Rebollo y Rengel, dos amigos
Historias del fandango
Último capítulo dedicado a la figura de José Rebollo: su producción discográfica en los años 1929 y 1930 y su amistad con Antonio Rengel

Huelva/EN 1929 le surgió a Rebollo una oportunidad que le ascendió en el escalafón del prestigio, pues fue invitado por la casa discográfica Polydor para grabar en una colección de lujo de discos representando al cante por fandangos de Huelva, en la que intervenían prestigiosos artistas, como la Niña de los Peines, Aurelio Sellés o el Niño de Cabra, con la guitarra de Ramón Montoya [1].
En conjunto, con Polydor grabó catorce cortes de fandangos, uno de soleares, otro de seguiriyas y una media granaína. En esta tanda figura un corte que llama la atención por lo infrecuente: se trata de uno de los fandangos más antiguos de la provincia, hoy aflamencado pero que ha mantenido su estética folclórica: el de El Cerro de Andévalo (“Que no soy cerreñillo yo”).
Y en 1930 grabó otros ocho discos más de fandangos en Odeón con la guitarra de Manolo de Badajoz. Las dos grabaciones se efectuaron en Barcelona.
La discográfica los llamó, indistintamente, fandangos o fandanguillos. Y tiene su interés reparar en esto porque el de Rebollo, que algunos analistas dudan si encuadrarlo o no entre las variantes de Huelva, marca perfectamente el compás huelvano, sin embargo, y es de los más influyentes y decisivos en la configuración definitiva del fandango de Huelva cuando este cante está consolidando su personalidad.
Dos amigos leales
Antonio Rengel, un ídolo desde niño en la capital onubense, era ocho años más joven que él. Los dos hicieron una gran y duradera amistad, hasta el punto de que hay fandangos de Rengel interpretados por Rebollo que, por lo parecidos, cuesta distinguir quién era uno y quién el otro, quién lo cantó primero y quién después. Los dos coincidieron en numerosas ocasiones actuando juntos.
Refiero a continuación una selección de ellas, localizadas en la prensa de la época, que respondían a la demanda de los públicos para escuchar en muchas ocasiones a las dos figuras del fandango huelvano.
En 1925 cantaron ambos en el Real Teatro con El Comía y Carnicerito. En 1926, en una fiesta en la Escuela taurina de Gibraleón, “con Juan López Barbero, especialista en fandanguillos; Emilio Espinosa que se canta por soleares; Antonio Rengel, dominador del fandanguillo choquero; Pepe Rebollo, cantador por seguiriyas y soleares”… Era el tiempo en que gustaba mucho el cante por saetas, independientemente de su temática religiosa relacionable con la Semana Santa, y las bandas militares de música. Y el más reconocido por el público en esta fiesta olontense fue el moguereño [2].
Por las mismas fechas, cantaron juntos en varias ocasiones en el Ideal Cinema, con Carnicerito y Montellano de guitarrista; en los cines se proyectaban películas cortas de cine mudo y al finalizar se programaba cante flamenco u otras actuaciones musicales en vivo.
En octubre de este mismo año 1926 se organizó un festival pro mausoleo para el fallecido torero Manuel Báez Litri, en cuyo cartel estuvieron muchos de los grandes artistas onubenses del momento (El Comía, Paco Isidro, Carnicerito, el Niño de la Barra, el Niño del Parque, con Rafael Rofa y Montellano de guitarristas, el bailaor Antonio Barberán el Feo y Rebollo y Rengel).
En junio de1929, abriendo los festivales nocturnos de la barriada sevillana de La Pañoleta, convertida en cita de atractivo flamenco, actuaron con el Cojo de la Macarena, el Niño de los Talleres, Mazaco de Triana, el guitarrista Niño Ricardo y otros artistas. El espectáculo flamenco se completaba con la lidia de una novilla de Concha y Sierra. Había autobuses desde La Magdalena y la entrada general costaba una peseta. Al mes siguiente, se celebró otro festival del mismo corte en el que participaron Niña Lo Ve, El Carbonerillo, Rafael Cañete, Mazaco y Niño Ricardo de guitarrista. La noticia de estas “fiestas andaluzas” calificaba a Rebollo como “el rey de los fandanguillos”.
En agosto de 1929 participó en un festival en Cinema Park con Niña Lo Ve, Niño Caracol, Niño de Jerez (Manuel Torre) y otros artistas. “Rebollo, hijo de Moguer, estupendo en los fandanguillos”, decía la crónica del Diario de Huelva.
En mayo de 1931 participaron los dos en una velada benéfica, en Sevilla, destinada a recaudar fondos para la viuda y los cuatro hijos pequeños del fallecido guitarrista Curro de la Jeroma. Se celebró un concurso de cante en el que compitieron Cepero II, Cojo Luque, Rengel y Rebollo, y fuera de concurso actuaron Pepe Pinto y Pastora Pavón, además de un cuadro con cinco bailaoras, entre ellas La Malena, y de varios guitarristas.
En noviembre de 1931, Rengel y Rebollo compartieron escenario en el Gran Teatro con Rafael Herrero Herrerito, Antonio Garrido El Pipa y otros artistas en un gran festival. De Rebollo anunciaba la prensa que “reaparecerá el renombrado cantador de flamenco, único en su género, cuya actuación anterior –en octubre– tan grato sabor dejó en nuestro público”. Por estas fechas, Rebollo ya se encontraba enfermo.
La fidelidad a su pueblo
Nunca perdió el amor por Moguer: cuando fue profesional se desplazaba en muchas ocasiones para compartir buenos ratos con sus amigos; pasaba la noche cantando y regresaba a Sevilla. En tales ocasiones, el comentario mañanero general era “esta noche ha estado aquí cantando Rebollo”.
Moguer ha sido, desde siempre, un pueblo de gran tradición flamenca. Y en los años veinte, siguiendo la moda que inició el Concurso de Cante Jondo de 1923, también se organizaron concursos locales. Así, en 1926 se celebró uno en el Cine Legión al que asistió como presidente del jurado. Rebollo comenzó con un pequeño recital de cante antes de actuar los concursantes. Los ganadores fueron Antonio Carrasco, El Recovero y Ponina, un chaval de quince años.
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