Una joya pulida

La huella de la escuela bolera | Crítica

La bailaora y profesora del conservatorio de Sevilla, Ana Moya, publica un libro que analiza las conexiones técnicas entre la escuela bolera y el baile flamenco

Ana Moya, en el centro, en la presentación del libro en la Fundación Cristina Heeren. / Instagram
Juan Vergillos

02 de febrero 2025 - 07:09

La ficha

'La huella de la escuela bolera en el baile flamenco' Ana María Moya Camarena. Mahali Ediciones, 160 pp.

Este libro es una joya. Una joya pulida durante años de dedicación profesional al flamenco y a la danza española. Es un libro eminentemente técnico y en este aspecto es un hito. No es frecuente que una bailaora se exprese tan bien por escrito, y haya dedicado tantas horas a reflexionar sobre la teoría de su arte. Moya disecciona estos dos géneros de la danza española, la escuela bolera y el flamenco.

Apuntándonos a la moda de los estudios genéticos, diremos que Moya nos muestra el ADN del flamenco y el de la escuela bolera. Y resulta que coinciden en un alto porcentaje. No se mete en profundidades historiológicas. En este sentido sigue fielmente las teorías oficiales. Eso sí, suponiendo que estas existieran. Me refiero a las teorías de reputados investigadores tanto del flamenco como de la escuela bolera, autores que cita Moya en su obra. O a instituciones como la Junta de Andalucía y su declaración de la escuela bolera como bien de interés cultural. Así, Moya reproduce argumentos como que las “boleras y gitanillas de la cava” coincidieron en las academias sevillanas de baile de mediados del siglo XIX. Hablando de una “actividad paralela, un mutuo intercambio de motivos”. Distinguiendo entre “bailarinas boleras y las calés andaluzas”. De la fusión “del andaluz y del gitano andaluz”. Pero ¿no habíamos dicho que Luis Alonso, el famoso bailarín bolero, era gitano? ¿No hemos visto en el famoso cartel de la Venta de Caparrós, entre otros lugares, que gitanos y no gitanos bailan las mismas danzas y con los mismos atuendos, y en los mismos lugares? ¿No perciben el tono racista, hay que decirlo con todas las palabras, de las mencionadas distinciones, incluyendo los diminutivos? Racismo que no achaco, en absoluto, a Moya sino a los autores a los que cita.

En realidad el estudio de Moya desmiente esta teoría histórica. Además, incluye un estudio minucioso de los diferentes tratados de danza publicados en España desde 1642 hasta el siglo XX, en los que se describen los pasos que son objetos del estudio de Moya. Es decir, que el baile español es uno. Hay una continuidad histórica desde el barroco. Una continuidad de pasos. Incluso de géneros. Y hasta de indumentarias y complementos. Es decir que los guiris indocumentados llevan razón cuando confunden flamenco y danza española. Llevan razón como los niños, porque hablan desde la inocencia. No están avezados como nosotros. En este punto me alineo con Morente: cuando llegaron los expertos la jodimos. El único camino que le queda al experto, que se lo digan a Sócrates, Newton, a Einstein, es la inocencia. La clave es que estos guiris indocumentados tienen otros racismos que los nuestros. Ahí sí son expertos.

Hace muchos años que desmentimos este malentendido. Y ahí citábamos ya la tesis doctoral de Moya. Ana María Moya, ofrece este inventario de pasos de la escuela bolera presentes en el flamenco (o viceversa, cabría añadir): abrir y cerrar; ballonné; bodorneo; caballito; careos; cargado y cuatropeado; carrerillas y retiradas; cuna; desplante destaque; embotados; escobilla; jerezana, giro en attitude; giro en coupé; giro en passé; giro en tombé; giro en piqué; giro en sexta jerezana; lazo; lisada; llamada de panaderos; llamada de petenera; llamada del vito; matalaraña; pasada de sevillanas; pas de bourrée; paso de rondón; paso de sevillana; paso de vasco; piflax; punta y talón; rastrón; retortillé; rodazán; salerito, seasé contra-seasé; sostenido; tiempo de jaleo, tombé; vuelta normal; vuelta con degagé; vuelta con destaque; vuelta girada; vuelta de pecho; vuelta quebrada; vuelta de vals; vueltas sostenidas; tordín o salto tordo; vueltas encadenadas; vueltas de tornillo; y vuelta y media.

Si hoy hay tres o cuatros géneros de danza española es por nuestro racismo ancestral. Por nuestro cainismo, por nuestra tendencia al cantonalismo. Nuestro clasismo. Nuestro elitismo. El racismo bienintencionado no deja de serlo.

Pero, en su origen, todos estos géneros eran la misma cosa. Porque una cosa son los bailes boleros y otra la escuela bolera. Los bailes boleros es el repertorio de finales del siglo XVIII y principios del XIX, que se bailan con zapatos. La escuela bolera, que se baila en buena parte con zapatillas, es una cosa moderna. Es posterior al flamenco. Es, ya saben, una reconstrucción que se hizo a finales del siglo XX con elementos de la danza clásica, de algunos de aquellos bailes boleros que ya habían pasado de moda por la influencia, precisamente, del flamenco. La cachucha que se baila hoy, por ejemplo, es una coreografía de Pierre Lacotte y Ann Hutchinson Guest ¡de 1967! Se hizo para un programa de la BBC. Y hoy se presenta como una danza de principios del siglo XIX. Es una de esas “tradiciones inventadas” a las que somos tan aficionados.

El flamenco es el genuino heredero de los bailes boleros. Y este estudio, sin pretenderlo, lo demuestra. Ese es uno de los muchos valores que atesora. No se lo pierda.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

La huella de la escuela bolera | Crítica

Una joya pulida

Mapa de Músicas | Olivier Messiaen. Novedades discográficas

Olivier Messiaen entre el cielo y la tierra

Lo último