Marchena recuerda a Pérez de Guzmán
Concurso de Cante Jondo de 1924. El jurado no concedió el premio al cante por fandangos; medio siglo después, Marchena recordaba la importancia de Pérez de Guzmán en la propagación del fandango
Huelva/LA primera noche del concurso comenzó con la actuación del cuadro de baile, que ejecutó varios números. Seguidamente intervinieron los concursantes. El aficionado local Antonio Garrido, acompañado por Rafael Rofa, cantó soleares y varios fandangos “verdaderamente estupendos, por los que fue ovacionadísimo. Indudablemente Antonio Garrido estuvo felicísimo en los fandangos”, remarcaba la información.
Con el transcurso del tiempo, hemos perdido la trayectoria de Garrido, al que Fernando el de Triana, el gran defensor del fandango, en su libro Arte y artistas flamencos (escrito en los primeros años 30), lo consideró como uno de los fandanguilleros más sobresalientes: “En el mismo Huelva siempre se ha cantado y se canta muy bien. ¡Aún parece que me resuenan en el oído los malogrados Rebollo y Comía!..., que dejaron digna representación en tres cantaores que saben mantener, sin trampa ni cartón, el típico fandango de la capital del Conquero: Rengel, Isidro y el mal administrado (?) Antonio Garrido”. Supimos de él en los años siguientes por sus actuaciones en algunos festivales y concursos, pero su nombre se perdió pronto de la agenda flamenca. Algunos aficionados viejos de la capital creen que pudo haber sido el creador de un fandango que con el tiempo ha pasado a ser del dominio popular, pero que no se asocia con su nombre.
Después, cantó El Cuchillero, que hizo también varios estilos de soleares, “haciéndose aplaudir justamente”. A El Serrano lo acompañó la guitarra de Paco Pérez, “cantó diversos fandangos que el público premió con aplausos”.
Los profesionales
La Niña del Patrocinio, acompañada de Niño Ricardo, cantó tarantas y malagueñas entre los oles y las ovaciones del público. Esta joven sevillana era una cantaora larga, algo poco frecuente en aquel tiempo, que con su voz laína de abundantes gorjeos resaltaba especialmente por fandangos y saetas.
Al Niño Gloria “dio gloria oírle unas bulerías que valieron lo suyo, con oles y prolongados aplausos. Terminó con una taranta muy buena”, le acompañó la guitarra de Niño de Badajoz.
A continuación, el Niño Medina [1] con el guitarrista Baldomero Ojeda, “sale con una malagueña estilo Chacón de gran factura, con una voz limpia, ajuste, precisión, estilo... Sigue con una levantina que levanta en vilo, dos tarantas enormes y tomando la guitarra se acompaña unos fandangos que coronan su triunfo. Desciende la escalinata y el público hace que vuelva al tablao con una insistente ovación; entonces, canta una guajira “archi”. Nos gustó enormemente el Niño Medina, y aunque no seamos peritos –dice el cronista– nos hace expresarnos así, porque su cante nos llegó haciéndonoslo sentir”. No es extraña esta admiración por el Niño Medina, un cantaor de los más interesantes de las primeras décadas del siglo XX, sobresaliente en cantes como la petenera y las bulerías.
Finalmente actuó Manuel Torre, que comenzó cantando media granaína (“Engarzá en oro y marfil…”), recordando a Chacón: “El Niño Jerez, acompañado por el Niño de Badajoz, cantó seguirillas gitanas del puro clasicismo flamenco con su peculiar estilo y justeza admirablemente apuntadas. También cantó fandanguillos muy bien. Se le ovacionó entusiásticamente”.
La segunda noche siguió el mismo programa, más la interpretación de varias saetas cantadas por la Niña del Patrocinio, El Gloria y el Niño Medina. Los concursantes debieron cantar otros estilos, pero la prensa no dio detalle.
La memoria de Pepe Marchena
En las actuaciones de los profesionales destacó el Niño de Marchena [2], que “nos obsequió con varios fandangos de su propio estilo que tienen mucho sabor y que canta admirablemente, demostrándonos que es un maestro en estas lides”. Indudablemente, lo era. Era una estrella del nuevo firmamento flamenco sustentado por el fandango; por algo le llamaban, con apenas veinte años, “el rey del fandanguillo”.
Transcurrido casi medio siglo desde aquel Concurso, Pepe Marchena dio una conferencia ilustrada en la Universidad de Sevilla, en 1972, en la que hizo memoria y mencionó a un decisivo protagonista de la gloriosa expansión del fandango, como fue José Pérez de Guzmán [3]. Transcribo parte del pasaje referido al fandango; lean con atención porque, al margen de un error en la fecha del concurso y de algunos juicios propios, sus palabras ilustran sobre el ambiente y las personalidades a las que se refiere: “ …los fandangos, que fueron los que hicieron al cante flamenco, el año 26 cuando vinimos Chacón y yo a la plaza de toros a un concurso célebre donde cantaron el Niño de Gloria, Manuel Torre, Chacón y el Niño Medina… Todos estos cantaores en aquella época eran eminentes. Entonces, Chacón fue cuando cantaba Pérez de Guzmán aquellos cantes (canta) “Con cuatro jacas castañas / yo tengo una manola nueva…”.
Esos fueron los fandangos primeros de la provincia de Huelva… de Pérez de Guzmán, aquel señorito tan elegante, que le gustaba tanto el arte y era tan buen aficionado que cantaba por afición, y era tan admirador de Chacón que muchas noches en Madrid, sobre los años 22 y 23, estábamos juntos y este hombre era una admirador de aquel artista… Chacón era un genio, un cantaor de minorías… Cuando se fue Chacón a Madrid en el año 20, que yo empezaba en Sevilla y me fui también a Madrid, me escuchó cantar los fandangos clásicos de Huelva, los fandangos que se reproducían en los gramófonos aquellos con la bocina, que fue lo que hizo al público aficionarse al cante y le dio su mayoría, porque antes era de minoría de cafés cantantes y de reuniones de señores bebiendo vino, pero es que las cosas tienen que trascender; nuestros cantes son únicos en el mundo y tienen que trascender al exterior y darle forma para que le guste a los extranjeros…” (y canta una serie de fandangos de Huelva y de su estilo personal).
Los ganadores de los premios
Las crónicas de la prensa son deficientes e incompletas: ni siquiera especifican el total de premios concedidos por el jurado. Para El Cuchillero fue el premio por seguirillas y El Serrano “quedó excluído”. Antonio Garrido consiguió el premio por soleares, pero la organización del concurso no debió estar muy diligente en dárselo porque doce días más tarde pidió, con una carta en el periódico a Manuel Siurot, presidente que había sido del jurado, que se le abonara el premio cuya cuantía desconocía.
La década de los concursos
Ninguno de estos dos grandes concursos de Huelva (los de 1923 y 1924), tan decisivos para el reconocimiento y la divulgación del fandango, dejaron más huella gráfica para la posteridad que la foto de Calle [4] publicada por Mundo Gráfico. Eso, y la memoria de quienes vivieron aquellos acontecimientos flamencos y que ya no están entre nosotros.
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