“Un toro con poder en el ruedo volverá a darnos credibilidad”
Por la ruta del toro
Tomás Prieto de la Cal habla claro sobre la situación actual de la Fiesta y su futuro
–¿Quién termina siendo más hostil: el público, el sistema, los compañeros?
–Hace cuarenta y siete años que empecé en esto. En aquellos momentos, mis compañeros no eran nada hostiles, todo lo contrario. No me gusta eso de encastes minoritarios; parece un gueto y eso es una torpeza. El sistema –porque, sí, hay un sistema aunque algunos piensen que no–, en vez de enriquecerse con las peculiaridades de algunos no lo hace e intenta echarnos. Ese gran contubernio es el que tiene que cambiar para darle protagonismo al animal; al toro, por encima de todo. Llevo diciéndolo 40 años y cada vez estoy más convencido de ello. No hace falta tanto argumento para explicar por qué no estás en plazas en las que tus toros pueden competir perfectamente. Es verdad que soy muy reaccionario y no trago con cualquier cosa pero es que creo que nos merecemos, después de tantos años (hacemos los cien de existencia), un trato digno y me niego a que no nos lo den porque en muchos pueblos sí me lo dan. Ahí es donde soy reaccionario. No seremos los mejores pero somos diferentes.
–Imagine cómo está de voraz el sistema si ha sido capaz de tragarse a Talavante.
–Es una pena porque ganaderías como la nuestra lo que hacen es enriquecer la Fiesta, diversificarla. Ahora parece que el encaste único alternativo es Santacoloma. No hay otra cosa que no sea Santacoloma cuando en realidad también quedamos otros, cada vez menos, y encima a algunos nos sale bien.
–Bueno, mírelo por el lado bueno porque todo eso le permite ser libre para opinar.
–No solo soy libre para opinar sino que tengo futuro porque tengo hijos, tengo pasado porque tengo a mi madre que sabe muy bien cómo era el toreo en los años 50, una época magnífica en la que se llenaban las plazas de toros. Tengo muchos más argumentos que quien está caduco y que en unos años dejará de estar en este mundo.
–Importante esa relación con una máxima figura del rejoneo como es el caso de Ventura.
–Es que esa relación siempre ha sido cosa de dos y la otra parte quiso. Lo que no entiendo es por qué en el rejoneo sí y el toreo a pie no. Es una relación lógica. Diego quiso, después apostó otra vez y salió bien. Ese es el argumento que en los años 50 tenían los Dominguín, los Ordoñez, los que mataban nuestros toros en las principales ferias y plazas de la época. No entiendo por qué ahora no pasa.
–Quizá el gesto de Diego pase por convertirse en un rebelde para que el sistema no le devore.
–Ya se lo quisieron comer el año pasado lo que pasa es que él es mucho Diego. Pero es que toreros a pie los hay muy buenos que en vez de retirarse lo que tienen que hacer es plantar cara y no ser cómodos. Cuando uno planta cara no puede ser cómodo. Pero si ellos hacen como Diego y se anuncian con seis toros de ganaderías de verdad, de las antiguas, de las que encima salen bien, que no hay muchas, pues ese torero sube como la espuma. Lo que no tienen es el interés, valentía y gallardía de hacerlo.
–¿Y lo cambia, o ayuda a cambiarlo, un sorteo en San Isidro?
–Si fuera de verdad, sí. Todas las ganaderías para todos los toreros, sí. Pero si lo que hacemos son varios guetos para que los mismos sigan con las mismas, no sirve. Con trampas no se hace nada. Con verdad sí, todo. Este mundo es de verdad. Luego que nos vendan cosas que son mentira, no. Tienen que darle importancia al toro y los toreros deben ser conscientes de que en ocasiones hay que jugársela con este tipo de ganado. Ganado que sea agradecido. Todos tenemos puntos altos y puntos bajos y cuando estamos en mal momento entiendo que los toreros no nos quieran pero en caso contrario, que se atrevan. Llevamos mucho tiempo con los de arriba dando el paso para atrás, como el toreo que hacen.
–¿Quizás porque a la Fiesta el público, que no el aficionado, la pretende más light?
–No estoy de acuerdo. Al gran público quizá se la puedas dar con queso pero al aficionado no. Mientras no nos demos cuenta todos de que al público y al aficionado hay que darle lo que quiere, mal nos va. Mientras que al toro lo pretendan como un colaborador, un amiguete y no como un animal fuerte, duro, encastado que no todo el mundo se pone delante –no hablo de kilos ni cuernos sino de comportamiento–, las plazas se van vaciando. Con esa mentalidad light cada vez va menos gente a los toros y tiene su sentido. La gente nueva, me da igual la edad, que va a los toros quiere ver algo diferente. Si él va a una plaza con la mentalidad preconcebida de que al animal lo maltratan, lo que tiene que encontrarse es con un animal que puede con todo y que el torero es un héroe. ¿Quién va a ganar ahí? ¿El toro o el torero? Un triunfo frente a un toro apocado no va abrir la Fiesta a nuevos espectadores. Un toro con poder nos dará credibilidad otra vez.
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