La Copa Pavón que ganó Vallejo
Historias del fandango
La primera Copa Pavón fue ganada por el cantaor sevillano Manuel Vallejo en 1925 y le abrió el influyente ambiente flamenco de Madrid
El decano de los fandangueros de Huelva
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Huelva/LA onda inspiradora que provocó el Concurso de Cante Jondo de Granada en 1922 abrió una nueva etapa en la que los concursos revitalizaron al alicaído flamenco anterior a los años veinte. Las competiciones con premios estimulaban tanto a los artistas como a los públicos, creando ambientes de expectación y, en cierta medida, devolviendo a los aficionados el gusto por los espectáculos autóctonos. Los teatros se llenaron para ver competir a los ases del momento. Eran un negocio.
El Teatro Pavón, organizador del concurso Copa del mismo nombre, estaba flamante: había sido inaugurado en el mes de abril con una función benéfica a la que asistió el rey Alfonso XIII. Por entonces se decía que el teatro estaba en crisis –¡y cuándo no!–, pero su propietaria Francisca Pavón lo construyó, en la calle Embajadores de Madrid, con intención de dedicarlo a los géneros de moda, la zarzuela y los sainetes.
Pero su primer gran espectáculo fue un concurso de flamenco. “Una gran fiesta de cante jondo”, como titulaba la prensa cuando culminó el certamen [1].
Muchas localidades –decía la crónica– se vendieron al triple de su precio en taquilla, y otros muchos aficionados se quedaron fuera porque el aforo –cerca de 1.700 espectadores– estaba abarrotado.
Los concursantes
Cumpliendo las bases del certamen, al final quedaron ocho cantaores para disputarse la primera Copa Pavón: Macareno, el Niño de Tetuán, el madrileño Angelillo, el Niño de Madrid, el Niño de Marchena, Manuel Vallejo, Manuel Escacena, el Cojo de Málaga y El Mochuelo (éste, fuera de concurso).
Y como dato significativo de la abrumadora presencia que el fandango había ganado ya en los espectáculos flamencos, mediada la década de los años veinte, siete de ellos lo llevaron en el repertorio elegido. Curiosamente, el genuino fandanguillero que era Manuel Vallejo, finalmente ganador de esta primera Copa Pavón, eligió entre los cantes a interpretar la granaína, tarantas y seguiriyas, pero no el fandango, del que era también un consumado intérprete.
Fandangos y fandanguillos
Las crónicas de la época diferencian entre “fandango” y “fandanguillo”; en el Heraldo de Madrid se lee, por ejemplo: “Niño de Marchena, que tiene un cante muy agradable por lo suave, abandonó deliberadamente su fuerte, el fandanguillo, y actuó en el certamen con granadinas, fandango y soleares. Fuera de concurso, y a requerimiento de los “morenos”, arrancó ovaciones de simpatía incondicional con sus inconfundibles fandanguillos”. (En el cuadro del blog Flamencodepapel figuran los cantaores, guitarristas y estilos elegidos por cada artista) [2 ].
Obsérvese que no se trató de un concurso cerrado con unos cantes determinados a ejecutar, sino que fueron los propios artistas los que propusieron los que iban a interpretar. Y otra particularidad, que le dio mayor nivel a la competición: todos los concursantes eran profesionales. Parte de ellos eran veteranos que habían conocido y vivido los finales de la época intensa y el posterior declive del cante jondo en los cafés cantantes (El Macareno, el Cojo de Málaga, el Niño de Madrid, Escacena y El Mochuelo). Pero otra parte eran de una generación emergente poco vinculada al cante a la manera tradicional (Marchena tenía 22 años; Angelillo, 17…: para la prensa eran “los modernistas del cante jondo”). En todo caso, el público los recibió con agrado, no hay más que recordar el afecto con que agasajaron a El Mochuelo: “Puede estar satisfecho de su actuación de anoche y del homenaje espontaneo que el público supo tributar a su historia brillante y dilatada”; Antonio Pozo tenía 63 años y sus facultades estaban muy mermadas con el paso del tiempo.
Vallejo, el ganador
Y el cantaor que había vivido lo último de la vieja etapa y lo nuevo de la reciente era Manuel Vallejo, que tenía 34 años cuando se celebró este concurso. Había conocido a los veteranos y era un líder del tiempo nuevo del flamenco. Ya había grabado dos discos de fandangos; en el primero, titulado Fandanguillos alosneros, en 1923 y con el acompañamiento de Ramón Montoya, cantó el estilo de Juan María Blanco (Y si usted mi pare fuera), un segundo en el aire popular de Huelva (No tiene más que una rama) y un tercero en el aire de los Acarmaos de Alosno que se ha convenido adjudicar al alosnero Juan Rebollo (Espero que el alba venga). El segundo disco llevaba los aires abandolaos de los verdiales malagueños.
Unanimidad del jurado
Su actuación fue reconocida por unanimidad del jurado, en el que figuraron personalidades como don Antonio Chacón –que al final también subió al escenario a cantar–, el compositor y director de orquesta sevillano Manuel Font de Anta, el dramaturgo y director de cine granadino José María Granada, el director de la revista Estampa Antonio González Linares, el poeta sevillano Juan González Olmedilla y otros. Y los asistentes lo aplaudieron con entusiasmo porque cantó muy bien. Sus competidores rayaron a gran altura, haciéndose acreedores a un reconocimiento [3].
La primera Copa Pavón fue un espaldarazo artístico para Manuel Vallejo, tanto a nivel de reconocimiento en el influyente ambiente flamenco de Madrid, donde era muy apreciado, como por sus consecuencias de orden crematístico: él reconocía después, en una entrevista, que aquel triunfo le había supuesto aumentar su caché y que en algunas ocasiones llegaron a pagarle dos mil pesetas por cantar como consecuencia de dicho reconocimiento [4].
Ya como ganador de la primera Copa Pavón, Vallejó actuó en Huelva a finales de 1925 [5].
(Continuará).
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