La prodigiosa trinidad

Jazz

Se relanzan en vinilo representativos títulos de tres esenciales nombres del jazz libre

Detalle de un disco de Pharoah Sanders. / D. S.
Salvador Catalán

20 de octubre 2024 - 06:30

La ficha

The Roland Kirk Quartet featuring Elvin Jones: ‘Rip, Rig & Panic’ (Limelight; 1965)
Albert Ayler: ‘Music Is The Healing Force Of The Universe’ (Impulse!; 1970)
Pharoah Sanders: ‘Wisdom Through Music’ / ‘Village Of The Pharoahs’ (Impulse!; 1973)

Desde hace una década, la alianza entre Universal Music Group y Elemental Music viene permitiendo el rescate en vinilo de fondos de catálogo de legendarios sellos discográficos a través de licencias exclusivas para España y Portugal. Nombres señeros de rock, pop, folk, blues o soul han recuperado protagonismo de la mano de una política de reediciones a la que el jazz no ha permanecido ajeno. Y así, etiquetas de referencia como Impulse! o Verve han regresado a los estantes gracias a una atinada selección de referencias protagonizadas por gigantes de la envergadura de Bill Evans, Yusef Lateef, Wes Montgomery, Oscar Peterson, Sonny Rollins, Charles Mingus o Quincy Jones, entre otros.

La secuencia de lanzamientos recala ahora en tres nombres que ejemplifican los aires transformadores que sacudieron al territorio jazzístico entre las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo. Tres saxofonistas, dos de ellos desaparecidos prematuramente, que, partiendo de su respeto por la tradición, instalaron su música en una comprometida esfera, también política y social, conducida por sus marcadas personalidades: Roland Kirk, Albert Ayler y Pharoah Sanders.

El primero de ellos llega con el que muchos consideran uno de sus mejores trabajos: Rip, Rig & Panic (Limelight; 1965). Ciego desde temprana edad e imbuido de un singular eclecticismo, Roland Kirk (1936-77) –que en 1970 antepuso al suyo el nombre musulmán de Rahsaan – no limitó su paleta tímbrica a flautas o saxos sino que les aplicó variantes como el manzello o el stritch, tocándolos incluso simultáneamente, sin obviar castañuelas o sirenas. Más allá de esta pluralidad, su música exhibe en este soberbio álbum un peculiar impulso, vibrante y dinámico también en sus composiciones, acompañado por un cuarteto de categoría que encabeza el batería Elvin Jones. Otros dos pesos pesados como el pianista Jaki Byard y el contrabajista Richard Davis redondean una obra relevante, cuya abierta doctrina se dilataría hasta la muerte de Kirk a los 41 años.

Aunque si de libertad hablamos, pocos músicos de jazz pueden personificarla con más propiedad que Albert Ayler (1936-70). Plagada de símbolos y de referencias extramusicales, su obra se alineó en principio con la cara más turbulenta del free jazz, como corresponde a un incomprendido y visionario explorador. Después de dejar sus obras más influyentes en la marca ESP Disk –atrévanse con Spiritual Unity (1965)–, el sello Impulse! lo invitó a sumergirse en aguas más comprensibles. Music Is The Healing Force Of The Universe (Impulse; 1970) vino a resituar su trayectoria, reforzado por un influjo blues que encarnó el guitarrista Henry Vestine del grupo Canned Head y la voz de su compañera, Mary Maria Parks, compositora también de los temas. Ayler continuaba siendo diferente, intenso y alegórico, aunque se mostrara aquí más accesible, excepto en el caso del intrincado Masonic Inborn, Part. 1. No disfrutó de tiempo para seguir expandiendo su ideario: este fue su último disco en estudio antes de que su cuerpo apareciera en las aguas del neoyorquino East River cuando solo contaba con 34 años.

Además de su imperecedera música, Ayler también dejó una frase para la historia: Coltrane es el Padre, Pharoah es el Hijo y yo el Espíritu Santo. Y es ahora el propio Pharoah Sanders (1940-2022) quien comparte con él plataforma de lanzamiento de la mano de dos álbumes que encarnan su notable estado creativo en el mismo año: Wisdom Through Music y Village Of The Pharoahs (ambos en Impulse!; 1973)”. Formado a la sombra del genio John Coltrane, el saxofonista heredó su atributo espiritual así como el interés por la cultura africana. Y ambos aspectos, a través de sus expresiones rituales o festivas, con cánticos e himnos como la suite en tres partes que titula al segundo, se manifiestan en estos excitantes vinilos, recuperados, como los anteriores, en edición gatefold y donde no faltan guiños a títulos de su maestro –Selflessness–, ni hermosos homenajes a desaparecidos colegas como Memories Of Lee Morgan. 

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