Lo que dice el pueblo... Los años de Blas Infante en Isla Cristina y su relación con el fandango
Historias del fandango
Blas Infante empleó con frecuencia la expresión “lo que dice el pueblo”, de manera que se hacía eco constantemente de lo que escuchaba, poniendo la opinión de la gente como máxima referencia
“El fandango, próximo a lo flamenco”, según Blas Infante
El pueblo distingue, entre los cantes acompañaos, una subdivisión: cantes pa bailá y cantes paehcuchá, y encuadra, dentro del flamenco, a los cantes de levante, a los abandolaos de Málaga y los fandangos flamencos (El Canario, La Trini, Juan Breva), porque los no flamenquizados, aunque de línea melódica semejante originariamente a los flamencos, no son considerados como cantes flamencos por el pueblo, habiendo diferentes clases de estos fandangos, los cuales toman su nombre del lugar donde se producen… Atendiendo, pues, al lugar de producción, hay fandangos mineros, verdiales, casareños… Estos grupos de fandangos son los que admiten, y a veces se produce en ellos, la flamenquización, sin llegar a desvirtuarse; pero hay otro grupo que no admite tal operación, llegando algunos hasta poder ser convertidos en un bellísimo recitado (?), como los de Huelva, principalmente los célebres fandangos del Alosno”.
O sea, que don Blas Infante conocía bien los fandangos, pero los englobó a todos en el mismo grupo y no les dio credencial de “flamencos”. Bien habría merecido una explicación más amplia su idea sobre la flamenquización. Parece que todo el proceso de transformación y consolidación flamenca que el fandango había experimentado en la provincia de Huelva no le mereció una consideración más detallada.
El ambiente flamenco de Isla Cristina
El señor Infante vivió y ejerció de notario en Isla Cristina entre 1910 y 1918, según unas informaciones, o entre 1922 y 1930 según otras. Sean cuales fueren las fechas correctas, lo cierto es que dejó en este pueblo testimonio de su erudición y de su bonhomía y amor por la Naturaleza (1) (2).
En las primeras décadas del siglo XX, Isla era un pueblo con una gran actividad flamenca en sus cafés cantantes (cafés Covadonga, La Barqueta, Neutral, La Marina…) y sus teatros (salón Victoria, salón Flores). Y aunque el fandango de Huelva estaba todavía en esos años en fase de desarrollo, definiéndose y en camino hacia su gran eclosión de los años veinte, pudo tener la ocasión de asistir a actuaciones de eminentes fandangueros. Ya en 1911 actuó allí la Niña de los Peines, y años más tarde artistas como el Cojo de Málaga, el Niño Rengel con trece años, Antonio Silva el Portugués, el Niño de Granada, el guitarrista Habichuela... Había tanta afición al flamenco que varios redactores del periódico local La Higuerita anunciaron que iban a crear una academia de enseñanza de cante y toque (4).
Pero si Blas Infante habitó allí en los años veinte, debió vivir la efervescencia flamenca que se mantuvo en Isla por todo lo alto. Como se ha dicho, los controles de la dictadura de Primo de Rivera le habrían dejado mucho tiempo para interesarse por otras cuestiones, al margen de su propuesta política; de ahí surgen su afición y su obra Orígenes de lo flamenco y secretos de cante jondo.
Es la gran década del fandango. Por su teatro pasaron figuras como Emilia Benito, la Niña del Patrocinio, María Gamito o Fernando el Herrero. El Muela comenzó su andadura como artista en el bar Rafaelito, de los hermanos Rojas, en 1924, y en Isla vivió y actuó hasta 1930; allí escuchó cantar y tocar a Antonio Silva El Portugués. Y debió conocer al gran aficionado local Diego Rojas Rojita, (1888-1970), el que ganó un premio en el decisivo Concurso de Cante Jondo de Huelva de 1923.
Fandangos en su discoteca
Para fundamentar los orígenes de la música del flamenco, Blas Infante buscó en las de los países mediterráneos y recopiló una serie de discos que se conservan en el Museo de la Autonomía, su hogar, hoy Casa Museo que se dedica a su memoria en Coria del Río (3). En esta Casa de la Alegría (Dar al Farah, que también se le llama) se conservan 46 discos de pizarra que coleccionó con ayuda de discográficas de Francia, el País Vasco y Cataluña. Parte de ellos son nubas, qasidas, moxajas y zéjeles, y varios discos de flamenco: cantes de caracoles y mirabrás de Manuel Centeno, la malagueña de Juan Breva cantada por El Canario de Colmenar; jaberas y rondeñas de El Mochuelo; y una serie de discos que contienen fandangos: el conocido como Fandango del Gran Poder, de Manuel Vallejo; unos fandangos de José Cepero; fandangos mineros de Antonio Grau, y otros fandangos del Niño de la Rosa Fina de Casares, el pueblo de ambos.
Corrector de Fernando el de Triana
Con la documentación consultada por el recopilador de la última edición del libro, el escritor Manuel Barrios vino a descubrir que fue Blas Infante quien revisó y escribió a máquina los textos manuscritos de Arte y artistas flamencos, el famoso libro de Fernando el de Triana. Pero en la edición del mismo no se incluyó, sin saberse por qué, el magnífico epílogo que don Blas escribió para la obra de su amigo.
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