De las peñas a los patios
SÉPTIMO FESTIVAL FLAMENCO CIUDAD DE HUELVA
La Tertulia Cultural Flamenca de Las Colonias abre una de las tardes en las que las peñas se convierten en las protagonistas del género en el escenario de la Plaza de las Monjas
El Turry del Sacromonte
Huelva/Dicen de Filomena Auñón Proy (artísticamente, Filo de los Patios), que se crió en un barrio madrileño de casitas bajas, y supongo también que de economías modestas. Uno de esos barrios donde el que más tiene es porque trabaja cuando puede, y el poco tiempo libre que le queda lo dedica a pasar el rato con sus vecinos a pie de calle.
Es de suponer que ese tiempo libre lo aprovechó en acudir a peñas flamencas, auspiciada por la afición de su padre. Son esas mismas peñas las que al cabo de los años le han brindado el cariño merecido en su Huelva de adopción. Esas peñas que son las protagonistas de las tardes en la Plaza de las Monjas de nuestra ciudad, durante el Festival Flamenco Ciudad de Huelva.
La Tertulia Cultural Flamenca de Las Colonias ha conseguido en los últimos meses encadenar una serie de actuaciones con figuras de primer orden en el panorama flamenco. Por su coqueto escenario han pasado en cuestión de semanas desde El Boleco y su cante rancio y ancestral, hasta la fiesta por bulerías del algecireño Perico el Pañero o esa joven perla paymoguera que responde al nombre de Consuelo Haldón.
La tarde del 22 de junio, La Tertulia era la encargada de abrir el espectáculo. Lo hacía Emilio por granaínas con muy bien tino, para continuar el cuadro flamenco por fandangos choqueros. Ángel Barroso hizo malagueña del Mellizo y verdiales, Manuel Ortiz (Manuel de Monte) bulerías con sus ecos maireneros inconfundibles (“si Alcalá o la de los panaeros...”). Y luego más fandangos de la tierra (“Alosno, luz que alumbra mi camino...”), para terminar con uno compuesto para representar a la Tertulia. La guitarra corría a cargo de David Soto. Larga vida a Las Colonias.
A continuación, las chiquitinas de la Fundación Amparo Correa se salen del salero por tanguillos de Cádiz, continuando cada una con fandangos de Encinasola, corrío del Alosno y cané del Alosno.
De entre los adolescentes, Rubén Franco está para rabiar por seguiriyas. Celeste Borrego interpreta unos caracoles, y luego Tere Romero por soleá. Le sigue Marta Gómez Marín por alegrías. Para ir terminando, una ronda de los cuatro por fandangos a capella, destacando Marta por Rengel, y el resto por fandangos valientes del Alosno y por Toronjo. Terminan con otro cante de la tierra a coro, dedicado a la memoria de la malograda fundadora de la Escuela. A la guitarra les acompañó Josemi Pérez Ponce.
Llega el turno de la Federación de Peñas Flamencas, con la guitarra de Gaspar de Holanda y, entre otros, Virginia Gómez, la bailaora La Canela y Victoria Prieto haciendo los tangos del Cojo de Huelva, que rescatara casi del olvido el grupo Radio Tarifa en su disco Temporal de 1996. Afrontan también toda suerte de fandangos durante su actuación.
La noche se puso bastante fría y ventisca a la hora de entrar en el escenario la cantaora estrella. Independientemente de su torrente natural, hay dos aspectos fundamentales que me apasionan de Filo de los Patios.
En primer lugar, su querencia por el cante jerezano en particular, o eso se deduce de su puesta en escena. Y por otro lado, la elección de un repertorio sabio e inteligente. Porque a diferencia de otros artistas que cantan de menos a más, ella comienza su actuación demasiado alto para lo que suele ser habitual. Calentando los palmeros (Tate Núñez y Cepa Núñez) antes de su entrada al escenario.
El inicio es apabullante con esos cuplés por bulerías con base en los tientos tangos de La Paquera Maldigo tus ojos verdes. Continúa por caracoles para no perder el compás, del que no se aparta nunca, con el elenco que cierra la colosal guitarra de Antonio Carrión. Viene a continuación la bulería por soleá (ecos de Manuel Torre, Mojama y Vallejo) y los tangos de creación propia que incluye en su disco Flamenquería y que dedica a la Peña Flamenca de La Orden.
El único respiro lo da con la vidalita, en la que a duras penas puede contener las lágrimas de la emoción. Luego afronta la seguiriya, que remata con la cabal del Loco Mateo. Y termina inconmensurable por bulerías de Jerez que culmina con unos fandangos dedicados entre a otros a Ramón Arroyo.
También te puede interesar