935 con La hija de Juan Simón.

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