Literatura
Nuria Labari y la caza del rayo
En su mejor momento personal y creativo en décadas, Rafael Riqueni, uno de los guitarristas más elevados y sensibles surgidos en las últimas décadas en el flamenco sevillano, recibió la noche del viernes un duro mazazo que empezó a fraguarse en los tiempos más difíciles de su pasado, marcado por los problemas mentales y como consecuencia de éstos con frecuencia en el filo de la ley. El músico ingresó la noche del viernes en el centro penitenciario Sevilla I debido a unos hechos ocurridos en 2010, según confirmó a este periódico su representante, Francisco Bech, que quiso desmentir los "rumores" sobre el estado de salud de Riqueni: "No está enfermo. Esto no tiene nada que ver con su estado actual, sino con cosas pendientes de cuando no estaba bien".
Como consecuencia de este ingreso, "que él sabía que podía ocurrir y para el que estaba preparado", el guitarrista y compositor trianero se ha visto obligado a suspender sus actuaciones en la XLVII Reunión de Cante Jondo (prevista para la misma noche de ayer), en la segunda edición del Festival de Guitarra Gerardo Núñez (el próximo miércoles) y en la cuarta Bienal de Flamenco de Málaga (el jueves). "Una vez recuperado en lo personal y artístico tras casi 20 años de tiempos difíciles, debe ahora enfrentarse a su responsabilidad frente a la sociedad civil por hechos relacionados con el pasado", rezaba el comunicado que el entorno del guitarrista decidió publicar la tarde de ayer en su perfil de Facebook. "Pero está muy bien, bastante entero, se lo ha tomado con filosofía. Le hemos llevado ya una guitarra".
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