Oscar 2025: la ceremonia de la duda
Hollywood celebra esta noche sus premios sin clara favorita y sin mucho ánimo de fiesta tras la polémica que ha rodeado a ‘Emilia Pérez’ y los recientes incendios de Los Ángeles
Listado completo de los nominados a los Oscar 2025
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El jueves 23 de enero, con retraso frente a la fecha inicialmente prevista debido a los incendios de Los Ángeles, la Academia de Hollywood anunciaba sus nominaciones a los Oscar. Emilia Pérez, del francés Jacques Audiard, se imponía con 13 candidaturas y se convertía así en la película de habla no inglesa –sus diálogos y canciones son en español– que sumaba más opciones en la historia de los premios. Lograba otro récord: su protagonista, la española Karla Sofía Gascón, era la primera actriz trans en aspirar a la estatuilla. No sorprendía semejante respaldo: desde su estreno en Cannes, donde se recibió como uno de los títulos del año, este atípico musical había triunfado en los Premios del Cine Europeo y en los Globos de Oro. Todo apuntaba entonces a que la 97 ceremonia de los Oscar, que presenta esta próxima madrugada el humorista Conan O’Brien, iba a ser el último y triunfal baile de Emilia Pérez.
Han transcurrido apenas unas semanas de aquel anuncio, pero el horizonte próspero que aguardaba al proyecto de Audiard –la historia de un narco que finge su muerte para convertirse en la mujer que siempre sintió que era– se ensombreció en un giro de guion inesperado. Los tuits racistas y alejados de la corrección política de Gascón, escritos en el pasado y rescatados ahora por un reportaje, provocaron que Netflix, propietaria de los derechos de exhibición de la cinta en EE UU, apartara a la intérprete de una campaña de promoción seriamente dañada. Pero Emilia Pérez es precisamente el nombre del personaje al que da vida la madrileña –de Alcobendas, como Penélope–, y resultaba difícil pensar en la película sin que asome el rostro de Gascón. El largometraje pasó de ser un pequeño e inesperado milagro a una propuesta que despertaba antipatías. Los espectadores mexicanos, que siempre detectaron en el argumento una sarta de clichés sobre su país y una mirada frívola a la tragedia del narcotráfico –y que se han vengado con el cortometraje Johanne Sacreblú, donde se retrata desde el estereotipo a los franceses–, observaban aliviados el derrumbe.
La caída en desgracia de Emilia Pérez ha dejado sin una clara favorita la gala de los Oscar de 2025. Frente a otros años en que el transcurso de la ceremonia se entregaba a los brazos de lo predecible, esta vez habrá espacio para la emoción. Salvo algunos casos puntuales donde no parece haber mucho espacio para la sorpresa –los actores de reparto, Kieran Culkin y Zoe Saldaña, que no han dado respiro a sus rivales en la carrera–, nada está escrito esta madrugada, y especialmente en la categoría de mejor película. Sí, la ambiciosa The Brutalist se llevó el Globo de Oro al mejor drama, pero da la impresión de que en estas semanas el filme de Brady Corbet se ha desinflado, aunque el cineasta, que fue elegido el mejor director en los Bafta, conserva las posibilidades de ganar el Oscar en este apartado. Entretanto, la victoria de Anora, la Palma de Oro en Cannes y la consagración de Sean Baker, se antojaba hace unas semanas una previsión demasiado optimista –¿no es una propuesta demasiado indie para los galardones de la industria?– pero los Critics Choice, los Independent Spirit y los gremios de productores y directores la han galardonado como la mejor obra del año. Anora es una versión amarga de Pretty Woman al mismo tiempo que un homenajea al Scorsese desenfrenado de ¡Jo, qué noche!, y esconde muchas razones para enamorar.
No faltan aspirantes a coronarse en esta noche: ahí está ese Cónclave ambientado en las fabulosas estancias del Vaticano y una ficción que plantea en estos días un interesante relato paralelo a la actualidad informativa. La intriga que dirige Edward Berger, que ya convenció a la Academia con su relectura de Sin novedad en el frente, cuenta con los avales del Bafta, que la galardonó como la mejor película de la temporada, y el sindicato de actores, que le concedió su premio al mejor reparto, un grupo de veteranos de la talla de Ralph Fiennes, John Lithgow e Isabella Rossellini.
El llamado voto preferencial por el que se dirime la categoría principal en los Oscar favorece el triunfo de las películas que despiertan consenso, y Cónclave es una de ellas. Pero, ¿y si fuera Wicked? La adaptación de uno de los musicales más emblemáticos de Broadway por parte de Jon M. Chu –ganador del Critics Choice al mejor director pero ausente en los Oscar en esta categoría– ha sido una verdadera proeza: funciona en lo comercial y en lo artístico, y ha roto al fin una cadena de torpes acercamientos al género –Rob Marshall, date por aludido–.
Un último apunte sobre la posible ganadora del Oscar a la mejor película: Emilia Pérez arrolló al hacerse con siete premios a la otra favorita, El conde de Montecristo, este viernes en los César, una gala que supuso también la vuelta de Karla Sofía Gascón, una reaparición discreta sin declaraciones, a las alfombras rojas. Ya se sabe que la Academia francesa no es dada a hacer juicios morales –galardonó en plena eclosión del #MeToo a Polanski por El oficial y el espía, una decisión que fue acogida con gritos de protesta–, pero el palmarés quizás revele que la cinta de Audiard puede plantear guerra este domingo.
La incertidumbre se ha instalado también en los premios a los actores protagonistas. Con el Globo de Oro a Demi Moore por La sustancia arrancaba una de esas emocionantes resurrecciones que tanto gustan en Hollywood, y el brillante discurso en el que aludió a su etiqueta, puesta por un agente, de popcorn actress (actriz de palomitas), y en el que denunció cómo la mirada de los otros condiciona el destino de las mujeres, reafirmó sus posibilidades de cara al Oscar. Con otras sonadas interpretaciones fuera del quinteto de nominadas –la Nicole Kidman de Babygirl y la transformación de Angelina Jolie en Maria Callas–, Moore parece llamada a la gloria gracias a la valentía con la que se desnuda y se presta al atrevido imaginario de su directora Coraline Fargeat. Pero la protagonista de Una proposición indecente o La teniente O’Neil tendrá que superar dos importantes obstáculos. El primero, Mikey Madison, la deslumbrante revelación de Anora, bendecida con el Bafta y otros reconocimientos como el Independent Spirit. La segunda, la brasileña Fernanda Torres, que con su imponente presencia en Aún estoy aquí dio la sorpresa en los Globos de Oro al ser elegida la mejor actriz de drama (en esa entrega de premios, Moore venció como actriz de comedia).
Un viaje similar ha hecho Adrien Brody, el favorito para el Oscar al mejor actor protagonista por The Brutalist, la que sería su segunda estatuilla tras la conseguida dos décadas antes por El pianista de Polanski. El Globo de Oro, el Bafta o el Critics Choice apuntaban a otro comentado retorno, pero el sindicato de actores se decantó hace unas semanas por Timothée Chalamet, que en A Complete Unknown se mete en la piel del icónico Bob Dylan. El Oscar se decidirá así entre la densidad dramática del atormentado Brody o la camaleónica metamorfosis de Chalamet. Son firmes las opciones del primero, pero no hay que olvidar la querencia de la Academia por los biopics.
Zoe Saldaña puede estar satisfecha: la actriz de superproducciones como Star Trek, Avatar y Guardianes de la galaxia empieza a ser valorada por su talento, y los premios de las últimas semanas demuestran que ha salido indemne de la controversia que ha rodeado Emilia Pérez. Sería toda una sorpresa que la Academia honrara a Isabella Rossellini por su breve intervención en Cónclave, o que distinguiera a Ariana Grande por su irreprochable aportación a Wicked. Saldaña ha encadenado un galardón tras otro, como le ha ocurrido a Kieran Culkin, en todas las quinielas para el Oscar al mejor actor de reparto gracias al viaje por Polonia en el que le embarcó el director, escritor y coprotagonista Jesse Eisenberg en A Real Pain. Culkin, en buena racha tras Succession, promete si se cumplen los pronósticos un discurso disparatado e hilarante como todos los que ha dado en estos meses.
Saldaña se perfila como la opción más segura para Emilia Pérez, junto al premio de canción y quizás el de banda sonora de Camille y Clément Ducol. En la pugna de película internacional, donde la cinta de Jacques Audiard es la favorita, supone toda una amenaza la brasileña Aún estoy aquí. Hace más de tres décadas que Francia no se lleva el Oscar en esta categoría –desde el triunfo de Indochina, nada menos– y Emilia Pérez se enfrenta a una larga maldición. El Dolby Theatre, que alberga la gala de esta madrugada, tiene muchas intrigas que desvelar.
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