Rosa Montero pone fin a la historia de la detective Bruna Husky con la novela "más vertiginosa" de la saga
'Animales difíciles' (Seix Barral) arranca en el Madrid de 2111 con un atentado en una gran empresa tecnológica
"La Transición fue un absoluto milagro"

"Soy un clon humano y fui gestada durante catorce meses en un tanque de cristal y acero. Frías paredes y líquido amniótico artificial, en vez de la cálida, estremecida y viscosa caverna carnal en la que se ha formado la Humanidad desde el principio de los tiempos. Madres. Qué extraño, qué extraordinario debe de ser saber que has salido del interior de un animal humano. De sus entrañas sangrientas. Es un conocimiento que a mí, hija de un tanque, me parece casi imposible de asumir". Quien pronuncia estas palabras es la detective Bruna Husky. Las páginas sobre las que están impresas pertenecen a AnImales difíciles (Seix Barral), última entrega de una saga que ha tenido a la escritora Rosa Montero enfrascada en la ciencia ficción durante los últimos 17 años. Sobre su protagonista, la autora es clara: "Es el personaje con el que más identificada me he sentido de todos los que he hecho".
La obsesión de Montero con el paso del tiempo recorre la obra, pero también otros temas como la identidad, la vejez, la muerte y el amor. En el Madrid de 2111, Bruna Husky es contratada para investigar un atentado en las instalaciones de Eternal, una gran empresa tecnológica. Junto con el inspector Lizard, se verán atrapados en una trampa mortífera diseñada por una mente criminal aterradora.
"La trama policial de esta novela es la más vertiginosa y la más oscura de las cuatro, porque el peligro del que hablo es real y nos afecta a nosotros en este mundo", señala la escritora. Ante el caso más peligroso al que tendrá que enfrentarse, la protagonista cuenta con un hándicap: "Antes era una tecnohumana de combate de dos metros y, en la novela anterior, la envenenaron. Para que no muriera, pasaron su memoria y su dotación emocional a una androide de cálculo pequeñita". Un nuevo cuerpo –"un conflicto vertiginoso"– que le abre las puertas para abordar "la identidad", considerado como "uno de los grandes retos del ser humano", porque "nos pasamos la vida intentando saber qué queremos". Ese "ser o no ser" que se refleja –también– en la cubierta de la novela.
Destellos de Trump y Elon Musk
Pero no solo aborda la identidad individual, también la colectiva. De hecho, que la obra arranque con la el lema O todos o ninguno no es casual. Hace referencia, de un modo u otro, a las "decisiones" que tenemos que afrontar "como humanidad". Por ejemplo, "las crisis de desplazados" a causa del calentamiento global. "Ya hemos tenido las primeras y hemos fracasado", reflexiona Montero y hace hincapié en que "la nueva derecha dice que hay que amurallar los países ricos para que los pobres se queden fuera...es una imbecilidad, porque no hay manera de levantar unas murallas lo suficientemente altas que paren el tsunami de desplazados". O "conseguimos encontrar alguna manera de arreglarlo todos juntos o ninguno se salva", recalca.
A pesar de que Anímales difíciles transcurre en pleno siglo XXII, determinados aspectos se alejan de la distopía y son muy reconocibles. “No es una novela hecha en clave para nada”, asegura la autora de La hija del caníbal, pero confiesa que no se sorprende cuando los lectores ven a Donald Trump o a Elon Musk en algunos de los personajes. “Son prototipos de esa gente a las que no se les cae la palabra libertad de la boca, pero no es más que la libertad del dinero y del mercado”.
La IA no será un "Fu Manchú de hojalata que quiera matar a los humanos"
A todo ello se suma el rol que interpreta la inteligencia artificial. Sin duda, una de las piedras angulares de la trama. "De aquí a 50 años se estará creando una superinteligencia que puede acabar con el ser humano", apunta la escritora y pone sobre la mesa que "no vamos a tener ni puñetera idea de cómo es y no la vamos a entender". No se tratará de un "Fu Manchú de hojalata que quiera matar a los humanos", sino de un sistema con una "superinteligencia tan vastamente superior a la nuestra" que ni "nos va a tener en cuenta". "¿Pueden las hormigas controlar a los seres humanos para que no pisoteemos el hormiguero? Ni de coña", sentencia la escritora.
La ciencia ficción, un género "despreciado e ignorado" en España
A pesar de que los ingredientes que recorren la obra tengan toques de oscuridad, asfixia y pesimismo, su final "ha sido un muy serenador y luminoso". Tanto para Montero como para Bruna. Aunque su protagonista tenga los días contados desde el segundo capítulo –nueve años, un mes y doce días– "sería muy cruel, como autora, matar a un personaje que está tan obsesionado y que va descontando los días". Confiesa que, lejos de firmar un punto final con el personaje, puede que retome su historia en el futuro en forma de cuentos: "Me ha entrado una tentación tremenda de escribir un cuento de la época de la primera Bruna de combate, cuando pasó dos años realizando la milicia en los planetas exteriores". Parte de las ganas por dar continuidad a las aventuras de la detective nacen de ese parecido con la propia escritora, que se acentúa en Animales difíciles: "La he puesto a escribir un diario de verdad... es el colmo. Y dice cosas sobre la escritura que yo misma pienso".
Gran parte de la culpa también la tiene su pasión por la ciencia ficción. Una rara avis dentro de la literatura española. "Estamos asomando los cuernecillos como un caracol por debajo de la piedra de un desierto", indica la autora. A su juicio, el género en España es "despreciado, ignorado y hay un prejuicio tremendo". Cosa que no sucede, por ejemplo, con el séptimo arte. “El público tiene la idea de que las novelas de ciencia ficción abordan cosas esotéricas que no van a entender, que tratan de marcianitos con las orejas picudas sin emociones”, manifiesta con rotundidad. Considera que pensar así "es un error garrafal", porque la ciencia ficción, en realidad, "es una herramienta metafórica poderosísima para hablar del aquí y el ahora".
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