Emilia Llanos: La novia imposible de Lorca

La autora Lola Manjón reivindica en un libro a esta figura imprescindible en el ambiente artístico granadino del siglo XX, amiga del autor de 'Yerma', Manuel de Falla e Ismael González de la Serna

La novia imposible de LorcaEmilia Llanos
Carmen Sánchez

02 de abril 2018 - 07:50

Granada/Emilia Llanos Medina fue una mujer singular, una adelantada a su tiempo: culta, lectora, viajera, amante de las artes y amiga de los escritores e intelectuales más destacados de la Granada del siglo XX. Sin embargo, su figura ha sido silenciada hasta ahora; la eterna secundaria de los libros, un personaje al que los biógrafos e historiadores no dieron demasiada importancia, nunca en el papel principal. Emilia actuó como un faro para iluminar a personalidades que formaron parte de la popular tertulia de El Rinconcillo, y tuvo un papel destacado en hechos dramáticos que han marcado un antes y un después en la historia, como la detención y el asesinato de Federico García Lorca, al que idolatró hasta el fin de sus días.

Durante casi cinco años la escritora y profesora granadina Lola Manjón ha buceado en cientos de documentos y cartas para escribir el libro Emilia Llanos Medina. Una mujer en la Granada de Federico García Lorca (Editorial Comares), una publicación que acaba de ver la luz. El libro está estructurado en cuatro partes que nos acercan a la vida de una mujer extraordinaria: Retratos de Emilia, un recorrido desde 1885 hasta 1917; Antes de 1917, un retrato de Emilia a través de los documentos familiares; 1917-1936, en la que se reconstruye la vida de Llanos gracias a las cartas de amigos e intelectuales de la época; y una última, Después de agosto del 36, un resumen de su vida desde esa fecha hasta su muerte.

Lola Manjón se fue acercando a la figura de Llanos de forma paulatina, "nací en Granada y recuerdo haber oído hablar de ella durante mi infancia. Salía en los libros de Gibson, Penón y otros escritores y empezó a picarme la curiosidad". El primer paso fue encontrar su partida de nacimiento, era natural de Villanueva del Arzobispo (Jaén) y procedía de una familia de militares. Más tarde la autora se hizo con cartas de Falla, Lorca y otros amigos de Llanos con los que mantuvo una correspondencia durante muchos años. Manjón asegura que ha intentado en todo momento ser objetiva: "He manejado muchos documentos y cartas. No es en absoluto una obra de ficción, está basada en documentos reales". La autora ha podido documentarse de primera mano con personas que conocieron a Emilia Llanos, además de recibir asesoramiento de otras escritoras como Antonina Rodrigo. "Escribir un libro así te ayuda a comprender muchas cosas", señala Manjón.

Emilia Llanos era guapa, inteligente y culta, pero no era rica. A su padre, que era militar, lo expedientaron y la madre se fue a vivir con una hermana. Vivía con su hermana y con varios sobrinos, a los que ayudaba. Cobraba algunas rentas de alquileres y también se dedicaba a la compra y venta de antigüedades. Como era muy inquieta y le gustaba leer se rodeó de lo más granado de la intelectualidad granadina de la época. Hay constancia de que estuvo en la taberna del Polinario en la Alhambra, ubicada muy cerca de la que fue su casa durante unos años. Se quejaba del ambiente restringido de las mujeres de la época y no dudó en desafiar las costumbres imperantes, exponiéndose a la crítica. Le gustaba viajar y conocer sitios nuevos. Gracias a su gran cultura se hace amiga del selecto y reducido grupo de artistas que conforman la tertulia de El Rinconcillo y frecuenta la compañía de Manuel de Falla, su hermana Carmen e Ismael González de la Serna.

La autora del libro mantiene que Emilia Llanos no se casó porque no quiso, tuvo acompañantes habituales y algunos novios como, probablemente, Ismael González de la Serna y el pediatra Rafael García Duarte, pero por alguna razón no llegaron a cuajar. Más tarde conoció a Federico y su vida ya no fue la misma.

Lorca había oído hablar maravillas de la culta e inteligente Emilia y le pide a su amigo, el pintor Ismael González de la Serna, que se la presente. Emilia le contó a Agustín Penón ese primer encuentro con Lorca: "Me enteré de que Federico había demostrado mucho interés por conocerme desde un día en que se encontró a Ismael por la calle cuando iba a subir a la Alhambra. Federico se había quedado muy intrigado al saber que una mujer en Granada leía a Maeterlinck. En aquel primer encuentro fue muy cortés, aunque lo encontré quizás algo retraído. Cuando se marchó yo ya sabía que lo había impresionado". Las citas se suceden y Lorca pronto vuelve a su casa con el libro Impresiones y Paisajes dedicado. La amistad, poco a poco, se va estrechando y aunque Emilia es bastante mayor que él, se llevan más 10 años, tienen muchas cosas en común. Emilia lo anima a escribir, lo apoya y aconseja. En 1923 habló sobre Lorca en el Ateneo de Barcelona, en un viaje que hizo con una de sus amigas más cercanas, Emilia Aragón, otra de las musas de El Rinconcillo, en palabras de Manuel Ángeles Ortiz.

La relación se va haciendo más cercana y Emilia se enamora de Federico. Durante algún tiempo estuvo convencida de que él también la correspondía. Así le relataba a Agustín Penón un momento en el que Lorca la visita en su casa de la Alhambra: "Federico llamó en el cristal de la ventana. Al asomarme noté en él esa intensidad que me sobrecogía. Me dijo que quería leerme un poema que se llamaba Deseo: "solo tu corazón caliente, y nada más… " Mientras lo leía yo estaba paralizada y sofocada … Qué absurda fui al no poder decir cuando acabó de leerme su poema: "Mi deseo también es ardiente". Como siempre, me quedé callada".

Cuando Federico se marcha a Madrid mantiene con Emilia una intensa correspondencia. En noviembre de 1920 le manda una carta para decirle que la recuerda y que es "exquisita y espiritual". Federico prosigue: "Yo la veo en medio de ese paisaje granadino como la única mujer granadina capaz de sentirlo, y me alegro extraordinariamente de tener una amiga que mire los chopos encendidos y las lejanías desmayadas como si yo las mirase".

Emilia está retenida en Granada, debe cuidar a su madre y a su hermana. Mientras tanto sus amigos viven con plena libertad en Madrid. Pronto su íntimo, González de la Serna, se marcha a vivir a París, aunque nunca deja de escribirle y decirle lo especial que es para él y cómo la echa de menos.

En 1924 la guapa oficial, Emilia Llanos, es retratada en la Alhambra por el gran fotógrafo Pelayo Mas Castañeda, en su papel de musa y mujer que representa la esencia granadina. Tanto es así que fue elegida para uno de los primeros anuncios de la aspirina, de la casa Bayer, que daría la vuelta a España. Una vez más es una mujer referente, admirada por su físico, su cultura y los valores que representa.

Su amistad con el autor de Yerma se mantiene, pero el poeta ya se ha marchado a Madrid, vive otras experiencias y regresa a Granada con menos frecuencia. Eso sí, siempre que vuelve procura visitarla. En esos años Lorca ya ha recorrido mundo, regresa de América en junio de 1930, ya no es el joven azorado al que conoció Emilia; ha madurado y seguramente ha descubierto sus inclinaciones sexuales. El poeta solo vuelve a Granada a escribir y a ver a su familia. Es la época de Así que pasen cinco años y Bodas de Sangre. Se implicará en un gran proyecto teatral itinerante, La Barraca, cosechando éxitos y ganando prestigio como escritor.

Entretanto Emilia Llanos mantiene un gran contacto con otros miembros de la tertulia de El Rinconcillo, y tendrá una estrecha amistad con Manuel de Falla, su hermana Carmen y Andrés Segovia. Todas las celebridades que visitan Granada quieren conocer a Emilia, entre ellos Juan Ramón Jiménez y su esposa. Son años de encuentros artísticos y excursiones, de los que han quedado documentos gráficos que dan fe del papel principal que jugó, siempre rodeada de artistas, músicos y escritores.

La Guerra Civil puso fin a los días de vino y rosas. El miedo se apodera de Granada. En el mes de abril de 1936, Emilia pide al padre de Federico que lo autorice a viajar a Méjico para atender la invitación de Margarita Xirgú. El padre se niega, quiere tenerlo a su lado hasta el final de sus días. El hermano de Emilia, Manuel Llanos Medina, es nombrado Gobernador Militar de Granada en marzo del 1936. Dura poco en el cargo, acaba siendo destituido por actividades conspiratorias y por reunirse con Queipo de Llano. Abandona el puesto el 13 de junio. La autora Lola Manjón asegura que Emilia nunca le habló a Agustín Penón de su hermano. Todo apunta a que Emilia tuvo un desencuentro con él porque, quizás, tenía información vital acerca del golpe de estado, una información que pudo ayudar a su amigo Federico en las horas fatales previas a su arresto y detención. Otra hipótesis es que pudo hablar con él para que intercediera por el poeta, pero tampoco este extremo ha sido comprobado porque no hay testimonios. La propia Emilia saca a su hermano de su vida y no vuelve a relacionarse con él.

Lo que sí se sabe es que la madre de Federico va a casa de Emilia al día siguiente a su detención a pedirle que vaya a hablar con Manuel de Falla. El 18 de agosto ya hay rumores de que Lorca ha sido fusilado en Víznar por la Escuadra Negra. Emilia sale a la calle y dos amigos le confirman la noticia. Cuando se dispone a ir al carmen de la Antequeruela a ver a Falla se encuentra a Antonio Gallego Burín, quién le dice que Federico ya ha muerto y que no meta a Don Manuel en líos porque "también era amigo de Fernando de los Ríos". Sea como fuere Emilia se acobardó, se volvió a casa y, más tarde, visitó a los padres de Lorca a los que contó una mentira piadosa: que el poeta aún estaba vivo. La culpa y el remordimiento la acompañaron hasta el final de sus días. Tuvo mala conciencia y se quedaba en casa para evitar encontrarse con la familia de Lorca en la calle. Así lo confirma su criada, Dolores Cebrián: "Se le vino el mundo encima … Nunca tuvo consuelo, nunca ni a la hora de la muerte, en que lo llamaba de aquella manera ".

La aparición de Agustín Penón en la vida de Emilia fue como una balón de oxigeno. Le facilitó muchos datos y tuvo acceso a su correspondencia, además de compartir infinitas horas de charla. Con Penón volcó toda su vitalidad en encontrar el cadáver de Lorca, fue con él a Víznar e incluso, en los años 50, quiso comprar unos terrenos en los que creía que estaba enterrado Federico. Pero Emilia ya nunca fue la misma persona. Lo que nunca dejó de hacer fue reunir en su piso de Plaza Nueva todos sus recuerdos de Lorca, en una época en la que la mayor parte de la gente los destruía por miedo. También siguió de cerca la custodia y recogida de muchas cosas de Manuel de Falla, siendo una de las primeras patronas de su Fundación en los sesenta.

Sabemos que Emilia escribió una especie de memorias , una obra en prosa llamada Suspiros del pasado. En ella relata sus recuerdos, cuando conoció a Federico y su relación con él. Ese manuscrito formó parte de la maleta de Penón y estaba en manos de Marta Osorio. Emilia Llanos murió el 29 de agosto de 1967 en Granada. Había perdido la razón y seguía atormentada por la culpa. "A Federico lo veía vivo en los retratos que de él se había rodeado, y lo trataba como a una persona querida, de carne y hueso, hablándole y preocupada porque estuviese bien atendido". El 2017 se cumplió el 50 aniversario de su muerte, nadie habló de ella, ni se la recordó. Este año hará cien años del primer encuentro entre Emilia Llanos y Federico García Lorca. Fue la amiga más leal del poeta hasta el fin de sus días. Quizás sea el momento de conocerla y también de reconocer su papel en la historia de Granada y la de sus grandes nombres.

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