Johnson, Evans y Simmons salvan este caro juguete navideño

Han secuestrado a Papá Noel lo que, lógicamente, pone en peligro la Navidad. Ya lo intentó Herodes hace 20 siglos de forma más expeditiva y yendo a la raíz de la cuestión: mandando asesinar al Niño Jesús. Pero esto forma parte de la Navidad cristiana, no de la neopagano-consumista que la ha devorado. En vez del Niño, el espíritu y la razón de ser de la Navidad es Papá Noel. En vez de matarlo, se le secuestra. Y en vez de que un ángel advierta a José y a María de que huyan a Egipto para salvar al Niño, el salvador del secuestrado y más canijo Papá Noel (un excelente J. K. Simmons) es su guardaespaldas y jefe de seguridad (Dwayne Johnson, eficaz como siempre haciendo el mismo personaje) primero enfrentado y después ayudado -no hay cuento de Navidad sin redención- por un nada angélico aventurero y cazarrecompensas (interpretado con gracia por Chris Evans): la apuesta segura por la pareja disímil obligada a trabajar juntos y soportarse. 

Escribe esta comedia familiar Chris Morgan, responsable de casi todas las entregas de Fast & Furious, y la dirige Jake Kasdan, hijo del muy apreciable guionista (El imperio contrataca, En busca del Arca perdida) y director (Body Heat, Gran Cañón) Lawrence Kasdan, que puede haber heredado el oficio de su padre, pero no su talento: es un ex especialista en comedias gamberras (Orange County: Colgado, pringado y sin carrera, Dewey Cox: una vida larga y dura, Bad Teacher, Sex Tape: algo pasa en la nube) que cambió de rumbo al encontrar un filón haciendo pareja con Dwayne Johnson en Jumanji: bienvenidos a la jungla, Jumanji: siguiente nivel y ahora en esta comedia de aventuras navideñas.

El cuarteto formado por la pareja Johnson-Evans, su malvada antagonista Kiernan Shipka y el atípico Papá Noel de J. K. Simmons funciona muy bien. En ellos, y sobre todo en el dispar dúo salvador, están las claves más divertidas de la película. Que tiene un tono más gamberro y divertido, siempre en tono de cine familiar, en su primera parte que en la segunda en la que, como corresponde en una aventura navideña, se recurre más a lo sentimental. Los muchos efectos especiales la envuelven en un formato espectacular que a veces amenaza con asfixiarla o convertirla en un desfile de seres fantásticos ligados a la iconografía tradicional de la Navidad anglosajona con ciertos toques de actualización. Un correcto y modesto (en resultados, no en medios) entretenimiento prenavideño.