Vuelve Liam Neeson el vengador

¿Cuántas películas de asesino a sueldo con problemas que quiere redimirse y de paso salvar la relación con su hija -porque casi siempre es una hija- se han rodado? ¿Y cuántas ha interpretado Liam Neeson, actor convertido en icono del subgénero de venganza? Las mejores son, sin lugar a dudas, las de Eastwood, dando igual que sea un entrenador de boxeo, un jubilado de la Ford, un abuelo metido a camello o un ladrón de guante blanco (véanse Millon Dollar Baby, Gran Torino, Mula o Poder absoluto), siempre con voluntad de redención, siempre con difíciles -rotas- relaciones con sus hijas y hasta sus nietas.

En esta película, cuyo título resume esta variante genérica absolutoria del thriller, Neeson es un malote que está en el umbral de la pérdida de facultades (la mala salud y los achaques propios de la vejez son importantes en estas películas) y quiere redimirse ajustando cuentas con los muchos errores de su pasado y, por supuesto, recuperando la relación con su hija. Que no falte de nada. Funciona como entretenimiento previsible presidido -el que tuvo, retuvo- por la siempre poderosa (aunque cada vez más gastada) presencia del actor.

El danés Hans Petter Molland, que rodó con Neeson el remake hollywoodiense multi coproducido con otros cuatro países de su película Uno tras otro (2014) con el título de Venganza bajo cero (2019), vuelve a trabajar con el actor experto en venganzas con un resultado aceptablemente discreto para fans de esta variante genérica y de este actor.