Una fuerza de la naturaleza
Paco Roji y Ramón Soler firman una obra con grabaciones inéditas en la que analizan las trayectorias artística y discográfica del matrimonio formado por La Cañeta y José Salazar
La Cañeta (Teresa Sánchez Campos) es un ser maravilloso y descomunal, una fuerza de la naturaleza. Es, además, historia viva de este arte, recreadora o configuradora de uno de los estilos por tangos más populares en la actualidad, a veces llamados tangos de la Repompa. Naturalidad, desparpajo, poder de transmisión de una emoción básica como es la felicidad, esos son sus valores flamencos. Respecto a los tangos mencionados, hay que señalar que en el flamenco ocurre con frecuencia que las cosas no son lo que parecen. Desde luego que los famosos tangos de la Repompa (Enriqueta Reyes Porras, 1937-1959), recreados por La Cañeta, La Repompilla (Rafaela Reyes Porras, 1948) y, más recientemente, por Estrella Morente o Las Migas, no son los tangos de La Repompa. De la lectura de esta obra, La Cañeta de Málaga, José Salazar y La Pirula, y de su precedente, la biografía de La Repompa, debemos deducir que llamarlos tangos de La Pirula (Dolores Campos Heredia, 1915-1948), la madre de La Cañeta, nos acercaría más a la realidad histórica. Aunque aún no seríamos del todo exactos. Los tangos de La Repompa (ya es tarde para cambiarles el nombre, claro) se originan, con toda probabilidad, en las zambras del Sacromonte granadino. La Pirula hace una recreación de estos cantes que, a través de Paca Reyes Porras (Málaga, 1935), la hermana mayor de la Repompa, pasan a ésta y a La Cañeta, la hija de La Pirula, pero que, según su propio testimonio aquí recogido, apenas tuvo tiempo de escuchar a su madre, muerta tempranamente, con 32 años.
Se da la circunstancia infeliz de que las dos grandes protagonistas de la historia de los cantes gitanos de Málaga, La Pirula y La Repompa, murieron bastante jóvenes de manera que sus herederas, La Repompilla y La Cañeta, hubieron de conocer sus cantes por terceras personas, singularmente de Paca Reyes. Ello hace que hoy en día sea muy difícil establecer una línea de separación entre las creaciones de unas y de otras.
Esta obra surge como un acercamiento biográfico a la gran cantaora y bailaora festera malagueña que fue y es La Cañeta, lo que implica un bosquejo biográfico de su madre, La Pirula, y de su esposo, el cantaor José Salazar. Con este libro, recogido en buena parte directamente de boca de sus protagonistas, queda esclarecido al fin el misterio del nacimiento de la gran cantaora malagueña: 5 de diciembre de 1936. Su vida es el testimonio del flamenco en la segunda mitad del siglo XX: edad de oro de los tablaos madrileños; nacimiento del flamenco orientado al turismo en la Costa del Sol, donde la cantaora y su esposo, José Salazar, regentaron varios locales; nacimiento y auge de los festivales de verano; origen y decadencia del vinilo flamenco, etcétera.
En Málaga La Cañeta se inicia con el grupo Los Vargas, del que formaban parte La Repompa, La Quica, Pepa Vargas y Pepito Vargas, entre otros, y actuaron en los locales flamencos de la capital de la Costa del Sol como El Refugio o El Pimpi, y del resto de Andalucía.
Los Vargas debutaron en 1955 en el Circo Price de Madrid. La Cañeta debuta en solitario en el Corral de la Morería, en 1957, y al año siguiente pasa al local de Pastora Imperio, El Duende, donde conoce a José Salazar, recalando luego por los principales locales flamencos de Madrid (Villarrosa, Torres Bermejas, Los Tarantos), Sevilla (El Guajiro) y la Costa del Sol (Los Monteros, Las Cuevas). En 1966, tras su paso por la Feria Mundial de Nueva York, la pareja viaja a México, donde actúan en el tablao El Rincón de Goya, en París y en Japón, país donde recalan en 1968. En 1972 inauguran en Puerto Banús el tablao Los Corales, que en 1974, con traslado incluido, pasa a llamarse La Cañeta. En 1979 se mudan a Madrid, en principio a la Venta del Gato; luego inauguran su propio local, también llamado La Cañeta. En 1984 regresan a Marbella, desde donde hacen actuaciones por toda la geografía flamenca que combinan con recitales en locales de su tierra natal, donde inauguran un nuevo local, El Capricho, en 1987.
José Salazar, por su parte, nació en junio de 1936 en Los Santos de Maimona (Badajoz). Se inició artísticamente siendo un niño en Huelva. Obtuvo diversos galardones en el Concurso de Córdoba en 1956. En 1957 ingresó en la compañía de Concha Piquer. Desde 1958 su carrera corre en paralelo a la de La Cañeta.
Si Paco Roji se ocupa de la vida de la pareja, Ramón Soler Díaz analiza la complicada trayectoria discográfica de la Cañeta y José Salazar. El libro incluye dos discos con grabaciones desde 1959 hasta la actualidad. Todos los discos que grabó la pareja están descatalogados, de manera que las grabaciones que aquí se ofrecen son una primicia para muchos aficionados, al margen de contener un buen puñado de inéditos. El disco de La Cañeta incluye la versión flamenca primera de El probe Miguel, que fue vallenato y luego son cubano antes de ser rumba. La Cañeta la aflamencó con gusto en 1959 con la guitarra de Paco Aguilera y un delicioso coro compuesto por los miembros del tablao El Duende. Se trata de una descarga visceral y trepidante, como es dicha intérprete.
La obra reproduce, salvo en un caso que ha sido imposible, las carátulas originales de los vinilos, verdaderas joyas kitsch. La Cañeta sigue interviniendo en discos colectivos hasta que a finales de los 60 graba algunos epés en solitario para Zafiro. En Japón también realiza algunas grabaciones en 1969 junto a José Salazar. La Cañeta no vuelve a grabar hasta 1984, cuando publica, junto a su esposo, Dos maestros del cante.
La cantaora grabó en 2011 ocho cantes que se incluyen en el CD que acompaña a este disco, inéditos hasta la fecha. Incluye otro inédito, de 1991, grabado en directo en la Peña Flamenca de Jaén, unas cantiñas.
Más extensa y complicada de reseñar es la carrera discográfica de José Salazar, que ha registrado 52 cantes con 21 palos distintos, lo que da fe de la amplitud de su repertorio. Salazar se inició, como su mujer, en los años 50, y participó en la Antología del cante flamenco y cante gitano dirigida por Antonio Mairena.
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