Cáceres da un empujón a su festival de bolsillo

III edición Festival Atrium Musicae de Cáceres

El Joven Coro de Andalucía abrió este año el Festival Atrium Musicae, que en su tercera edición incorporó al Museo Helga de Alvear y elevó, en cantidad y calidad, el nivel de su propuesta

Andreas Prittwitz improvisando ante una de las joyas Museo Helga de Alvear, una pieza de Ai Weiwei
Andreas Prittwitz improvisando ante una de las joyas del Museo Helga de Alvear, una pieza de Ai Weiwei / Sandra Polo
Pablo J. Vayón

03 de febrero 2025 - 18:26

La idea de articular un festival de música en un fin de semana largo (de jueves a domingo) vinculándolo al patrimonio y la gastronomía ha fraguado en Cáceres como fórmula para atraer turismo nacional en época de temporada baja y para fijar el nombre de la ciudad a una iniciativa cultural de prestigio. Detrás está la Fundación Atrio Cáceres, fundada por José Polo y Toño Pérez, dueños del restaurante de igual nombre, uno de los más reputados del país, y a su lado Antonio Moral, el programador más acreditado e influyente de España, este año ya liberado de la dirección del Festival de Granada, y que a finales de este mismo mes de febrero pone en marcha en Málaga una iniciativa cortada por el mismo patrón que la de Cáceres (Raíces).

Para la tercera edición de la muestra extremeña, Moral amplió el foco incorporando espacios nuevos, aumentando el número de citas e incluso mejorando el nivel de los convocados, ya que si el año pasado tanto el cuarteto de cuerda como los solistas vocales invitados eran jóvenes (de gran nivel, sin duda) cercanos a la actividad didáctica de la gran figura de la muestra (la pianista Elisabeth Leonskaja), este año optó por traer a un cantante y un conjunto del máximo estatus mundial.

Marco Antonio García de Paz dirigiendo al Joven Coro de Andalucía en la concatedral de Cáceres
Marco Antonio García de Paz dirigiendo al Joven Coro de Andalucía en la concatedral de Cáceres / Sandra Polo

Todo empezó en la tarde del jueves 30 de enero con unas fanfarrias invitando a la fiesta desde el Arco de la Estrella, distante escasos cien metros de la Concatedral de Santa María, donde tuvo lugar el concierto inaugural: Marco Antonio García de Paz repitió al frente del Coro Joven de Andalucía el mismo programa que en Navidad el grupo había hecho en Ronda y Sevilla, Polifonías de Ida y Vuelta, y, por las críticas leídas y los comentarios intercambiados con algunos colegas (ya que no pude asistir), con el mismo éxito que en sus recitales navideños. El viernes el festival volvió a la catedral cacereña para la primera de las dos citas con Benjamin Alard, uno de los grandes de la tecla barroca. Tuvo que enfrentarse esta vez con un instrumento en no demasiado buen estado: fabricado en 1703 por el salmantino Manuel de la Viña, el órgano del templo fue restaurado en 1973 y merecería ya una nueva y profunda intervención (¡qué mejor excusa que este festival invernal!). Alard dejó en cualquier caso muestras de originalidad por el programa escogido, una inteligente elección de registros (el lento de la sonata BWV 525 de Bach quedó convertido casi en un aria piadosa) y una brillantez en la digitación que se apreció especialmente cuando las texturas se hicieron sinfónicas en los alegros de Mendelssohn.

Christian Zacharias Durante su actuación en el Gran Teatro
Christian Zacharias Durante su actuación en el Gran Teatro / Sandra Polo

Por la noche, el pianista alemán Christian Zacharias dio en el Gran Teatro uno de los conciertos más esperados del certamen, un programa que combinó Schubert con Haydn en la primera parte e hizo dialogar a Poulenc con Couperin (¡y gotitas de Scarlatti!) en la segunda. Las maneras de Zacharias, de sonido permanentemente leve y preciosista, igualó por aplanamiento prácticamente todo en un recital más decorativo que profundo, elegante a la par que frío. Después, y como se ha hecho costumbre ya en el Festival, esperaba el restaurante Torre de Sande, donde se sirvió un menú con algunas de las elaboraciones históricas de Toño Pérez. Los más de 140 asistentes al evento acreditan su éxito.

El sábado fue el día de las novedades. Por la mañana se inauguraba la iglesia de Santiago como sede con un concierto que a la postre bien pudo ser el mejor de todo el certamen: el Cuarteto Quiroga hizo una interpretación de extraordinario dramatismo e intensidad de Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz de Joseph Haydn, una obra compuesta en formato orquestal para la Devoción de las Tres Horas que se celebraba en el Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz y de la que el propio Haydn hizo la versión para cuarteto que le pidió su editor Artaria, que fue la que pudo escucharse en Cáceres. El Quiroga acentúo los contrastes y jugó con la retórica de manera magistral, moviéndose entre la terribilità trágica del "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" y la dulzura piadosa y conmovedora del "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".

El Cuarteto Quiroga en la iglesia de Santiago en la mañana del 1 de febrero
El Cuarteto Quiroga en la iglesia de Santiago en la mañana del 1 de febrero / Sandra Polo

Por la tarde, la gran novedad del año: el Festival llegaba al fin a la sede del Museo Contemporáneo Helga de Alvear, después de no haberse podido concretar la colaboración en las dos primeras ediciones. La cita, que fue doble, pues se repitió en la mañana del domingo, estuvo cargada de significación, habida cuenta el crítico estado de salud de la galerista y fundadora del centro, que murió justo este mismo lunes, al día siguiente del cierre del ciclo. La experiencia, estructurada en tres partes, resultó del máximo interés: Juanjo Guillem con sus colegas de Neopercusión y alumnos de conservatorios de la ciudad recibieron y despidieron a los visitantes en el exterior del Museo entre lo new age, el experimentalismo y la potencia genuina de la percusión étnica. La performance continuó en el interior de las salas con un recorrido improvisatorio trazado por Andreas Prittwitz, con saxos soprano y tenor, clarinete y flautas dulces, en el que visitó sus dos mundos predilectos, el del jazz y el de la música antigua (Dowland, Bach, danzas renacentistas...). Por la noche, vuelta al Gran Teatro para otro esperadísimo recital: el del barítono Andrè Schuen con su acompañante habitual, el pianista Daniel Heide. Con voz fresca, juvenil y multitud de matices, Schuen dio buena cuenta de un programa intenso y bellísimo entre Schubert y Mahler, volcado hacia lo intimista y que culminó con unos Rückert-Lieder del compositor bohemio dominados por la sutileza de la declamación y de las medias voces del cantante.

Andrè Schuen y Daniel Heide en el Gran Teatro
Andrè Schuen y Daniel Heide en el Gran Teatro / Sandra Polo

Como en años anteriores, en la mañanda del domingo el Festival visitaba el Museo Vostell en la cercana localidad de Malpartida, un espacio dedicado al arte contemporáneo y encuadrado en un espectacular paisaje en el que repitió actuación Benjamin Alard, esta vez en un clave copia de un formidable Christian Vater en el que ofreció las dos obras que integran el Clavierübung II de Bach: un Concierto italiano fluido, transparente y virtuosístico y una Obertura a la francesa más ligera de lo que suele ser habitual, llena de juegos con el tiempo y pequeñas variaciones en las repeticiones de las danzas, entre las que la Gigue brilló de forma especial.

Cuarteto Quiroga y Yulianna Avdeeva en el concierto de clausura
Cuarteto Quiroga y Yulianna Avdeeva en el concierto de clausura / Sandra Polo

El concierto de clausura se celebró por la tarde en el Gran Teatro con una segunda actuación del Cuarteto Quiroga que, primero, alternó en el escenario con la pianista moscovita Yulianna Avdeeva, y después tocó con ella el Quinteto Op.57 de Shostakóvich. Avdeeva mostró un sonido de una exquisitez superlativa en las gamas dinámicas más leves, lo mismo en los preludios de Shostakóvich que hizo al principio que en el Quinteto e interpretó una Toccata de Bach con un virtuosismo sin fisuras. El Quiroga tocó con delectación las fugas de Bach transcritas por Mozart y en el Quinteto supo plegarse a la delicadeza de su partenaire en los movimientos lentos y los pasajes más delicados y desplegó una brillantez diamantina en los rápidos.

La cuarta edición de Atrium Musicae ya está planificada. Mientras, en el puente del día de Andalucía, Málaga servirá para chequear si la fórmula del festival de bolsillo resulta igual de exitosa en una ciudad de más tamaño y más rica vida cultural. Lo contaremos.

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