Una corrida para echarle valor

Oliva Soto salió a hombros tras conseguir dos orejas en la seria y nada fácil corrida de Peñajara que ayer volvió a lidiar una importante corrida de toros, a la que Curro Díaz y Nazaré cortaron una oreja cada uno

Paco Guerrero / Huelva

05 de septiembre 2010 - 05:00

Ganadería: Se lidiaron seis toros con el hierro de Peñajara de excelente presentación y juego variado. Tercero, cuarto y quinto sobresalieron por encima del descastado juego del sexto. Corrida nada fácil y que en conjunto ofrecen un resultado muy interesante. Los tres nombrados se llevaron palmas en el arrastre. . TOREROS: Curro Díaz. Oreja; en su segundo, saludos. Oliva Soto. Oreja; en el quinto, oreja. Antonio Nazaré. Oreja; en el que cerró plaza, Palmas. Incidencias. Plaza de toros de Zalamea. Media entrada de público en el tendido. Tarde con temperatura veraniega. Al final del festejo, Oliva Soto salió a hombros.

Queda la impresión en el ambiente de corrida importante. De festejo con la importancia que le presta el toro cuando sale a la plaza con ideas de toro y complementos sobre la testuz que no son habituales. AquÍ en Zalamea cuesta trabajo entender la Fiesta de otra forma, por eso la corrida de Peñajara, sin ser en cuanto a conjunto lo brillante del año pasado, deja regusto para suficiente como para que el ganadero Rufino y sus gentes se hayan ido satisfechos de nuevo para el campo. De seis toros, cuatro ofrecieron oportunidades para los toreros. Es un porcentaje amplio pues donde encontrar el argumento de esas cuatro orejas que el presidente otorgó desde el palco.

Primeras orejas. Orejas del publico que el pañuelo blanco dejó francas en manos de los toreros. ¿Justas?... desde luego que sí. Al menos por ponerse delante del trapío de la de Peñajara y desde luego porque cada uno de la terna presentó por momentos avales suficientes donde justificarlas. Curro Díaz cumplió a secas con su primero. Quizás faltara algo más para que la faena remontara vuelo alto, pero en cambio el de Linares se quedó a medio camino entre esa embestida poco entregada del animal, siempre con la cara alta y sin rematar. Curro tiró de detalles y poco más. Con eso no hubo ambiente de oreja.

Dejó sobre el albero en el cuarto, la mejor expresión del muletazo al natural. Alargando el viaje y templando el viaje del toro, el torero cuajó tres series con la zurda que pusieron valor a la tarde.

La corrida de Peñajara no fue fácil. No se entregaron en ningún momento y a pesar de no entregar embestidas dulces exigieron a los toreros no equivocarse.

En esa línea se movió el primero de Oliva Soto. Distraído y sin atención en la lidia el animal no quiso demasiado y el torero tampoco se dio coba con la que exponer.

Cuando sí se atrevió a dejar la muleta para completar la serie surgió entonces un embroque vibrante por lo incierto del toro. Sería ahí, ese oasis de muletazos, donde se fraguó parte de la Puerta Grande del sevillano.

El quinto fue un excelente toro. Uno de los ejemplares que más se movió y donde Soto cuajó de poquito que hubo de capote por parte de los actuantes. Repitió con nobleza al animal y Soto lo aprovechó para cimentar por los dos pitones, la faena mas completa de la tarde.

Antonio Nazaré dejó razón de torero valiente en sus dos toros. Se inventó la faena a su primero, un toro con el que Nazaré estuvo inteligente y torero hasta hacer romper una faena donde el Peñajara entregó la cuchar y fue poco a poco dejándose.

Con el sexto solo cabía estar valiente y Nazaré lo estuvo. Lastima que la poca raza y la mucha sosería del impresionante toro que cerró festejo no le dejaran buscar entre todo lo bueno que hizo, su particular Puerta Grande, tan merecida Quizás como la de Oliva Soto.

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