José Rebollo, el fandango grande

Historias del fandango

José Rebollo Piosa nació en Moguer en 1895 y está considerado como uno de los cuatro puntales más destacados que históricamente ha tenido el fandango de Huelva

Sentados, de izqda. a dcha., José Rebollo, Manolo de Huelva y Antonio Rengel en la Venta de Antequera, de Sevilla.
Sentados, de izqda. a dcha., José Rebollo, Manolo de Huelva y Antonio Rengel en la Venta de Antequera, de Sevilla.
Miguel Á. Fernández Borrero

28 de marzo 2025 - 05:10

Huelva/DE familia pobre, hijo de un carbonero de Moguer al que le gustaba el cante, los paisanos de José conocían su afición desde niño, cuando acompañaba a su padre a trabajar en el campo. Llamaba la atención escucharle. Y así, cantaba mucho en su pueblo: en la taberna del vigilante, en un bar que frecuentaba en la Plaza de las Monjas y en otros locales de cita habitual para los aficionados, donde le invitaban para escucharle.

Pronto se marchó a Huelva, a trabajar en el Puerto cuando tenía diecisiete años. Y en la capital entabló amistad con los hermanos La Nora y con el guitarrista Rafael Rofa, que le ayudaron a perfeccionar su cante, y con el gran valedor del fandango que fue José Pérez de Guzmán.

-. Vete a Sevilla, que allí vas a tener la oportunidad de ganarte la vida con el cante.

Pastora Pavón con su hermano Tomás y su marido Pepe Pinto, años 30.
Pastora Pavón con su hermano Tomás y su marido Pepe Pinto, años 30.

Esto le aconsejó el guitarrista y cantaor profesional Fernando el de Triana al joven aficionado José Rebollo, al que venía escuchando cantar por tabernas y mancebías de la capital. Así que, siguiendo el consejo del maestro, dejó el empleo portuario, que era por entonces una garantía de vida laboral segura, se marchó a Sevilla, donde conoció a los artistas de la familia Pavón (Pastora, El Pinto, Tomás) [2], que tan bien lo acogieron, porque en aquella casa artística gustaba mucho el fandango de Huelva, como prueban sus grabaciones. Y se relacionó con otros artistas punteros como Vallejo, Centeno, El Carbonerillo, con Juan María Blanco y otros aficionados alosneros que vivían en la capital hispalense… Y compartió actuaciones con su paisano el guitarrista Manolo de Huelva y con los artistas que por entonces vivían en la Meca del flamenco, que era la Alameda de Hércules [3]. La ciudad sevillana y sus alrededores eran un hervidero de ventas, tabernas, mancebías y fiestas privadas con ambiente flamenco, y ese fue su hábitat artístico más frecuente.

Su personalidad

El carácter serio y algo melancólico que siempre tuvo impregnaba a sus seguiriyas de una emoción intensa que calaba en los aficionados, una emoción de esas que se meten en el sentío y duran horas sin apartarse de las meninges. Hay un pasaje, referido por Galerín, el periodista del diario El Liberal, que señala un par de rasgos del perfil y la psicología de nuestro personaje. Una veintena de amigos sevillanos programaron una excursión a Huelva para visitar la Rábida y los Lugares Colombinos, y antes del almuerzo los acogieron con un poco de cante de “un trabajador que se llama Rebollo y que canta mejor que muchos profesionales”, pero que se presentó con triste indumentaria y cantando tristes letras.

4. El Liberal, 13 abril 1919.
4. El Liberal, 13 abril 1919.

En realidad, Galerín parece que no lo conocía aún, pero Rebollo debía ser ya un profesional por entonces, con 24 años y que llevaba varios ganándose la vida con el cante… si es que la mayoría de los artistas flamencos de aquel tiempo que no fueran de primerísima fila lo conseguían de verdad: no ha de extrañar, pues, su “triste indumentaria para un cantador flamenco”.

Durante su estancia en Sevilla, Rebollo fue un cantaor muy apreciado, tanto por los aficionados en general como por los profesionales, de los que se decía que ninguno quería cantar después de cantar él en una reunión, en reconocimiento a la calidad de su cante. Como persona, tenía un saber estar que le valió ser admirado y ocupar plaza entre los grandes de la década, porque su vida como cantaor profesional alcanzó poco tiempo más. Su suerte, en todo caso, fue coincidir con la época en la que el fandango se erigió en el cante más reclamado y valorado por los públicos.

José Rebollo Piosa (Moguer, 1895-Sevilla, 1932).
José Rebollo Piosa (Moguer, 1895-Sevilla, 1932).

El fandango de Rebollo

Nuestro artista cultivó varios palos flamencos, pero la cima de su cante fue su fandango. Expresado con temple y mesura, causó admiración en su tiempo, porque el suyo era un fandango puro, acompasado y valiente. Y es que sobre la base de uno popular que se cantaba hacía décadas, Rebollo construyó el suyo rebosante de personalidad flamenca, un fandango con mucha ligazón de tercios, armonioso donde los haya, que él cantaba con temple y firmeza. Y lo completó haciéndole una introducción que, como dijo Juan Gómez Hiraldo, “solo esa salía imponía respeto, por lo larga y acunada”.

Aunque con resonancias viejas, era un fandango nuevo, porque José lo reelaboró a su estilo construyendo uno grande, que se convirtió en fuente inspiradora para otros artistas. Es frecuente encontrar reminiscencias de su fandango en varios más, que en la década dorada de los años veinte del siglo pasado se construyeron a semejanza del del moguereño. Este fandango pasó a la historia y ahí estará para siempre como el fandango de José Rebollo.

(Continuará).

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