La más larga noche: gran cine negro social marroquí

LAS JAURÍAS | CRÍTICA

Protagonistas del largometraje. / D. S.

La ficha

**** 'Las jaurías'. Thriller. Marruecos. 94 min. 2023. Dirección y guion: Kamal Lazraq. Fotografía: Amine Berrada. Música: Pauline Rambeau de Baralon. Intérpretes: Ayoub Elaid, Abdelatif El Mansouri, Mohamed Hmimsa, Abdellatif Lebkiri, Lahcen Zaimouzen, Salah Bensalah, Mohamed Kharbouchi, Amine Arakhisis, Amine Malouf, Hicham Bida.

Las jaurías fue presentada en el pasado Festival de Cine de Sevilla, donde fue nominada a un premio, tras su presentación en Cannes, donde obtuvo el premio del jurado en la sección Un certain regard. Pese a ello llega tarde y en fechas problemáticas por el peso veraniego de los blockbusteres. Injusto. Porque es una muy buena película que utiliza el thriller como formato para hacer una áspera, dura y contundente reflexión social de fuerte peso dramático y humano. En lo que no deja de remontarse a los orígenes de la novela y el cine negro que fueron en gran medida una estrategia de denuncia que burlaba las restricciones del universo editorial y cinematográfico para mostrar los aspectos menos gratos de la realidad, dando a sus relatos una fuerte dimensión social -corrupción, submundos, perdedores- camuflada por las convenciones del género.     

En su debut en el largometraje -tras haber obtenido importantes premios con sus cortometrajes en festivales internacionales- el director marroquí Kamal Lazraq ha escogido un formato clásico del cine negro: dos desgraciados, padre e hijo, que malviven en los arrabales de Casablanca haciendo trabajillos de poca monta para la mafia local, son encargados de una misión -un secuestro, que resuelven de la peor forma posible, que debe vengar la muerte de un perro en una lucha clandestina- que desborda sus limitades capacidades, los arroja a los niveles más peligrosos de la delincuencia y les hace vivir la más larga noche -por recurrir al título del clásico negro de Losey- de sus precarias vidas, ahora hundidas por el peso de un cadáver.

El planteamiento argumental del excelente guión escrito por Lazraq no puede ser más clásico. Desde los años 40 hasta hoy -desde Lang o Ulmer a los Coen (a los que esta película puede recordar)- las historias de pequeños delincuentes que se ven envueltos en tramas que les superan, de perdedores a los que todo les sale fatalmente mal, de noches interminables con improbables amaneceres, han dado al cine negro algunos de sus mejores títulos. La extraordinaria fotografía de Amine Berrada crea, con pocos medios y mucho talento, la opresiva atmósfera nocturna de violentos juegos de luces y una fisicidad en cuerpos y ambientes casi táctiles: las imágenes pesan, incluso abruman.

Pero La jauría no es una película de género. Se sirve de un género para elaborar un discurso áspero, devastador, en el que se ponen en cuestión las condiciones sociales que hacen posible, toleran o incluso fomentan las existencias de submundos crudamente darwinianos en los que los más débiles están condenados no solo a la marginalidad y la delincuencia, también a perecer. Las relaciones entre padre e hijo añaden una extraordinaria riqueza humana que abarca desde los caracteres a las creencias. Que los formidables intérpretes -Abdellatif Masstouri y Ayoub Elaid- sean no profesionales le da un aire de autenticidad con sabor neorrealista. Aunque aquí estamos más cerca de un Ripstein, un Iñarritu o los Coen por la dimensión lindante con lo visionario, con la pesadilla, que se funde con el realismo. Háganle justicia y véanla.  

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