El tatuaje de Camarón
Historias del Fandango
Camarón de la Isla no tuvo ninguna intencionalidad, ni simbólica ni esotérica, cuando se tatuó una estrella y una luna creciente en su mano izquierda
El flamenco está lleno de mitificaciones y de exageraciones. Cada cual expresa su admiración por un artista tratando de magnificarlo y subiendo al límite el listón de los adjetivos. No es extraño encontrar verdaderos tours de halagos entre los seguidores, que llegan a veces al paroxismo.
¡Cuánto no se ha hablado de la estrella judía de David y de la luna del Islam en fase creciente que se tatuó Camarón en la mano izquierda! Se dijo, por ejemplo, que se hizo ese tatuaje por su deseo de paz y armonía entre los bloques del mundo, que si era un símbolo de paz, que si recuerda la pureza y la libertad del pueblo gitano, que si es el emblema con el que los gitanos se identifican..., hasta llegar a sospechar, alguien, que Camarón era judío sefardita y otras lucubraciones.
Un promotor musical elevaba su interpretación explicando que “la luna es Oriente y la estrella es Occidente, y se la tatuó porque el futuro le habría gustado a Camarón que fuera la unión de ambos mundos”. Pura hermenéutica, tratándose de un artista al que los de su raza consideraban un ser divino y que -lo que le producía espanto- le llevaban a sus hijos para que los tocara, convencidos de que el mero contacto con él los purificaría.
Extendiendo los inagotables terrenos de la imaginación, hubo quien afirmó que Camarón se hizo ese dibujo como homenaje a los gitanos muertos en la segunda Guerra mundial. Y otros que sostenían que el dibujo es la bandera de Turquía, semejanza imposible porque la enseña otomana lleva una luna menguante y la de Camarón está en posición creciente, y porque la estrella turca es de cinco puntas y la de nuestro cantaor es la judía. (¡Cuidado, no se juegue con las simbologías de ese modo en tiempos de Erdogan, que las carga el diablo!). En fin, por ahí anda escrito todo esto y más. Pero, como veremos, Camarón no se planteó semejantes interpretaciones.
Porque se llevaba
Lo cierto es que nuestro artista era un músico extraordinario, una persona tímida y buena, nada mistérica y nada soberbia, pero su formación intelectual, sus conocimientos y sus inquietudes no llegaban más allá de desear la paz entre los seres humanos. Como toda persona de buena voluntad, y él lo era.
Otra cosa es que la representación de la luna estuviera por entonces -años 70- muy presente en la simbología de la cultura popular y que fuera para los gitanos una imagen cercana a su imaginario. Porque es verdad que la cultura tartésica, de la que quedaron algunas creencias en Andalucía, valoraba a nuestro satélite como una fuente de energía para la esperanza y que el pueblo gitano la adoptó como el astro capaz de deslumbrar a las personas.
Pero todo lo que originó el susodicho tatuaje fue más prosaico. La realidad fue que, siendo bastante joven todavía, Camarón decidió tatuarse esa luna en la mano izquierda, y cuando el tatuador terminó le indicó José:
-Ahora ponme una estrella aquí, pa que quede más bonita.
Lo cuenta su amigo Manuel del Lunar, quien precisa seguidamente que:
-José no sabía que eso era la bandera de ná. Se pintó la luna y luego se pintó la estrella y ya está.
Cuando tenía cuarenta años, le preguntaron el porqué de ese dibujo en su mano izquierda y él confesó:
-“Esto es una mala intención (por el contexto de su comentario se infiere que quiso decir que fue una decisión equivocada, errónea); porque no es una intención con maldad, sino que cuando se tiene una edad no piensa uno demasiado en los perjuicios, y no es una cosa que sea tampoco mu fea, ¿no? Pero que no me lo debería de haber hecho”.
Punto final. Camarón se arrepintió de haberse hecho ese tatuaje, según sus palabras: “no me lo debería de haber hecho”. Todo lo demás son exégesis gratuita, bruma literaria, una fabulación más de las tantas que pueblan el mini universo del flamenco.
Que si le querían...
Algo más, relacionado con el bueno de José Monge. Cuando terminaron de ensayar los temas de “La leyenda del tiempo”, después de más de un mes encerrados en una casa de Bormujos, todo el equipo que había intervenido hizo una fiesta privada. Al parecer, Camarón no participaba en ese momento del regocijo de haber acabado el disco; estaba sentado a un lado del patio, en actitud introspectiva y como meditando, y cuando uno de los músicos le invitó para que participara de la celebración:
-Venga, José, anímate, hombre…
Camarón le inquirió con una pregunta íntima (y omito dar el nombre del artista que le invitaba):
- (Fulano)…, ¿tú crees que la gente me quiere?
¡Claro que le quería la gente! No he conocido a nadie que no le apreciara, porque además de artista genial, era un hombre bueno y sencillo.
Y el que mayor difusión mundial le dio al fandango del Alosno con la grabación de su disco Calle Real, aunque nunca más volvió a cantarlo en sus actuaciones ante el público. Curioso.
La próxima cita: Cante desde las trincheras.
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