Talento y arrojo de Kidman no correspondidos

BABYGIRL | CRÍTICA

Nicole Kidman y Harris Dickinson protagonizan el filme. / D. S.

La ficha

** 'Babygirl'. Drama erótico, EE UU, 2024, 114 min. Dirección y guion: Halina Reijn. Música: Cristobal Tapia de Veer. Fotografía: Jasper Wolf. Intérpretes: Nicole Kidman, Harris Dickinson, Antonio Banderas, Sophie Wilde.

Ofrece esta película otra ocasión a Nicole Kidman para creer que está yendo mucho más allá de los límites que el prestigio y la popularidad imponen a una estrella poniéndose en manos de un director (mejor aún si, como en este caso, es una directora) europeo con pedigrí de autor y, a ser posible, también de trasgresor. Lo que la llevó a trabajar con Herzog en La reina del desierto, con Lars von Trier en Dogville, con Kubrick en Eyes wide Shut o con Lanthimos en El sacrificio de un ciervo sagrado. Y ofrece también a los espectadores una ocasión para sentirse liberales, progresistas y desprejuiciados al apreciar el valor de la actriz al adentrarse por escabrosos territorios casi siempre vedados a una estrella que ha hecho el grueso de su carrera en Hollywood, la ruptura de la narrativa convencional sobre el rol sexual de la mujer y el aprecio de representaciones eróticas más bien retorcidas poco frecuentes en el cine comercial. En este caso recurre a la actriz, guionista y directora holandesaHalina Reijn, que debutó como directora en 2019 con la turbia Instinto, en la que una terapeuta se enamora de un violador al que trata en una cárcel, y en el cine americano, más bien con poca fortuna, con la comedia negra con tintes slasher y una cierta pero no lograda intención crítica Muerte, muerte, muerte en 2022.

Que Kidman es una grandísima actriz está fuera de toda duda. Me basta su asombrosa interpretación de Virginia Wolf en Las horas. Los resultados de sus incursiones en estas películas de autor son desiguales, pero le han valido el prestigio de actriz empeñada en romper limitaciones comerciales. Es tan gran actriz que se convierte en la única razón de peso para ver Babygirl, historia de una ejecutiva de éxito (Kidman) casada con un hombre inteligente pero un tanto flácido (Banderas) que busca nuevos caminos de liberación o autodescubrimiento asumiendo una relación sexual extrema de sometimiento con un joven amante sometido a ella en la empresa (Dickinson, intérprete de aquel trullo de Östlund llamado El triángulo de la tristeza).

Se trata de regresar de alguna forma al cine erótico rompe barreras de los 70 de infausta memoria, aquellos años de últimos tantos y porteros de noche, dándole la vuelta con la mujer ahora mandando (aunque su mandato sea jugar a someterse), y al thriller erótico de los 80 en los que el fuego consumía los cuerpos y las atracciones eran fatales. Haciéndolo desde un nuevo enfoque pos metoo que pone en primer lugar el deseo de la mujer, su insatisfacción y su búsqueda para satisfacerlo invirtiendo los roles mantenidos en la vida social y profesional.

Reijn la dirige con precisión quirúrgica, yendo hasta donde puede ir y mostrando hasta donde puede mostrar para que las explosiones de deseo y pasión no provoquen daños colaterales de taquilla (y los resultados confirman que lo ha logrado). Quizás por ello el talento (reconocido por la Copa Volpi en Venecia) y el arrojo de Kidman al interpretarla -incluso incluyendo una ingrata referencia al desgaste de la edad- no se corresponden al de Rejin al dirigirla. Por mucho que replantee o voltee situaciones convencionales del thriller erótico, no se aleja tanto de él; y por mucho que procure evitar el juicio moral sobre sus personajes, incurre en el didactismo no exento de moralina.

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