Xita Rubert: “Me gusta trabajar con personajes que se equivocan, que no aciertan a tomar decisiones justas”
Entrevista
La escritora pasó esta semana por Sevilla y Málaga para presentar su última novela, ‘Los hechos de Key Biscayne’, con la que obtuvo el Premio Herralde en su última edición
El oscuro, deslumbrante, irregular e imprevisible genio de David Lynch
La publicación de Mis días con los Kopp (Anagrama, 2022) puso a Xita Rubert (Barcelona, 1996) en el centro de todas las atenciones, como dueña de un lenguaje tan preciso como renovador y de una capacidad portentosa para desplegar la psicología de sus personajes más desde la sugerencia que desde la exposición abierta. Tales valores quedan confirmados en su segunda novela, Los hechos de Key Biscayne, también publicada por Anagrama y con la que Rubert obtuvo el Premio Herralde en su pasada edición. En esta historia, una narradora evoca el viaje que hizo con su padre de niña, a sus 12 años, a un Miami alucinante y quijotesco. Plagada de misterio y de intenciones ocultas, la novela explora el modo en que la memoria y el tiempo transforman los afectos así como las vías que sigue la identidad propia para construir su relato. Esta semana, la autora pasó por Sevilla y Málaga para presentar su obra de la mano del Centro Andaluz de las Letras.
Pregunta.Ya en el prólogo, la narradora advierte de su intención de emplear su relato para suplantar la realidad. Va a inventar lo que considere oportuno para poder contar su historia. ¿Hasta qué punto consiste escribir una novela en esto mismo?
Respuesta.Creo que la narradora utiliza el lenguaje de la suplantación y la manipulación porque está muy cerca de su padre, quien usa esas mismas estrategias para adaptar el mundo a su realidad y llevar las cosas al cauce que más le conviene. Ella adopta eso en su lenguaje. Pero creo que en las novelas se da justo lo contrario: lo que intentamos es rescatar la realidad, protegerla de los relatos que aspiran a suplantarla. La realidad es elusiva, esquiva, y la novela intenta abrir los espacios y los lugares para sacar algo en limpio cuando todo se convierte en relato y discurso, a manos de quienes tienen intereses determinados en que la realidad se interprete de una manera.
P.¿Podemos afirmar entonces que la literatura sirve para fijar el objeto real en el recuerdo por encima de la manipulación de la propia memoria?
R.Es interesante que comentes eso. Hay gente que ha leído esta novela no tanto a lo mejor como un ajuste de cuentas, pero sí como el retrato de un padre cuestionable. Y es verdad que hay choques entre padre e hija, pero también pienso que se trata de una novela elegíaca, de alguna manera. La protagonista de la historia quiere cantar algo que no fue necesariamente ejemplar pero que sí terminó y, por tanto, debe ser cantado. Y contado.
P.La reacción de la protagonista no es la que cabría esperar ante un padre poco ejemplar como el suyo. ¿Conviene recordar de vez en cuando que las personas son mucho más complejas de lo que se quiere hacer creer?
R. Sí, creo de hecho que lo que más me gusta de los personajes de esta novela es que no siempre reaccionan de forma correcta, pero sí lo hacen siempre de un modo real, con mucha verdad. Quiero pensar que responden como lo haríamos la mayoría ante determinadas situaciones. En este sentido, la narradora advierte al lector desde el principio que va a contar la verdad o no, que va a manipular lo que considere, y que si no le gusta el juego puede largarse. No es lo que esperarías de alguien que va a contar una historia, pero ella se mueve entre el recuerdo y las emociones.
P.La novela tiene también mucho de thriller. ¿Le interesa la novela de género, la literatura popular?
R.Así es, con esta novela sentía desde el principio que estaba entrando en el terreno propio del thriller, pero también de la novela romántica y erótica. Pero es que uno de los temas centrales de la novela es el choque entre la llamada alta cultura, que comparte la familia protagonista con un notable background académico, y lo que encuentran en Miami, con personajes muy variopintos pero en una onda muy distinta. Aunque lo que prevalece en la novela es al final una investigación literaria, psicológica y filosófica antes que policial. Hay muchas preguntas abiertas y yo confío en la experiencia y la inteligencia del lector para dar sus respuestas.
P.Los hechos de Key Biscayne comparte dos premisas con su anterior novela, Mis días con los Kopp: un viaje iniciático junto al padre y un relato contado en la distancia. ¿De dónde viene esta tendencia?
R.Creo que es normal que las novelas se sitúen en una parte de la cotidianidad. La trama del viaje es muy común, más que nada porque es fuera de casa donde con más facilidad te encuentras con lo insólito. Es algo muy clásico, ya estaba en la Odisea: sales de tu lugar común, encuentras algo y ese algo te devuelve a casa pero de otra manera, después de un descubrimiento interior. Pero, además, los escritores solemos volver a ciertos lugares, aunque sea desde diversas perspectivas. Y, en este sentido, la figura del padre constituye una especie de paisaje al que siempre vuelvo. Mi padre falleció hace dos años y es posible que algo de la relación que mantuve con él contenga tantas capas que perfectamente podrían mantenerse a lo largo de toda la vida, en el sentido de que pueden inspirar temas de los que seguir escribiendo.
P.¿Por ejemplo?
R.Por ejemplo, algo que está muy presente en Los hechos de Key Biscayne: la confluencia entre la dimensión pública de los personajes y los acontecimientos de su vida privada. Quizá en el siglo XX esta cuestión no fuese muy relevante, pero sí está claro que en el siglo XXI es determinante. Y quién sabe cómo evolucionará el asunto en el futuro.
P.La narradora de Key Biscayne escribe en su madurez, pero en su relato podemos advertir la mirada inocente de la niña que fue. ¿Cómo logró esa doble articulación en la misma voz?
R.Reescribiendo cien veces el borrador. La creación de la voz narradora es un trabajo para mí muy pormenorizado, muy clínico. Aquí, la narradora es una mujer adulta, pero la protagonista es una niña de doce años. Aunque las dos sean la misma, en cierta medida ya no lo son. Es algo que nos pasa a todos: conforme pasa el tiempo percibimos que hay elementos de nuestra identidad que permanecen, como el nombre, pero también se dan otros que nos van resultando más ajenos.
P.¿Tiene eso que ver con las malas decisiones que toman sus personajes?
R.Sí. Es que me gusta mucho trabajar con personajes que se equivocan, que no tienen suficientes elementos de juicio para tomar las decisiones correctas, o justas. Mis personajes meten la pata. Por eso me gusta trabajar con estos narradores, que no dicen al lector lo que tiene que pensar, sino que le ofrece suficiente espacio para que interprete lo que lea como quiera. Son todo lo contrario de un narrador omnisciente.
P.En cuanto a los personajes secundarios, aparecen muy deslavazados, tal vez porque el foco de la memoria está puesto en el padre.
R.Sí, parecen de cartón piedra. Sin embargo, aunque sepamos poco de ellos, creo que pueden llegar a sugerir mucho.
P.A veces funcionan como en una película de David Lynch.
R.Sí, eso es. Fíjate, cuando supe de la noticia de la muerte de Lynch vi una entrevista en la que le preguntaban qué sentía él cuando le decían que sus películas no se entienden, y respondió que confiaba en que el espectador tendría su intuición, de manera que con solo darle un estímulo sería capaz de desarrollar por su cuenta lo que estaba sucediendo. Lynch afirmaba que esa intuición es una capacidad innata y se preguntaba por qué hay que desproveer de ella al espectador. Y yo siento exactamente lo mismo. No tengo que explicarle todo al lector, confío en que su intuición se ponga en marcha.
P.Además de Lynch, ¿admite alguna influencia en su escritura?
R.No, no creo. Todo el mundo miente cuando habla de sus influencias.
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