Acelera, ‘maldito’, acelera

Aveces uno sabe que se va a estrellar… y acelera. Eso decía Bukowski y algo de eso debió pensar Navas antes de pegarle con la zurda en el Rico Pérez el pasado sábado. O eso quiero imaginarme yo, porque suena muy místico: el central estaba tan desesperado por aquel cómico penalti (sí, otro) señalado sesenta segundos antes y que nos estaba birlando amargamente una victoria vital que pensó: “o aquí se gana a lo grande o nos hacemos el harakiri y se acabó”. Esa bola, ese disparo, ese “voy a chutar desde mi casa” con el cronómetro apretando es ese tiro que nunca entra; pero nunca, nunca, nunca. Perdón: casi nunca, claro. Es el tiro de la frustración, de la mala uva, de la precipitación, el que suele echar por tierra la última oportunidad. Es el que -casi- siempre se va a la grada, el que exaspera a los compañeros que tiene al lado y el que irrita hasta al apuntador por ver cómo se malgasta la solitaria bala de la recámara. Todo eso junto es ese lanzamiento, sí. Pero cuando entra… ¡Ay, cuando entra…!

Bukowski, el de la frasecita, es considerado un escritor maldito. Aquí de malditos, de uno en especial, sabemos un rato porque desde que apareció -desde que le trajeron de la manita- sufrimos lo que no está en los escritos y lo que nunca se creerán nuestros nietos por mucho que lo contemos sin parar. Aunque esta semana se respira diferente -se respira, que no es poco- aún estamos en el camino de estrellarnos porque el descenso todavía nos toca con los dedos. Qué buen momento para, ya que estamos, seguir acelerando así, casi a lo loco, ¿verdad? Medio loco, dicho sea con todo el cariño del mundo, anda cierto personal mirando aún arriba -lo digo en serio, lo sigue haciendo- por eso de las distancias tan cortas y por cerrar el círculo: desde aquella sentencia todo fue cuesta arriba y si se va el artista, aseguran, todo va a ir cuesta abajo en estos doce partidos, dándole la vuelta como un calcetín al horroroso tramo final del curso pasado para vivir uno espectacular en este sprint presente. Esos ‘entrañables chalados’ son siempre necesarios a nuestro alrededor, no me digan que no. Sea como fuere, querido y ‘maldito’ Recre, acelera, acelera un poco más aunque nos vayamos a estrellar porque eso, a tus fieles-locos-cuerdos seguidores, nunca les pudo doblegar.