La discografía olvidada
Historias del fandango
La discografía de José Rebollo, como la de Antonio Rengel, fueron desconocidas por los aficionados de Huelva hasta cerca de los años 80
José Rebollo, el fandango grande

Huelva/Como el arpa del poema de Bécquer, las discografías de los más decisivos intérpretes del fandango de Huelva permanecieron olvidadas durante décadas. Y esto sorprende porque Rebollo, Rengel y Paco Isidro grabaron sus discos en los años finales de la década de los veinte y primeros años treinta.
Pero aquellos discos de pizarra tuvieron una difusión corta y breve y permanecieron arrumbados hasta que algunos aficionados de las peñas y algunos investigadores los rescataron, varias décadas más tarde, y los pusieron en valor estudiándolos y difundiéndolos con reediciones tan necesarias. En el caso de Rebollo, ni sus mismos paisanos de Moguer conocían el verdadero valor de su artista. Un buen amigo, veterano aficionado paisano suyo, estudioso y gran conocedor del flamenco, me comentaba en cierta ocasión cómo él –y otros muchos– no habían tomado conciencia de los trascendentes méritos flamencos de Rebollo hasta que un cantaor sevillano que fue a cantar a su Peña lo ensalzó, dimensionando su grandeza, al ver una foto colgada en la pared cuando el siglo ya declinaba.
El por qué del silencio
Varios factores contribuyeron a ese clamoroso silencio colectivo. La desaparición de los escenarios de Rebollo por su prematura muerte, la de Rengel que dejó de cantar en público en los primeros años treinta; más el cruento periodo de la Guerra Civil con una única emisora de radio en Huelva y la inicial desconfianza del régimen franquista sobre los artistas del flamenco; más la irrupción de nuevos cantaores de fandangos en la posguerra, más el relevo generacional de la sociedad, el cambio de maquinaria reproductora de los discos de pizarra y que no se hicieran reediciones adaptadas a los nuevo formatos…: todo eso contribuyó.
Un período que osciló entre la evolución técnica, que dejaba obsoletos los aparatos reproductores anteriores, y la conjunción entre el silencio y el olvido. Y también un prolongado semi “secuestro”, si se quiere interpretar así. Una joven y prestigiosa cantaora onubense, que se inició en el cante siendo una niña en los años ochenta, me comentaba en una ocasión, hablando del Concurso infantil de la Peña La Orden que ha cumplido cuarenta ediciones y que ella ganó varias veces, que “los niños de hoy tienen mucha suerte de acceder a los archivos de Rengel y de Rebollo. Nosotros no teníamos acceso a esas grabaciones, porque las peñas las guardaban como tesoros a los que no permitían que accedieran más que unos pocos. Cuando yo era niña nunca escuché directamente un disco de Rebollo o de Rengel, sino las interpretaciones que hacían los mayores, que tenían acceso restringido a sus discos, pero no directamente a la fuente…”.
En fin, todo ello contribuyó a que los nuevos aficionados descubrieran a las joyas de cantaores viejos que tenía Huelva con ¡medio siglo de retraso! Y en esos cantaores reside, precisamente, el origen y la identidad del fandango de Huelva. Todo esto puede considerarse sorprendente para los aficionados jóvenes de hoy, pero así sucedió.
Qué joven murió Rebollo…
Rebollo grabó sus discos en Barcelona y, al parecer, de la ciudad condal fue de donde trajo a Sevilla a la que fue su compañera Coral. Cuando ella contrajo la tuberculosis, enfermedad por aquellos años incurable y que le costaría la vida, la pareja viajó de nuevo a la ciudad condal buscando tratamientos médicos que la sanaran, pero nada pudieron hacer para conseguirlo. La pérdida de Coral le provocó a José una depresión de la que no se llegaría a restablecer.
Casi todos los autores que escribieron sobre José Rebollo fijaron en 1938 la fecha de su muerte, copiando unos de otros y sin investigar el hecho, aunque ya dos habían advertido de que el óbito se había producido antes, en los primeros años treinta del siglo pasado. El investigador extremeño Manuel Yerga Lancharro publicó que había fallecido en mayo de 1932. Y mucho antes, cuando estaba escribiendo su libro Arte y artistas flamencos publicado en 1935 y terminado de escribir en 1933, a falta de los últimos retoques antes de editarlo, Fernando el de Triana dejó una pista que pocos habían leído cuando, haciendo su defensa del fandango de Huelva, dice (página 266): “En el mismo Huelva siempre se ha cantado y se canta bien. ¡Aún parece que me suenan en el oído los MALOGRADOS Rebollo y Comía!”. En un solo párrafo nos acota en los primeros años treinta dos muertes que habían permanecido desconocidas para la mayoría, la de Rebollo y la de El Comía.
Finalmente, sería la búsqueda del investigador Manuel Romero Jara la que diera fe del año concreto localizando el certificado de defunción [2]: José Rebollo falleció en la casa de la Alameda de Hércules, 29, de Sevilla, el 22 de mayo de 1932 a consecuencia de una tuberculosis pulmonar. Lo curioso es que el acta informa también de que tenía cuarenta y cinco años, y si había nacido en 1895 no tendría más que treinta y siete años. En todo caso, los datos precisos indican que el año del óbito fue 1932.
Y dice también que su estado civil era soltero, porque efectivamente Rebollo no se había casado con su compañera Coral.
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